Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

8 May, 2014

¿Otra vez lo mismo: gobierno rico, economía estancada? Cuidado: hoy, el costo sería mucho mayor

En las condiciones difíciles por las que atraviesa la economía mexicana, los funcionarios que salen a los espacios públicos a dar datos e información acerca de aquélla, fijar posiciones en torno a éste o aquel tema de finanzas públicas o políticas fiscales y responder las preguntas —no pocas carentes de toda lógica económica, y otras donde abunda la confusión de conceptos o un nulo entendimiento de éstos—, deberían tener consciencia de la obligación que tienen de comunicar con claridad, exactitud y objetividad.

Para lograr esto último, un elemento importante es parecer creíbles —no sólo serlo— a los ojos de quien los escucha e interroga. Hoy, la claridad en la exposición del funcionario —particularmente de aquéllos del área financiera del gobierno federal—, puede hacer la diferencia para ayudar a generar confianza pero, si su lenguaje es confuso y atropellado, el efecto bien podría ser el contrario. Vayamos pues al tema.

Una de las peores estrategias utilizadas por no pocos gobiernos —con miras a tratar de obtener legitimidad en su encargo y elevar su nivel de popularidad la cual, esperan quienes lo integran, se vería traducida en votos para su partido o ellos mismos en la próxima elección—, es elevar los ingresos del erario para poder gastar más, sin tomar en cuenta los efectos negativos que esto genera en la economía y a la sociedad.

Tenemos así, como consecuencia de lo que pudiere ser una pésima y dañina política pública, el caso contradictorio de un gobierno rico como producto de la alta captación fiscal frente a una economía estancada que apenas alcanza —en el mejor de los casos—, un crecimiento mediocre.

Ahora bien, lo perverso —casi kafkiano— del asunto radica en que para tratar de remediar ese crecimiento nulo o mediocre, el gobierno utiliza el ingreso obtenido que fue la causa de aquella caída del PIB. Es decir, primero crean el problema extrayendo un porcentaje mayor del ingreso de los contribuyentes y luego, con él pretenden resolver el problema creado.

Lo mejor viene después cuando, en un acto de irresponsabilidad, los funcionarios presumen la elevada captación al tiempo que nada dicen de los efectos perversos y dañinos de esa política fiscal.

Eso vi en reciente conferencia de prensa; tres funcionarios de Hacienda presumiendo el crecimiento de los ingresos públicos como producto de elevaciones impositivas, a la vez que se ufanaban del crecimiento del gasto. Sin embargo, les faltó mencionar el efecto de dicha política; no se vale captar más para curar al que enfermaron por haberle quitado tanto.

Captar más sin importar el estancamiento producido, para luego presumir que están salvando a la economía del mal que crearon, nos puede llevar a un resultado que empeorará las cosas como lo prueba la experiencia acumulada. Un peso que la autoridad fiscal extrae del contribuyente, es un peso gastado ineficientemente por el gobierno.

¿Es positivo hoy en día, tener un gobierno rico y una economía estancada por la extracción excesiva de recursos por parte de la autoridad fiscal? ¿Acaso ignoran el precio pagado como consecuencia de esa política absurda? ¿Es válido hundir la economía, para tener un gobierno rico que ve el gasto público como la salvación?

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