La relación entre desigualdad y democracia

Nuevamente el tema de la desigualdad está de moda, principalmente entre los economistas occidentales
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Uno de los grandes responsables de poner el tema de nuevo sobre la mesa de discusión es Thomas Piketty. Foto: Photos.com
Uno de los grandes responsables de poner el tema de nuevo sobre la mesa de discusión es Thomas Piketty. Foto: Photos.com

CIUDAD DE MÉXICO.- Nuevamente el tema de la desigualdad está de moda, principalmente entre los economistas occidentales. En especial porque no es un problema únicamente de países subdesarrollados, lo es también de naciones desarrolladas como Estados Unidos. Vale la pena entonces preguntarse sobre la relación entre la desigualdad y los regímenes democráticos, y qué tanto una mayor desigualdad debilita las bases de una democracia.

Uno de los grandes responsables de poner el tema de nuevo sobre la mesa de discusión es Thomas Piketty, autor del libro “Capital in the Twenty-First Century” (Capital en el siglo XXI), donde analiza el comportamiento de más de 20 economías desde el año 1700 hasta el 2012 y muestra que la desigualdad es una condición necesaria para el funcionamiento del actual sistema capitalista. La razón por la cual el desarrollo de una economía va aparejado con una mayor desigualdad se debe, según Piketty, a que la tasa de rendimiento del capital es superior a la tasa de crecimiento económico; es decir, la retribución que reciben los poseedores de capital es mayor al crecimiento del ingreso total de la economía. A Piketty hay que reconocerle que generó las series de datos necesarias para analizar el comportamiento de largo plazo de la desigualdad, pero no es el único economista que ha hablado en fechas recientes del tema, también lo han hecho otros como Joseph Stiglitz y Ha-Joon Chang, por no mencionar a los múltiples economistas heterodoxos que han tratado el tema.

Regresando a la relación entre democracia y desigualdad, vale la pena hablar sobre el caso de EU. Actualmente, los niveles de desigualdad de dicho país son parecidos a los de Europa a inicios del siglo XX, registrando un incremento sostenido en las últimas 4 décadas aun cuando la economía ha atravesado por dos grandes periodos de expansión y de contracción. La situación no sólo ocurre en la economía estadounidense, sino que se repite en regiones como Latinoamérica.

Si bien Latinoamérica sigue siendo la región más desigual del mundo, el comportamiento de los países al interior de la región es sumamente desigual. Según la CEPAL, la desigualdad se ha reducido de forma significativa en países como Argentina, Brasil, Bolivia, Nicaragua y Venezuela (con tasas anuales de reducción de más del 2% del coeficiente de Gini). En la reducción de la desigualdad destacan los programas de transferencias condicionadas como Bolsa Familia en Brasil, Jefas y Jefes de Hogar en Argentina, Bono del Desarrollo Humano en Ecuador.

En cuestiones de desigualdad (no de combate a la desigualdad) México se encuentra en una situación similar  a la de Argentina, Ecuador, Salvador, Nicaragua y Perú, donde en general el 10% más rico de su población concentra el 30% de los ingresos, mientras que la población de menor ingreso concentra un 16 por ciento. A nivel mundial, el 1%  más rico de la población total concentra el 43% de la riqueza.

En su trabajo “A rational theory of the size of government”, Meltzer y Richard señalan que en una democracia en donde la mayoría de personas incluidas en el proceso electoral y de toma de decisiones sea de bajos ingresos, es más probable que el Estado se enfoque en realizar funciones redistributivas a favor de estos segmentos de la población. En un artículo más reciente, “Democracy, redistribution and inequality” de Acemoglu, Naidu, Restrepo y Robinson señalan que una democracia, sin importar lo avanzada que sea (entiéndase por ello la universalización del voto libre y secreto), es probable que mantenga las desigualdades originadas por la estructura económica, incluida en ellas la desigualdad en la tenencia de la tierra, dando paso por tanto a niveles altos de desigualdad en los ingresos..

Entonces, una democracia que redistribuya el poder entre los actores sociales tiende también a la redistribución del ingreso. Siempre y cuando esta redistribución beneficie a las clases bajas, o bien si beneficia a las clases medias y éstas también se interesan por las clases bajas, como lo indica el trabajo “Director´s law of the public income redistribution” de Stigler.

En países subdesarrollados, como el caso de México y los de la región latinoamericana, la democracia que beneficia a las élites se conjunta con aspectos como poca o nula rendición de cuentas del gobierno y una baja capacidad de respuesta del mismo a las demandas de la sociedad. Esto explica porqué en algunos casos el régimen democrático ha sido incapaz de mermar la desigualdad en el ingreso de forma importante.

Como se puede ver, la relación entre desigualdad y democracia tiene que ver con qué tanto puede el régimen democrático redistribuir el poder de decisión entre los distintos actores sociales. Si la democracia de un país es incapaz de redistribuir el poder, lo más probable es que tampoco sea capaz de modificar la distribución del ingreso.

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