David Páramo

Análisis superior

David Páramo

19 May, 2014

Por qué debe pagar

Hay una corriente de pensamiento que tiene tan mala memoria como una visión bastante parcial de la realidad: si el delincuente es conocido o de cuello blanco, pues entonces merecería un trato diferenciado, sin considerar el daño que causó, con lo que, al menos hasta hoy, son presuntas violaciones a la ley.

Hay quienes dicen algo que podría resumirse como: “Pobrecito Gastón Azcárraga. Qué necesidad tienen de perseguirlo. Qué envidia, si es tan buena persona y de tan buena familia”.

Seamos claros. En una sociedad desarrollada como la que debemos ser, no debe importar, en ningún sentido, la raza, clase o condición social al momento de responder ante la ley. Vamos, si este hombre se vendía como una suerte de faro de la sociedad o maestro de moralidad empresarial, ante sus hechos resulta totalmente irrelevante.

Si su padre, que no él, construyó un emporio hotelero, tampoco tiene importancia ante las decisiones equivocadas que tomó cuando era presidente del Consejo de Administración de Mexicana de Aviación.

Azcárraga transformó en aproximadamente tres años a una de las líneas aéreas más antiguas del mundo y que tenía un claro liderazgo frente a su principal competidor, Aeroméxico, en una verdadera vergüenza. La línea aérea desapareció y no tiene posibilidades de volver, dejando una estela que no sólo dañó directamente a ocho mil 500 empleados, sino a una gran cantidad de acreedores.

Hechos

En esta columna le advertimos con prácticamente ocho meses de anticipación que Azcárraga dirigía a Mexicana de Aviación hacia el concurso mercantil y la quiebra.

Primero, por los errores de estrategia que, después, se transformaron en acciones que hoy son investigadas por la Procuraduría General de la República y que implicarán la extradición de este hombre, quien podría pasar una larga temporada en prisión.

Primero, los errores. Le advertimos sobre la intención de desarrollar a su alimientadora Click como una vía de romper con los costos laborales derivados de los contratos colectivos con pilotos, sobrecargos y trabajadores de tierra.

La intención era tener un sindicato blanco encabezado por Miguel Ángel Yúdico, quien terminó traicionándolo, y pasar los activos a esta empresa. Las denuncias por el chatarreo de esta línea aérea fueron documentadas debidamente en este espacio.

La segunda parte de la estrategia fue sacar activos de la troncal, a la que metió en una absurda guerra de precios con Aeroméxico, con la cual fue terminando el capital de la línea aérea.

Cuando falló este plan que defendía el director general, Manuel Borja Chico, y su Consejo de Administración, que hasta el momento han logrado evadir la responsabilidad legal que tuvieron en los hechos, tomaron una decisión moral equivocada.

En lugar de buscar una salida ordenada, y de acuerdo con los principios que el muy pagado de sí mismo Azcárraga preconizaba, o con los cuales se daba golpes de pecho, comenzaron a desviar los pocos recursos que le quedaban a la línea aérea para beneficiar a Grupo Posadas.

Se tomaron créditos, con Bancomext y Banorte, con información falsa, y se desviaron recursos de fideicomisos constituidos en Santander para llevarse el dinero que estaba como garantía de los créditos y, más importante aún, que eran propiedad de la empresa.

Simultáneamente dejaron de cumplir obligaciones fiscales, laborales y de todo tipo, lo que ha dado pie a acusaciones por parte del Servicio de Administración Tributaria, que incluyen el lavado de dinero.

Cobardía

Cuando la situación se hizo intolerable, Gastón huyó.

Tiró la línea aérea y acabó con cualquier discurso que hubiera podido hacerse en torno a la ética empresarial o la responsabilidad social de un empresario, tema que le encantaba a este hombre en sus discursos cuando daba cátedra sobre la industria hotelera.

No sólo abandonó los compromisos financieros, dejando en Tenedora K la línea aérea, sino a los trabajadores, acreedores y condenando la línea aérea a la muerte.

Tan los números eran malos, que la única oferta razonable que se presentó fue de Ixe, antes de ser fusionada por Banorte, pero rápidamente los consejeros se dieron cuenta de lo evidente: Mexicana de Aviación había perdido viabilidad y sólo se mantuvo como una falsa ilusión gracias a hombres de tan dudosa reputación como Felipe Consuelo.

En lugar de responder como era debido, decidió salir del país, y junto con sus hermanos tejió un muy complicado entramado para tratar de salvar no sólo a Grupo Posadas, sino la imagen de la familia.

Con bastante poco éxito fingieron una disputa familiar y tomaron decisiones corporativas en la cadena hotelera para intentar protegerla de las imputaciones que, más tarde que temprano, llegarán a este grupo, que recibió fondos que eran propiedad de Mexicana de Aviación.

Al menos hasta el momento, este grupo ha seguido vendiendo entre los incautos su presunto gran tamaño, solidez financiera y expansión, haciendo creer que su expresidente del Consejo de Administración no tuvo jamás nada que ver con ellos.

Daños

El daño causado por Azcárraga puede medirse desde muchos niveles diferentes.

Primero. Destruyó una de las grandes marcas nacionales y ha contribuido a que crezca la corriente de pensamiento de que para aumentar la competencia en la aviación nacional es necesario entregar los cielos a empresas internacionales, lo que propiciaría la desaparición de las actuales.

La poca competencia que permite a la empresa que preside Eduardo Tricio poner precios que van en contra de una sana competencia en el mercado y, por lo tanto, de los consumidores.

Segundo. Causó un quebranto a una muy larga lista de acreedores, que comienza por los ocho mil 500 trabajadores que sólo recibirán migajas de sus derechos laborales; el erario, la banca mexicana.

Tercero. Sin ser una causa directa, el mal proceso de concurso mercantil llevó a la necesidad de hacer una nueva regulación que, entre otras cosas, plantea graves problemas. Sigue siendo administrada por personas como Griselda Nieblas, presidenta del Ifecom, y Consuelo. Ambos ya probaron su muy profunda incapacidad.

Cuarto. Desgraciadamente, malos ejemplos como el de este hombre, que incluso llegó a pedir asilo político (¿quién lo persigue, Vicente Fox, Enrique Peña Nieto o sus muy graves errores e ilegalidades?), pesan mucho más en la sociedad que el de grandes empresarios como Lorenzo Zambrano, y de ahí que sean muy fáciles la campañas de linchamiento en contra de la iniciativa privada.

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