Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

31 May, 2014

Tema obligado: el bajo crecimiento

A finales de la semana pasada el INEGI dio a conocer los datos de crecimiento económico del primer trimestre de 2014. El resultado fue consistente con lo que se esperaba: un bajo crecimiento económico. La consecuencia del anuncio fue la esperada: una revisión del crecimiento a la baja. Más que entrar a la discusión del pasado hay que entender a dónde podemos llegar en el escenario actual.

El primero es la factibilidad de llegar a 2.7% de crecimiento durante este año. Si lo tomamos por la historia reciente es probable y no es reflejo de un desempeño muy favorable. El crecimiento económico en los últimos 14 años
ha sido de 2.3% en promedio. El dato es apenas mayor al promedio.

Si tomamos el dato de 2.7% como válido y consideramos 1.1%  de crecimiento del primer año de la administración el promedio
de crecimiento para el primer tercio del sexenio será de 1.9 por ciento.

Pasando al desempeño de los componentes de la demanda interna creo que hay dos variables que su desempeño va a ser clave para el crecimiento: el consumo y el gasto de gobierno.

Empecemos por el comportamiento esperado del consumo. Existen dos hipótesis que nos puede llevar a escenarios muy diferentes de crecimiento económico.

La primera hipótesis es que el menor dinamismo del consumo se debe a la entrada en vigor de nuevos impuestos indirectos, como los de bebidas y alimentos llamados chatarra. En este caso el efecto se prevé como transitorio. Una vez que se asimile por los consumidores el mayor precio de los productos se retomará el crecimiento del consumo.

La segunda hipótesis es que el menor dinamismo del consumo se debe a factores no transitorios. Estos factores están asociados al bajo o nulo crecimiento de los salarios en términos reales y a un menor ingreso disponible que se explica por la Reforma Fiscal.

Si bien el aspecto fiscal aparece en ambos casos, la manera en que afecta el consumo es muy diferente. La primera está relacionada con el aumento de ciertos precios que provoca dejar de consumirlos temporalmente. La segunda con dedicar más recursos al pago de impuestos y por lo tanto queda menos para gastar.

El gobierno está por la primera hipótesis y varios analistas están por la segunda. Será interesante ver lo que sucede y la manera en que impacta al crecimiento.

En términos del gasto de gobierno lo que es relevante es su impacto en la actividad económica y no su comportamiento.

De hecho, en su comunicado de prensa la Secretaría de Hacienda presenta que hubo un crecimiento real anual de 46.5% en el gasto de inversión física y de 30.8 por ciento.

Esto nos pone en perspectiva la importancia de la Reforma Energética en materia de crecimiento económico. Si bien puede apoyar a un mayor crecimiento, lo más importante es que este sector no sea un lastre para la actividad en el gasto de subsidios que incluye a los programas sociales. Estos datos son contundentes respecto a un mayor gasto público.

Sin embargo, el dato de crecimiento no muestra que si se dio un impacto importante en la economía por el mayor gasto público. Es decir, no queda  claro cómo el mayor dinamismo del gasto público se traduce en mayor dinamismo económico.

Si la hipótesis de bajo impacto es cierta, la ruta de un mayor gasto acompañado de un mayor déficit y una mayor deuda no parecería la adecuada para el país.

Pasando al comportamiento del sector petrolero, éste tuvo un impacto negativo por una menor producción. Creo que lo relevante no es la disminución coyuntural sino la tendencia. Durante los últimos diez años México bajó 25% su producción.

Pasando a comentar sobre las modificaciones en las expectativas de crecimiento, se ha generado mucha incertidumbre y se ha restado credibilidad. El año pasado empezamos en 3.5% y terminamos en 1.1%. Este 2014 empezamos con 3.9% y
la reducción del crecimiento esperando fue hasta 2.7%. En Estados Unidos, después de un muy mal primer trimestre,
la expectativa de crecimiento de los analistas bajó de 2.7% a 2.4 por ciento.  

También hay argumentos que generan mucha polémica y es que digan que nuestro desempeño económico es bueno porque somos de los pocos de la OCDE con crecimiento positivo. México no es un país desarrollado sino que se le debe comparar con otros países.

En resumen, se puede concluir que crecer 2.7% si bien es factible, no es seguro que lleguemos.
Depende del comportamiento de varias variables económicas. El resto del año va a ser complejo.

*Director general del FUNDEF
guillermozamarripa@itam.mx

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