David Páramo

Análisis superior

David Páramo

20 Jun, 2014

Empresarios rompen con la IP

La falta de visión y sensatez de la dirigencia de Acción Nacional, encabezado por Gustavo Madero, no únicamente los ha alejado de la población sino que, además, de uno de los grupos que podría ser su aliado natural: la iniciativa privada.

Cuando el gobierno aprobó la Reforma Fiscal había analistas y corrientes dentro del propio PRI y PVEM que se sentían preocupados por el impacto que tendría en las elecciones de 2015.

Muy poco después de la declaración fiscal completa, se enfrentarían las elecciones con un argumento que podría capitalizar el PAN ante las clases medias y altas del país, puesto que las política hacendaria les ha reducido el ingreso. Todavía hoy sigue siendo muy fuertemente fustigada por algunos grupos de la iniciativa privada como el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.

En aquel momento no había quienes levantaban la ceja ante la distancia que tomó el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, con grupos de iniciativa privada que llevó a miembros del Consejo Coordinador Empresarial, encabezado por Gerardo Gutiérrez Candiani, y en particular con el líder de Coparmex, Juan Pablo Castañón a un rompimiento total con el gobierno.

Durante los dos sexenios que candidatos del PAN estuvieron en Los Pinos, la política fiscal fue muy laxa hacia los empresarios puesto que la apuesta fundamental era que en la medida en que las empresas crecieran, generarían mayor actividad económica y, por lo tanto, una mayor recaudación.

El gobierno de Felipe Calderón pugnó, sin éxito, por IVA en alimentos y medicinas a cambio de disminuir la tasa del Impuesto Sobre la Renta e incluso llegó a explorar teóricamente la posibilidad de irse por la tasa única.

Estas políticas fiscales, que ciertamente tuvieron poco impacto en el crecimiento de la economía, son justo las que ha enarbolado la iniciativa privada y que aún sigue insistiendo en las reuniones con la Secretaría de Hacienda y los legisladores.

Cambio

En los meses que han corrido del año, la Secretaría de Hacienda ha logrado ir construyendo puentes. Han recorrido un camino muy largo desde el enfrentamiento con la iniciativa privada y el rechazo que tuvieron para firmar un pacto fiscal, que terminó en un acuerdo sólo signado por el gobierno en el que se autocomprometieron a no mover la política fiscal durante el resto de la administración.

En las reiteradas reuniones que ha tenido el CCE con Videgaray les ha quedado claro que si bien existe una muy buena intención del gobierno de limar los bordes de la reforma y ajustar en el margen, la realidad es que no habrá cambio y que la iniciativa privada debería buscar por otro lado, es decir, por el Congreso de la Unión.

Sin embargo, no tienen con quién caminar. El PRI seguramente se mantendrá del lado del gobierno de Peña Nieto y el PRD no tiene ningún interés en modificar la posición sobre una reforma que retomó una gran cantidad de sus postulados, comenzando por cerrar cualquier posibilidad al IVA en alimentos y medicinas.

Acción Nacional, que incluso hizo anuncios deslindándose de la Reforma Fiscal, no es visto como una opción seria puesto que hoy se les ve como un obstáculo para el crecimiento del país y, por lo tanto, un enemigo del sector privado.

La Reforma Fiscal, más allá de los extremistas del CEESP y las opiniones privadas de sectores específicos, fue mucho menos dolorosa de lo que se habían imaginado los empresarios y, como dijo públicamente uno de los más importantes líderes morales del sector privado, Luis Robles, es un peaje que se tiene que pagar por la Reforma Energética que, sin duda, dará 1.5 puntos al crecimiento inercial de la economía.

Chantajistas

Y es justamente en ese punto que se ha dado un fuerte rompimiento entre el sector privado y Acción Nacional. Los empresarios están total y absolutamente a favor de las reformas energética y de telecomunicaciones, la ven como lo más importante que ha pasado en materia económica desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

A pesar de que los voceros del PAN han dicho que es su visión, su reforma y que lo pidieron durante los últimos 12 años, decidieron tirar a la basura no sólo la transformación del sector energético que mejorará la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos sino de obtener renta política de este cambio constitucional.

El PAN ha preferido el capricho ridículo de nimiedades electorales que ser un instrumento para que México pueda crecer de una manera sostenida y efectiva. Han condicionado las reformas energéticas y de telecomunicaciones; se han parado de la mesa y con chantajes de cuarta quieren que salgan sus caprichos antes que los intereses supremos de México.

La reunión que sostuvo ayer Madero con líderes de la iniciativa privada en la cual, mesurados como son en público, le pidieron al PAN que apoye las reformas fundamentales que están pendientes y los llamados que comienzan a acumularse sobre la necesidad de tener reforma son la parte más visible de un rompimiento de fondo.

En prácticamente ninguna cúpula de iniciativa privada se ve al PAN como un interlocutor serio. Saben que les importa más chantajear al gobierno con la pésima lectura de que eso les mejorará la posición electoral que comprometerse en temas importantes.

Ayer mismo le decían que tenían que apurar las reformas porque 2015 es un año electoral e iba a ser mucho más difícil.

Por el otro lado, saben que el PAN tiene una fuerza muy limitada porque no están unidos en el interior. Un ejemplo claro es que no pueden tener una posición unificada sobre las leyes secundarias del sector de las telecomunicaciones porque pueden más las burocracias que el interés fundamental del país.

Madero y sus legisladores no tienen nada qué ofrecer a la iniciativa privada. Se les ve como caprichosos y miopes; con poco poder para impulsar algún cambio legislativo.

En contrapartida, el gobierno ha venido tendiendo puentes con la iniciativa privada y, además, tiene un mayor peso específico en el Congreso de la Unión.

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