Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

20 Jun, 2014

¿Quién cuida al rey?

Sé poco de ajedrez, pero estoy consciente del papel tan irónico que juegan los peones en la batalla por el jaque mate. Son la carne de cañón, los que primero se arriesgan. Y son las piezas que menos movimiento tienen. Y aun así juegan un papel fundamental en el resultado final. Si no manejas bien a tu primera línea de defensa puedes decirle adiós a ganar el partido.

Y esto mismo pasa en los negocios, particularmente en los nuevos negocios. Nuestra gente de primera línea muchas veces es en la que menos pensamos, es la piedra angular de nuestro negocio. Cuando empezamos a crecer y a contratar personal, y generalmente nadie empieza por contratar a un subdirector, sino a personal de apoyo, muchas veces menospreciamos el enorme papel que ellos juegan en nuestro éxito futuro.

Y sin embargo, estos empleados juegan un papel fundamental al tratar de conquistar al rey enemigo, sea este “rey” un contrato, ganarle a la competencia, sobresalir en el mercado, conseguir un crédito… o cualquier batalla o guerra que estemos librando.

Los primeros empleados que contratamos son generalmente para labores de asistencia o para delegar labores administrativos o logísticas y rara vez pensamos en la trascendencia que tienen para nuestro negocio, tanto dentro como fuera de él.

En primer lugar porque estos empleados son y hacen la cultura del negocio, el ambiente, el sabor, el “feeling” de trabajar en la oficina. Particularmente, los primeros que contratamos son los que deciden el tono y forma que se lleva en las relaciones de trabajo y en el trato diario. Y de los bueno (o malo) que sea el ambiente de trabajo depende, en gran medida, la productividad del negocio y la permanencia de los empleados presentes y posteriores.

Un mal ambiente de trabajo o una cultura poco productiva, una vez arraigada, es difícil de cambiar.

Cierto, el jefe es el que lleva la batuta de cómo se deben manejar las relaciones entre empleados, pero entre la teoría (lo que dice este jefe) y la práctica (lo que realmente se hace) puede haber una gran diferencia.

Son nuestra primera línea de defensa. Los primeros que tratan con los clientes, los primeros que hablan o se comunican con prospectos o con proveedores que hablan a ofrecer sus servicios.

Su función aquí es fundamental porque son la cara pública del negocio. Podrán no ser los que están nombrados en el acta constitutiva, pero ante los clientes tienen los poderes.

El poder capacitar a los empleados en sus conocimientos respecto al negocio y en la manera en que se relacionan con clientes y proveedores como representantes de tu negocio es una de las claves más simples del éxito.

Son quienes primero nos pueden alertar de los problemas que existen, tanto dentro como fuera del negocio. Al estar más cercanamente involucrados tanto con la operación diaria como, muchas veces, en la relación directa con el cliente son nuestros ojos y oídos. Problemas que no nos enteramos porque no tenemos el tiempo o la sensibilidad (o no quieren que nos enteremos nosotros) son ellos quienes los pueden percibir.

Tener una relación de puertas abiertas y de confianza (más que de mando militar que inhibe que nos compartan los errores o problemas) es un arma invaluable en el desarrollo del negocio y su crecimiento.

Pueden ser tus más leales defensores o tus peores enemigos. La gente que conoce las tripas de tu negocio puede ser quien te apoye incondicionalmente (o condicionalmente, no importa) en los peores momentos o quien pueda clavar el último clavo en tu ataúd. La calidad de empleados que tienes, la manera en que los capacitas y estas en contacto constante con ellos genera un ambiente en donde estos “peones” se puedan sentir también protegidos por el rey y se vuelvan los artífices para que tu hagas jaque mate.

                adinachel@gmail.com

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