Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

21 Jun, 2014

Los retos del negocio del futbol

El prestigiado semanario británico The Economist publicó recientemente un artículo denominado: “Juego bonito y negocio sucio” que habla acerca de la necesidad de reformar las instituciones de dicho deporte que en su torneo global atrae la atención de la mitad del mundo y genera ingresos para la Fédération Internationale de Football Association de cerca de cinco mil millones de dólares y se estima que para la economía de Brasil dejará una derrama de tres mil millones de dólares.

La publicación británica es contundente en señalar que hay serios cuestionamientos de corrupción que apuntan hacia el organizador así como un liderazgo que necesita ser renovado, sin embargo, lo cierto es que a todas la luces el evento está lejos de estar en una crisis al menos en la parte visible que corresponde a los estadios llenos y al seguimiento de la afición a escala global, sin embargo, tiene algunos retos.

El secreto

El secreto de la Federación consiste en ser quizás el primer ente de alcance global que entendió los wikinomics, es decir el papel colaborativo de su negocio dejando que en cada uno de los países sea la federación local la que se encargue de encauzar el negocio del futbol además ha sabido supervisar la ejecución de cada uno de los eventos deportivos, sin embargo, fue en 1978 en el encuentro en Argentina cuando João Havelange comenzó a establecer los primeros acuerdos exclusivos de marketing lo que permitió potenciar los ingresos del evento y capitalizar su alcance global. 

Los retos

La estructura del negocio del encuentro de futbol en Brasil puede estar en riesgo ante los crecientes costos de organización dado que las protestas que enfrentó Dilma Rousseff pueden derivar en un escepticismo de las naciones a la hora de aceptar patrocinar un evento de esta naturaleza. De acuerdo con el Economic Research Institute Foundation el costo de la organización del evento en Brasil habría tenido un costo de 11 mil 100 millones de dólares mientras que la de Sudáfrica requirió de una inversión de cuatro mil millones de dólares por lo que de continuar la tendencia el próximo evento tendrá un costo del doble aunque considerando que se organizará en Rusia y observando lo que se gastó en Sochi el costo podría ser aún más grande. A diferencia de Argentina 1978 la sociedad de la segunda década del siglo XXI no necesariamente deja a un lado el cálculo económico por la afición al deporte y Brasil es la prueba más contundente de ello. Hacia adelante la Federación de Futbol tendrá que preocuparse más por la dimensión social del evento en función de transmitir beneficios a la sociedad del país en el que opera de lo contrario la aversión al riesgo de los factores políticos podría imponerse después de Qatar.

Otro de los retos del actual modelo de negocios tiene que ver con los derechos de transmisión y es que vinculado a los mismos está apalancado los patrocinios corporativos a nivel global y nacional por lo que la fragmentación en la distribución de contenidos que ha comenzado a ocurrir gracias a la tecnología y que se irá agudizando en los años por venir amenaza los ingresos por transmisiones y, por lo tanto, los patrocinios corporativos. Será interesante observar cómo se consumió en el evento deportivo de Brasil y qué tanto la fragmentación que implica internet llevó a una diversificación de su consumo. Otro de los aspectos a observar en Brasil es en dónde y cómo vieron los partidos los menores de 25 años, que en el entorno urbano cada vez están más acostumbrados a recibir los contenidos a través de las distintas opciones que ofrece internet. En este caso parece que la tendencia está siendo anticipada por la Federación ya que realizó una comunicación muy ágil a través de redes sociales como Twitter ofreciendo resultados y comentarios en 140 caracteres lo que puede hacer pensar en que las nuevas generaciones habrán encontrado su contenido en sus plataformas favoritas como YouTube.

Por supuesto otro reto será remontar la mala imagen que comienza a trascender entre los fanáticos que somos todos cuando juega nuestro país.

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