Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

23 Jun, 2014

Cambiar a profundidad la estructura de la economía que nos había impedido crecer por más de 30 años es la difícil asignatura pendiente de México

El gremio de los economistas a nivel mundial está intentando discernir y corregir las razones que han llevado a la pérdida de dinamismo económico a los países de Occidente en los últimos años, acontecimiento que va más allá de los intermitentes ciclos económicos de corta duración que siempre habíamos experimentado.

México está intentando responder a ese reto con la aplicación de reformas económicas estructurales, mismas que no están resultando fáciles de instrumentar debido las ambiciones políticas que oponen intereses de grupo con bloqueos en los debates de la Cámara de Diputados y el Senado de la República.

Por su parte, los países de la Unión Europea van para una década con sus economías estancadas y con las consecuentes confrontaciones entre sus poblaciones por los altos índices de desempleo y pobreza que están sufriendo.

También vemos las migraciones de diversos segmentos de poblaciones del norte de Sudamérica y de Centroamérica, que pasan por México para dirigirse a Estados Unidos, por la creciente pobreza y falta de empleos en sus países. Y la nueva realidad de éstos, con los miles de niños de ocho a 17 años que —solos— atraviesan países para dirigirse al Norte, sin saber la recepción que les espera cuando lleguen a su meta que es Estados Unidos.

Un reciente informe de la revista The Economist, de Londres, ha concluido que los países ricos están desperdiciando su potencial productivo, ya que las cifras sugieren que muchas economías han sufrido un daño estructural que sólo puede corregirse a través de una reforma y un programa ambicioso de inversión en auge. Pero ninguna de esas dos cosas aparece en el horizonte.

Por su parte, Estados Unidos, después de siete años del inicio de la crisis y ante la imposibilidad de aplicar una política fiscal compensatoria por su debilidad financiera, decidió aplicar una política monetaria nueva de inyectar liquidez a sus mercados financieros con el objeto de generar demanda y luchar contra el elevado desempleo y promover crecimiento, pero su resultado ha sido insuficiente y el programa está concluyendo, sin la certeza de lograr éxito.

De hecho, desde principios de la recesión en 2007, a los economistas les ha preocupado su intensidad y duración, bautizándola como “gran recesión” que, por larga, podría sofocar la inversión, dejando a las economías mal preparadas para crecer en el futuro. Pero a medida en que dicha “gran recesión” parece retroceder, está siendo más fácil de evaluar.

Un estudio de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore, sumó sus costos al comparar las estimaciones del potencial económico, antes y después de la crisis, con cifras estimadas y dadas a conocer recientemente por la OCDE.

Según éstas, la periferia europea tuvo resultados negativos importantes: la producción potencial de Grecia, por ejemplo, cayó 30% por debajo de la tendencia, en comparación con la pérdida promedio ponderada entre los países ricos europeos, que en general alcanzó, según sus cálculos, 8.4% de pérdida: “el equivalente de como si toda la economía alemana se hubiera evaporado”.

Y en muchas otras economías ricas, el descenso en la producción potencial fue casi tan grande como la caída en la producción real.

Así, si Francia cumpliera su potencial actual, el Producto Interno Bruto (PIB) sería 2.7% más alto que en la actualidad, pero seguiría siendo 7.5% por debajo de lo que hubiera sido posible si no fuera por la crisis.

Las cifras sugieren que muchas economías del continente han sufrido un daño estructural de gran magnitu “que requerirá importantes esfuerzos para corregir”.

Otros estudios de la Universidad de Stanford, en California, diseccionan el “desastre macroeconómico” de Estados Unidos, para comprender mejor sus elementos: “de 2007 a 2013”, escribe su autor, Robert Hall, “la producción estadunidense cayó un acumulativo de 13.3% por debajo de su tendencia, previa a la crisis, y la mayor parte de ese déficit —con valor de 12.4 puntos porcentuales— ocurrió para fines de 2010, de manera que las causas del subdesempeño han cambiado con el tiempo y reflejan un padecimiento que pasó de lo grave a lo crónico.”

De ahí que podemos poner en contexto las palabras recientes de Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público, que ofrecimos en el encabezado de este artículo.

Dijo: “Reformar no es hacer magia; es cambiar a profundidad la estructura de la economía que nos había impedido crecer por más de 30 años. Esta es la ruta en la que estamos”.

 

 

(*) Presidente de la Federación de Colegios de Economistas de la República Mexicana, A. C.
@acanovelez

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