La lluvia de goles no dejará bonanza económica a Brasil

Días feriados para la burocracia cada que juega el equipo anfitrión, lo que casualmente aminora el tráfico vehicular, así como jornadas laborales acortadas causarán un boquete de 14 mil millones de dólares al país sudamericano
Economía -
Si bien el país se beneficia con obras de infraestructura como carreteras, realizadas para la fiesta deportiva, diversos estadios, como el de Fortaleza, no fueron terminados a tiempo y el ingreso de divisas por concepto de turismo apenas llegará a tres mil millones de dólares, muy por debajo de las pérdidas por baja productividad.  Foto: Reuters
Si bien el país se beneficia con obras de infraestructura como carreteras, realizadas para la fiesta deportiva, diversos estadios, como el de Fortaleza, no fueron terminados a tiempo y el ingreso de divisas por concepto de turismo apenas llegará a tres mil millones de dólares, muy por debajo de las pérdidas por baja productividad. Foto: Reuters

CIUDAD DE MÉXICO.- El ganador del Campeonato Mundial de Futbol Brasil 2014 se conocerá hasta el 1 de julio, pero el torneo ya es un éxito deportivo. Los empates, especialmente de la variedad 0-0, han sido misericordiosamente raros. Desde 1958 no se habían anotado tantos goles por partido en la etapa de grupos de una Copa del Mundo.

Sin embargo, ¿qué sucede fuera del campo?

Empecemos con la economía de Brasil. En general, coinciden los economistas, los grandes eventos deportivos tienen un impacto insignificante en la producción.

El dinero para la bonanza en infraestructura tan amada por los políticos no aparece de la nada, sino que se desvía de otras partes.

La productividad también desciende. Se han decretado días feriados en algunos días de partido para aliviar la presión sobre el deficiente transporte público. Antes del juego de Brasil contra Camerún el 23 de junio, por ejemplo, Brasilia era una ciudad fantasma. Para ahorrar a los fanáticos el inevitable embotellamiento, las instituciones públicas y empresas privadas dejaron salir temprano a los trabajadores.

La Federación de Comercio de Sao Paulo estima que la producción perdida como resultado pudiera alcanzar los 14,000 millones de dólares, alrededor de toda la inversión en la Copa del Mundo en conjunto.

Los ingresos relacionados con el turismo, que el gobierno sitúa en 3,000 millones de dólares, no compensarán esto.

Por cada fanático del futbol que vino a ver jugar a su equipo, un turista es ahuyentado por las multitudes y los precios. Los encuentros de negocios en destinos populares como Sao Paulo o Recife, en el estado de Pernambuco, han sido cancelados. Gelsa Lima, que opera un puesto de comida en la terminal de autobuses en Natal, capital de Río Grande do Norte, se queja de que la actividad no es mejor que lo común.

La expectativa de la secretaría de Turismo del estado de 300,000 visitantes extra este año, comparado con 2013, parece optimista.

Las ciudades anfitrionas cuentan con alguna infraestructura nueva, aunque muchos cuestionan si fue del tipo que se necesitaba más urgentemente.

Natal tiene un vistoso aeropuerto. Los taxistas en Recife dicen que el tráfico se ha aligerado gracias a un nuevo viaducto que vincula al norte y el sur de la ciudad. Brasilia, Curitiba y Salvador construyeron nuevas autopistas hacia sus aeropuertos.

Las graves inundaciones debidas a las lluvias inusualmente fuertes que afectaron a Natal en la última semana “habrían sido peores si no fuera por la Copa”, dice Demetrio Torres, secretario especial para asuntos de la Copa del Mundo en Río Grande do Norte.

Un centro de operaciones conjuntas creado para la ocasión ayudó a la policía, los bomberos y la defensa civil a coordinar sus acciones. Como parte de sus preparativos, la ciudad también comenzó a construir un nuevo sistema de drenaje.

No todo ello estuvo  listo a tiempo, un tema recurrente en las ciudades anfitrionas. De 10 proyectos de movilidad urbana planeados en Curitiba para la Copa, sólo la autopista hacia el aeropuerto ha sido completada, según Olga Firkowski, que supervisa esos planes en la Universidad Federal de Paraná.

En otros lugares, muchos fueron terminados en el último minuto. Un olor a cemento y pintura fresca persiste en la nueva terminal de Natal. La capa de asfalto en la carretera hacia el aeropuerto de Salvador está tan fresca que largos trechos carecen de carriles marcados.

Sin problemas extraordinarios

Sin embargo, los fanáticos no se pueden quejar. Excepto por el raro embotellamiento de trafico en Sao Paulo o las calles en reparación de Natal, han enfrentado pocos obstáculos.

Los vuelos operan a tiempo y autobuses transportan a los fanáticos a las sedes. Adrian Richardson, un fanático californiano que recorre el noreste para ver jugar a Estados Unidos, admite que las carreteras son peores y la presencia policiaca mayor que durante la última Copa del Mundo en Sudáfrica. Sin embargo, añade, “las fiestas son mejores”.

Los activistas que contaban con las fallas organizacionales para incitar a sus conciudadanos al tipo de protestas que llevaron a más de un millón de ellos a las calles durante un torneo de calentamiento en junio pasado han quedado decepcionados.

Si se suman 147,000 policías y soldados, poco sorprende que las manifestaciones contra la Copa hayan sido hasta ahora en su mayoría pequeñas y pacíficas.

Sin embargo, la Presidenta Dilma Rousseff no debería sentirse reconfortada. Aunque fallas serias casi seguramente habrían hecho mella en su popularidad, la operación sin contratiempos del torneo no le ha ayudado.

Un sondeo realizado por IBOPE, una encuestadora, a los pocos días de la competencia, encontró que, por primera vez, más brasileños piensan que el gobierno de Rousseff está haciendo un mal trabajo que uno bueno; aunque ella misma goza de altas calificaciones personales.

Los políticos del Partido de los Trabajadores, que esta semana confirmaron a Rousseff como su candidata para las elecciones presidenciales de octubre, habían advertido contra la politización de la Copa. Ahora quizá desearían que fuera un poco más política.

Si alguien se está anotando puntos, son los gobiernos locales. Los residentes de Salvador atribuyen los logros de infraestructura de su ciudad a Antonio Magalhaes Neto, un alcalde bastante nuevo cuyo partido demócrata es parte de la oposición nacional.

Los habitantes de Recife atribuyen a Eduardo Campos, que ha renunciado como gobernador de Pernambuco para enfrentar a Rousseff en octubre, el haber puesto a prueba adecuadamente los estadios y enlaces de transporte.

Sin embargo, la Copa del Mundo está resultando girar principalmente en torno al futbol. Es un viejo juego divertido.

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