Manuel Somoza

Inversión inteligente

Manuel Somoza

3 Jul, 2014

Por qué la importancia de las reformas

En los últimos meses uno de los temas más álgidos en la política mexicana, es la aprobación por  el Congreso de las leyes secundarias en torno a la Reforma en Telecomunicaciones y la Reforma Energética. Estas dos reformas son muy  importantes porque en el mediano y largo plazo, son las que más pueden influir para que se incremente la inversión tanto nacional como extranjera, lo cual ayudará a que la economía mexicana mejore sensiblemente. La última reforma, verdaderamente transformadora que tuvimos en este país, fue la creación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLC); a partir de este histórico acuerdo, México se convirtió en una potencia exportadora y esto no es una exageración. En este ejercicio, México exportará más de 404.57 mil millones de dólares; de los cuales, las manufacturas representarán el 88.45 %,  y el petróleo 11.55%. En el año de 1993, fecha de la firma del TLC, exportábamos 51.89  miles de millones de dólares de los que el petróleo representaba 14.81% y el 85.19% correspondiente a manufactura.

Debido a lo anterior el comercio exterior se convirtió en el motor más importante del crecimiento de México, aunque también nos hizo una nación tremendamente dependiente de nuestro principal socio comercial que es EU; país al que van a dar 85% de nuestras exportaciones, y del cual importamos un porcentaje parecido.

Dicha dependencia se torna  tan importante, porque después de esta gran reforma, se detuvo el proceso legislativo y se quedaron pendientes los cambios que deberían de fortalecer el mercado interno, con el fin, de no únicamente depender de nuestras ventas al exterior.

Las razones de la parálisis legislativa tiene causas meramente políticas, que no me toca a mí  analizar; sin embargo sí quiero resaltar que fue la mezquindad, de una parte muy importante de la clase política mexicana, la responsable de esta situación.

Hoy, estas reformas están en proceso de ser aprobadas; los detractores históricos de ellas, siguen pataleando para que nunca vean la luz o cuando menos se retrase su autorización, viendo siempre el beneficio personal o partidista antes que pensar en lo que México necesita… ¡así son muchos políticos! A pesar de todo, esta vez creo que las reformas sí van a prosperar.

Es cierto que una vez autorizadas no van a reportar resultados inmediatos, éstos habrá que esperarlos hacia finales del 2016, pero lo que sí es un hecho, es que cambiarán el ánimo de los inversionistas; principalmente de los mexicanos —ya que los extranjeros están más animados—, y la generación de expectativas será un catalizador positivo para que los procesos de inversión se empiecen a conformar. Las reformas no se deben retardar, hemos esperado mucho tiempo para tenerlas. Como sociedad debemos presionar a que los legisladores y sus partidos las impulsen; por supuesto que las discutan, analicen y enriquezcan, pero que no las detengan para seguir en ese juego político que lastima tanto a los mexicanos. Los detractores de estas dos importantes  reformas ya no tienen argumentos válidos para defender su postura, sólo tienen su ignorancia y falta de visión de su lado.

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