Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

7 Jul, 2014

El Jurassic Park mexicano crece

Los gobiernos mexicanos han impulsado la idea, y la sociedad la ha comprado, de que los mercados libres donde quienes ofrecen bienes y servicios compiten son una especie de dragón que devora a los indefensos consumidores.

Con esa filosofía han tomado decisiones y aplicado políticas públicas para impulsar y proteger los monopolios.

Gracias a eso, México es una especie de Jurassic Park donde sobreviven y progresan los más diversos monopolios, cuyo tamaño y poder les permiten fijar condiciones, precios y calidad a los consumidores.

Antes de las privatizaciones, los grandes monopolios en todos los rubros, telefonía, aviación siderurgia, banca por una década, pertenecían al gobierno.

El principal problema de los monopolios estatales es que perdían carretadas de dinero y, en parte, ese hecho impulsó la decisión de venderlos a inversionistas privados.

Muchos pensamos, entonces, que debido a que quienes impulsaban la privatización eran funcionarios que, empezando por el entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, habían estudiado en Harvard, Yale, el Massachusetts Institute of Technology, y aseguraban que la privatización traería grandes beneficios al país, así sería.

Lo lamentable es que, o no les enseñaron que la competencia es vital en cualquier economía moderna o no fueron a esa clase o sus conocimientos académicos fueron sepultados por conveniencias políticas.

Lo cierto es que privatizaron mal.

En lugar de privatizar los monopolios estatales con el propósito de crear dinámicos mercados de competencia, vendieron las empresas al mejor postor o al mejor amigo.

Y así murieron los monopolios públicos y nacieron los monopolios privados.

Hoy, en medio de reformas trascendentes como la de telecomunicaciones y la energética, parece que se mantiene la filosofía de preservar el Jurassic Park mexicano; con otras reglas, si se quiere, pero mundo de los monopolios al fin y al cabo.

No se observa en la Reforma de Telecomunicaciones aprobada en el Senado de la República y en tránsito hacia la Cámara de Diputados que haya reglas para inducir la competencia en el sector; pero sí se ve protección hacia los oligopolios existentes en todos los rubros de ese sector de la economía.

Que se quede lo que está, que rinda mejores cuentas al gobierno y que nadie le incomode con la competencia.

Y en la Reforma Energética se observa lo mismo: protejamos a los monopolios ineficientes de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), abramos la puerta al sector privado, siempre y cuando no le compitan a los monopolios estatales y olvidémonos de la competencia.

El Estado mexicano cree firmemente que la competencia es dañina para el consumidor y pone reglas para que no exista.

Los datos dentro del propio México dicen lo contrario.

Fue un mercado vibrante en competencia lo que permitió que más de seis millones de mexicanos se hicieran  de una casa en los últimos 15 años. Se competía por precio, por tasas de interés, por plazo de los créditos.

Cuando las empresas participantes se equivocaron, simplemente quebraron.

Lo vemos también en el mercado automotriz. Muchas marcas y modelos, muchas empresas compitiendo por el favor del consumidor.

El resultado es que los vehículos no han aumentado sustancialmente de precio, han mejorado su calidad y el consumidor recibe, además de carro, aunque sea unos tapetes cuando no el seguro o un bono de descuento.

Pero son garbanzos de a libra. No se observa lo mismo ni en la energía donde los precios son cada vez más altos ni en el mercado de las telecomunicaciones, por ejemplo.

El consumidor mexicano ha sido y sigue siendo la víctima de esa filosofía mexicana de crear y proteger monopolios.

Pero lo más grave es que  la existencia de monopolios también frena el dinamismo de la economía mexicana.

Si la tasa promedio de crecimiento económico anual es de apenas alrededor de 2%, la tasa de crecimiento y rentabilidad de los mercados monopólicos es mayor a los dos dígitos.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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