Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

14 Jul, 2014

Se acaba el milagro económico brasileño

La final del Campeonato Mundial de Futbol será también el final de un Milagro Económico Brasileño que nunca existió y que desembocará en una severa crisis económica.

Brasil pagará los costos del populismo que Lula da Silva vendió como milagro económico y que hoy tiene a la mayor economía de América Latina con una inflación creciente, una economía frenada y atorado por una burocracia feroz, un intervencionismo estatal retrógrado, un descontento social al borde del estallido y una corrupción feroz.

Los datos de la economía brasileña de hoy dicen que la crisis ya llegó y que será mucho mayor de lo que se ve:

La inflación ha empezado a subir y llegó ya a su máximo nivel en 12 meses, 6.52%; el crecimiento económico se debilita y apenas hace unos días el Banco Central de Brasil bajó su estimación de crecimiento para este año de 2% a 1.6%. De hecho, el crecimiento de los últimos tres meses es apenas la mitad de los tres meses anteriores.

La presidencia de Lula da Silva les costará muy cara a los brasileños. Lo que hizo Lula es lo que hacen todos los populistas y que venden como milagro: aumentan el gasto público, Lula lo pasó de 20 a 40% el PIB; meten la mano del Estado a la economía, controlan los precios, desequilibran las finanzas públicas y hoy el déficit brasileño se acerca a 4% de PIB; atoran la actividad económica con burocracia y enredan la recaudación tributaria.

El Brasil de hoy es un país donde es muy difícil hacer negocios y por eso está en el lugar 116 de 189 países, según la medición Doing Business del Banco Mundial.

Para asegurar ingresos y sostener gastos, el gobierno brasileño cobra elevados impuestos, una tasa de 40% de Impuesto Sobre la Renta por ejemplo y los organismos internacionales han calificado al sistema impositivo brasileño como “el más oneroso del mundo”.

Tanto la pesada carga fiscal como el burocratismo y los excesos regulatorios han creado un ambiente propicio para la inversión y han empujado a la economía a la improductividad y la ineficiencia.

Pensar que la salida es abrir la economía, muy protegida de la competencia por el propio gobierno se ve poco factible, ya que las empresas brasileñas no podrían competir con las cargas fiscales y regulatorias que hoy padecen.

El caso de la productividad vale la pena mencionarlo, ya que el PIB per  cápita de Brasil tiene dos años consecutivos cayendo.

Esas cifras son la muestra de que el modelo brasileño de desarrollo perdió tanta magia como su futbol.

La economía ya no responde a los aumentos del gasto público y cada vez los desequilibrios son mayores; está produciendo deudas, que llega ya a 66% del PIB y presiones inflacionarios que no se paran con el control de los precios.

El intervencionismo del gobierno en la economía ha debilitado las fuerzas productivas del país y ha creado un ambiente negativo para los negocios y la creación de empleo.

Complemento de este difícil panorama es la corrupción y que tiene su más reciente demostración en la forma como se manejaron los dineros para organizar el Mundial del futbol.

El evento costó 38 mil millones de dólares, casi cuatro veces lo que se había presupuestado, diez mil millones de dólares; en estadios y seguridad se gastaron 11 mil 754 millones, casi el doble de lo presupuestado.

Hay quienes dicen que las inversionistas y gastos hechos para el Mundial y el aumento en los ingresos por el turismo y el consuno en el torneo, impulsarán la recuperación económica brasileña.

Sin embargo, un estudio realizado por la Universidad de Hamburgo indica que ni el Mundial de Francia en 1998 ni el de Alemania en 2006 impactaron favorablemente las economías de esos países. De hecho, en ambos casos el PIB cayó en los años siguientes a la celebración.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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