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14 Jul, 2014

El peor problema de Brasil no fue perder el Mundial

Tras un mes inmersos en la fiebre del Mundial de Futbol, los brasileños regresan hoy a la realidad que los tiene inmersos entre inflaciones altas, desempleo, un pobre dinamismo económico y, sobre todo, un halo de incertidumbre que crece cada vez más de cara a las próximas elecciones presidenciales.

Y es que tras ser considerado como un milagro de la economía en la primera década del siglo XXI, el Brasil reformista de Luiz Inácio Lula da Silva, que alcanzara crecimientos de 7.5% en 2010 se encuentra hoy en el borde de una espiral negativa que lo acerca peligrosamente a la estanflación (estancamiento con inflación).

El problema de los cariocas se potencializa aún más con un proceso electoral que deja a la actual administración atada de manos para apoyar con algún tipo de programa contracíclico a la economía.

Conforme pasan los meses y se acerca la elección, Dilma Rousseff va perdiendo puntos en las encuestas de popularidad, al tiempo que el mercado sigue deteriorando el panorama sobre la actividad económica. Para muestra, la propia encuesta que el Banco Central de Brasil conduce entre los intermediarios financieros, quienes ubican en 1.07% el PIB de este año.

El deterioro es progresivo y es que para darnos una idea los propios especialistas auguraban en diciembre de 2013 que el PIB lograría alcanzar 2.10% en este año.

Lo más grave de esta situación es que al gobierno brasileño le ha costado trabajo reconocer el deterioro del panorama y, por el contrario, se torna optimista, pues considera que el crecimiento puede alcanzar 2% al cierre del año.

De cualquier manera, si el resultado esperado por el mercado o por el mismo gobierno se materializa, éste sería el cuarto año consecutivo de un Brasil al que le ha pesado considerablemente el enfriamiento de la demanda externa (principalmente la de Europa y China) e incluso al que el enfriamiento de la actividad interna lo ha paralizado.

Es importante tener en cuenta que, según los últimos datos publicados por la Agencia de Estadística Brasileña,  el gasto en consumo de las familias se encuentra en niveles de la crisis de 2008, es decir, 2.2% en el primer tercio del año, mientras el sector manufacturero creció apenas 0.83% en el mismo periodo por su dependencia de la evolución de la economía china.

A este panorama se une una inflación rondando la parte superior del rango objetivo del Banco Central al marcar 6.52% en el mes de junio. Básicamente el alza de precios ha sido provocada por un incremento en el costo de los servicios por el Mundial de Futbol.

Aquí las autoridades tienen un margen de maniobra extremadamente acotado. El Banco Central ya apretó la política monetaria hasta llevar la tasa de referencia a 11% y utilizó además un mecanismo de oferta de dólares que hasta hoy alcanza los 200 mil millones para “anclar” artificialmente su tipo de cambio, por lo que ahora no tiene más que esperar para medir los efectos.

Hasta este punto se necesitan muchas cosas para cambiarle la cara a la economía brasileña, pero en un marco electoral el impasse durará por lo menos hasta entrado 2015 y, aunque en este punto se den a conocer medidas para paliar la situación, no será sino hasta más adelante cuando la tendencia del crecimiento comience a corregirse, siempre en función de la agresividad de estos cambios.

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