Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

21 Jul, 2014

Sinergia negativa

En las semanas recientes han ocurrido eventos que, con apariencia distinta, quizá tengan elementos comunes. Los primeros que se me ocurren es que al momento de su aparición hacen un gran impacto en los mercados y pocos días después desaparecen del radar del inversionista, aparentemente. En consecuencia, los mercados restablecen su tono “normal” de operación y se enfocan en los temas habituales de información.

Esto último no implica que la importancia de lo que ocurre sea menor; al contrario. Si bien de manera aislada pueden no causar un cataclismo global, pienso que pueden ser un ejemplo básico de sinergia: el todo es mayor que la suma de las partes. En este caso, la acción aislada de cada evento de inestabilidad, al sumarse, provoca una condición inestable mayor.

Excepto el evento del Banco Espirito Santo, de Portugal, que conocimos hace un par de semanas, en los pasados meses los temas que han causado preocupación de manera aparentemente sorpresiva son los que tienen que ver con conflictos geopolíticos: la guerra civil en Libia, aún no resuelta, el levantamiento armado en Irak, y en los días recientes, el ataque e invasión israelí a la franja de Gaza, y claro, el derribo del avión de Malaysia Airliness, considerado una consecuencia del conflicto entre Rusia y Ucrania que, a raíz de este suceso, deja de ser un conflicto entre dos actores —de hecho nunca lo ha sido— para incluir directamente a varios más.

El pasado 9 de abril, en la Consejería de ese día, escribí a propósito de la reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional que los conflictos geopolíticos eran una de las principales preocupaciones de ese organismo multilateral, en relación con las posibilidades de recuperación económica global. Este tema lo he traído a este espacio desde entonces; creo que, más allá de las fechas, siempre es un asunto recurrente para mí.

También vale recordar que los problemas de inseguridad y crimen organizado en México, desde hace meses, ocupan el primer lugar entre los aspectos que pueden limitar el crecimiento económico. En la encuesta mensual que Banxico realiza entre analistas del Sector Privado y que, salvo su mejor opinión, amigo lector, es una especie de conflicto geopolítico al interior de nuestra fronteras.

Al final, lo que pienso es que este tipo de situaciones hablan de la disminución y debilitamiento de la presencia del Estado y del conjunto de normas que en el tiempo se desarrollaron para que estas entidades existieran y las sociedades funcionaran de manera más o menos armónica. Y tal situación pienso que ha propiciado la fragmentación de los Estados, que, tal vez afectados —entre otras cosas— por las largas y profundas crisis económicas, pierden capacidad de control sobre todos los aspectos que conforman la vida de las naciones.

En contraparte, las sociedades —sujetas a normas más relajadas—, de manera casi espontánea, empiezan a desarrollar sus propias normas de conducta y convivencia que, si bien por una parte hablan de una evolución de la conciencia y de mayor participación de los grupos e individuos que las conforman, son menos estables y eventualmente tienden a desembocar en situaciones caóticas. Un ejemplo puede ser el derribo del avión malayo por parte de, aparentemente hasta el momento, los separatistas de Ucrania —hasta crearon lo que ellos llaman la República Independiente de Donetsk—, “apoyados” por Rusia, y en otra dimensión, los grupos de autodefensa en nuestro país, que fueron “formalizados” por el gobierno. 

Lo que hemos atestiguado no son grandes conflictos, sino situaciones relativamente pequeñas, en territorios o regiones muy localizables, y con intereses o motivos que refieren a dos actores en pugna. El problema que esto supone, desde mi óptica, es que por su naturaleza crean inestabilidad y al final tienden a ser difíciles de controlar, pues tienen acceso a recursos que les dotan de un poder que, por lo general, son incapaces de administrar, además de causar confusión en el resto de la sociedad y de los observadores que existen alrededor de ella —internacionales, nacionales, regionales e incluso, los muy locales—, fragmentando aun más las ideas y opiniones, y así, los procesos que pueden conducir a un acuerdo y a una solución de los conflictos.

Que los conflictos sean aislados geográficamente hablando, de aparente naturaleza distinta por sus causas y orígenes, que dejen de ser la primera nota en los medios de comunicación masiva y global —o local— no significa que sean asuntos menores, o que se hayan evaporado en el ambiente y aun menos que se hayan resuelto. Que nuestro interés por lo general se centre en cantidades, tasa de rendimiento o datos sobre la inversión y el crecimiento, no supone que las grietas en otras capas de la vida global se cierren; por lo visto, tienden a crecer. Suerte.

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