Fausto Barajas

Fausto Barajas

22 Jul, 2014

¿Hacia una nueva arquitectura financiera mundial?

Al iniciar la década pasada, el economista Jim O'Neill, de Goldman Sachs, acuñó el acrónimo BRIC para referirse a los países Brasil, Rusia, India y China (a partir de 2011 se denominó BRICS con la inclusión de Sudáfrica) cuyo dinamismo económico, riqueza natural, área geográfica y demografía los colocaba, según O'Neill, como países dominantes del orden económico mundial hacia un horizonte tendiente a 2050, aunque la idea original de esta agrupación por parte de O'Neill se refería hacia una opción para realizar inversiones financieras en estos países con la perspectiva de obtener atractivas tasas de rendimiento para los clientes de Goldman.

Fue hasta 2009 cuando los cuatro países originalmente denominados BRIC realizaron una agrupación oficial enfocada a reforzar los lazos políticos y económicos a través de la celebración de la Primera Cumbre BRIC, y a partir de entonces se han llevado a cabo cinco cumbres adicionales siendo la más reciente la efectuada en julio de este año.

En esta última reunión, se realizó un importante acuerdo por parte de los miembros al anunciar la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por sus siglas en inglés) con un capital inicial de 50 mil millones de dólares (cada uno de los países aportarán una quinta parte por igual) y que podría ampliarse hasta 100 mil millones.

El principal objetivo de este Banco será el de financiar proyectos de infraestructura de los países miembros e impulsar su crecimiento económico, en un entorno de sustentabilidad ambiental y social, aunque también se erigiría como una alternativa de financiamiento para otros países en desarrollo.

Asimismo, en esta cumbre también se habló de la creación de un Acuerdo de Reservas de Contingencia (CRA, por sus siglas en inglés) por un monto de 100 mil millones de dólares, de los cuales China aportaría 41 mil millones, Rusia, Brasil y la India lo harían con 18 mil millones cada uno y Sudáfrica con cinco mil millones, el cual tendría como principal función la de proporcionar liquidez para hacer frente a las crisis, derivadas de volatilidad cambiaria o de fuga de capitales que pusieran en riesgo la estabilidad macroeconómica y financiera de los países miembros.

Entre las razones que se atribuyen a la creación de estas instituciones están las de tener organismos financieros paralelos a los ya establecidos para recurrir cuando así lo requieran, en los que se contaría con representatividad y voz igualitarias, situación que no sucede con los que serían sus similares más cercanos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), en los que los países más desarrollados tienen una mayor injerencia y poder de decisión.

La creación de estas instituciones por parte de los BRICS podría representar el inicio de una transformación de la actual arquitectura financiera mundial, la cual ha estado dominada y determinada desde hace 70 años por el FMI y el BM que a través de la imposición de estrictas condiciones crediticias han auxiliado a las naciones en desarrollo cuando atraviesan crisis financieras, en los que su población ha padecido severas medidas de austeridad.

Aunado a lo anterior, no sólo  se está lanzando al mundo el mensaje de que los miembros de los BRICS están acentuando sus relaciones comerciales, financieras y de inversión, sino que  también estarían generando un bloque, liderados por China, que busca tener un mayor peso político en las discusiones y decisiones económico-financieros internacionales, situación que no se vislumbra descabellada si se considera la creciente importancia económica en los últimos años: en 1993, el Producto Interno Bruto (PIB) conjunto de los BRICS aportó 5.6% al PIB Mundial y 5.1% del comercio externo global (exportaciones más importaciones), mientras que en 2013 esas relaciones ascendieron a 21.3 y 17.3%, respectivamente.

Sin embargo, el fortalecimiento de las relaciones entre los países miembros no puede considerarse positivo si sólo se centran en cambiar el equilibrio financiero internacional, sino que lo anterior debe de traducirse en la búsqueda de incrementar la calidad de vida de su población, la cual a pesar de los avances en materia macroeconómica de los últimos años aún registran severos atrasos en materia de pobreza y desigualdad social: cifras estimadas para 2009 por el Banco Mundial, señalan que la población total de los países miembros de los BRICS ascendió a dos mil 907 millones de personas, de las cuales, mil 228 millones vivían con apenas dos dólares diarios (ajustados con el poder de paridad de compra), lo cual indica la magnitud de los esfuerzos que tienen que realizar estos países para resolver gradualmente los rezagos que históricamente han arrastrado.

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