Shell, Exxon y las emisiones de carbono, a punto de hacer colisión

Las políticas favorables al medio ambiente y el crecimiento económico no son mutuamente excluyentes. La mayoría de los gobiernos quiere ambas cosas y las empresas harían mal asumiendo que van a sacrificar lo primero por conseguir lo segundo
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Foto: Thinkstock
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CIUDAD DE MÉXICO, 23 de julio.-En septiembre del año pasado, un grupo de inversionistas institucionales con tres mil millones de activos bajo administración preguntó a las 45 empresas petroleras más grandes a escala global o cómo el cambio climático podría afectar a sus negocios y, en particular, si alguna de sus reservas de petróleo podría llegar a ser un activo inservible si las leyes para frenar las emisiones de dióxido de carbono se volvieran sumamente rígidas.

ExxonMobil y Shell fueron las primeras en hacer su evaluación del riesgo, al que calificaron
con cero.

“No creemos que ninguna de nuestras reservas probadas será abandonada”, afirmó Shell.

En muchas áreas comerciales, los gerentes están tratando de aprovechar el poder de los mercados con fines ambientales. Sin embargo, en el petróleo y el gas, el negocio que genera la mayor cantidad de emisiones de carbono, los inversionistas y gestores parecen fijar un curso de colisión.

Descartan modificaciones

Los gigantes del petróleo dan tres argumentos. En primer lugar, durante los próximos 40 años el crecimiento de la población y de los ingresos nacionales hará que se incremente la demanda de energía, especialmente en los países en desarrollo. Exxon reconoce que los combustibles fósiles representarán tres cuartas partes de la demanda en 2040 y las energías renovables, como la energía solar y eólica, sólo cinco por ciento. Shell pone la cuota de combustibles fósiles en dos tercios. Esto mantendrá los precios del petróleo altos.

En segundo lugar, las empresas descartan la idea de que los gobiernos hagan algo para cambiar esto. Como Shell dice, “nosotros no vemos a los gobiernos tomar las medidas ahora que son consistentes con el escenario de dos grados centígrados”, es decir, lo que limita las emisiones de carbono a fin de limitar el aumento de las temperaturas de la superficie del planeta a dos grados centígrados sobre los niveles preindustriales.

Estas medidas supondrían la reducción de emisiones de gases que alteran el clima en 80 por ciento para 2050 que, según Exxon, se encuentra fuera “del rango razonablemente probable”.

Jeremy Leggett de The Carbon Tracker Initiative, un grupo que brinda asesorías a los inversionistas, piensa que las empresas petroleras están apostando a que la energía a precios asequibles sobrepasará al cambio climático como una preocupación política.

En tercer sitio, Shell hace una afirmación más limitada: Desde lo que llama “reservas probadas vida” —reservas comprobadas divididas por la tasa de producción— que sólo son de 11.5 años, su valor actual no se verá afectado por los límites reglamentarios en 20 o 30 años. Aunque un proyecto de petróleo puede funcionar durante décadas, según la compañía, el periodo de recuperación de la inversión se concentra en los primeros años, por lo que habrá pagado su camino mucho antes de que las leyes se endurezcan lo que, según Shell, no va a suceder de todos modos.

Así que, ¿ los inversionistas están contentos suponiendo que las empresas están en lo cierto, que por sus acciones harán montones de dinero sin importar lo que pase con el clima?

Por supuesto que no. The Carbon Tracker Initiative ha escrito a Shell para oponerse a sus argumentos. Se dice que la proporción de las emisiones del mundo sujeta a algún tipo de legislación ha aumentado a más de la mitad desde dos tercios a partir de 2007, aunque Australia desechó recientemente su sistema de comercio de bonos de carbono. En otras palabras, los gobiernos no son tan garrafales como la consultora piensa.

Medio ambiente y crecimiento, ligados

Por otra parte, expone que las políticas favorables al medio ambiente y el crecimiento económico no son mutuamente excluyentes. La mayoría de los gobiernos quiere ambas cosas y las empresas harían mal asumiendo que van a sacrificar lo primero por conseguir lo segundo.

The Carbon Tracker Initiative también piensa que Shell se está volviendo demasiado dependiente de los altos precios, al señalar que la proporción de su producto potencial, proveniente de proyectos con un punto de equilibrio de 80 dólares el barril a precios corrientes, se duplicará de aquí a 2025, tomando en cuenta las propias cifras de la empresa.

Esto haría que la empresa vulnerable a un precio del carbono que podría cambiar la demanda más allá del petróleo hacia la energía baja en carbono.

El grupo asesor critica que todas las empresas petroleras hacen muy poco para diversificar sus riesgos. Se dice que planean destinar 490 mil millones de dólares en una inversión de capital a un año, más del doble de lo que pagan por dividendos, sobre las reservas que requieren de un precio del petróleo de 80 dólares. Es cierto que las petroleras también están vendiendo más gas natural, pero en general, están haciendo una apuesta doble o nada en petróleo caro, según la consultoría.

Las compañías tienen parte de razón al decir que los gobiernos no hacen lo suficiente para controlar la temperatura global. Esto sigue siendo la política oficial en casi todas partes, a pesar de que es sólo cuestión de tiempo antes de que alguien rompa filas y diga que no se puede lograr.

Si los directivos de las petroleras tienen razón, sobre todo si el clima no se calienta tanto como los científicos temen, los inversionistas querrán poner su dinero en activos de petróleo productivos.

Si The Carbon Tracker está en lo correcto, entonces van a volcar las acciones del petróleo, que es lo que debería ocurrir si las compañías hacen una gran apuesta que va a fallar.

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