David Páramo

Análisis superior

David Páramo

28 Jul, 2014

Golpes sindicales

Las leyes secundarias tanto a las telecomunicaciones como al sector energético están llegando al punto en el cual sacan a los sindicatos de telefonistas, Petróleos Mexicanos y de Comisión Federal de Electricidad de la zona de confort en la que han estado durante décadas en contra de la productividad de las empresas.

En el caso de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez ya hizo sentir que en el caso de la eventual venta de activos de América Móvil ellos quieren el contrato colectivo de la nueva empresa.

Aquí es necesario hacer algunas precisiones.

Hace unas semanas, el consejo de administración de América Móvil anunció que en menos de seis meses venderían activos suficientes para no estar dentro de las normas de preponderancia establecidas por el Instituto Federal de las Telecomunicaciones.

Hasta ahí los hechos y desde ese punto se abrió cualquier cantidad de especulaciones sobre qué venderán, en qué condiciones y a quiénes. Bueno, no han faltado los que ya hasta establecieron compradores cuando no se sabe, bien a bien, qué es lo que van a vender y en qué condiciones.

Quien diga que puede estar interesado o no, únicamente está hablando de una idea o de una posibilidad que requiere una gran cantidad de definiciones.

Hay quienes han olvidado que la empresa debe presentar al instituto que encabeza Gabriel Contreras un programa de venta de activos a través del cual lleguen al punto correcto, es decir, tener un tamaño o cumplir normas que permitan la competencia a favor de los consumidores por la vía de mejores precios y servicios, así como por la entrada de nuevos agentes económicos o el crecimiento de los existentes. Una empresa puede decir cualquier cosa, pero debe cumplir con las normas.

En segundo término, hay quienes pueden especular cualquier cantidad de horas sobre la nueva empresa que, insistimos, será muy probable, pero de ahí al intento de meter la mano por parte del sindicato hay una gran distancia.

Sin detenernos en la parte legal sobre los contratos colectivos, la simple posibilidad de que haya trabajadores del sindicato que lleva el decano de los líderes gremiales podría disminuir el propio valor que podría tener la nueva empresa.

Hernández Juárez y su sindicato han sido dóciles hasta la ignominia con Teléfonos de México. ¿Con la nueva empresa serían igual de dóciles o se convertirían en un problema? Los sindicatos, como demuestra la experiencia, pueden ser un problema mayor no sólo por el costo laboral, sino por las actitudes que podrían servir al otro patrón.

PETROLEROS

Tradicionalmente se ha dicho que gran parte de los problemas de Pemex, y en menor medida de CFE, tienen que ver con su régimen fiscal o la necesidad de una reforma como la que se ha venido construyendo en los últimos días y está por llegar a su fase final.

Durante toda la negociación, poco se habló de los sindicatos y cómo se verían afectados por el cambio estructural de las empresas. Necesario desde cualquier punto de vista, puesto que, por ejemplo, en el caso de los petroleros representan un pesadísimo lastre para el desarrollo de la empresa estatal.

Empresas de otras latitudes tienen dos o tres veces menos trabajadores y, evidentemente, con condiciones menos “generosas”, por así decirlo, de las que tienen los sindicalizados mexicanos. Las protestas que realizaron durante los últimos días y los chantajes en el Congreso de la Unión son, hasta cierto punto, lógicas, pero no deben ser un motivo para que los legisladores vayan para atrás.

La transformación de México, como la ha planteado el presidente Enrique Peña Nieto, requiere que todos aquellos quienes han tenido privilegios en contra de la mayoría los pongan a un lado por el bienestar de todos.

Es difícil exigir a quienes han tomado posiciones monopólicas y privilegios muy por encima de los demás que actúen en consecuencia, que entiendan una meditación de Marco Aurelio: “Lo que beneficia a la comunidad no daña al individuo”.

DESAPARECIDO

La única relevancia que tiene el proceso de Banco Bicentenario es que es el primero que se da con normas que, curiosamente, las instituciones de crédito pidieron prácticamente después de la oleada de fracasos bancarios en la década de los noventa.

El proceso anterior no era el adecuado. Primero la CNBV debía intervenir al banco y después entrar al proceso de quiebra. Ahora se entra de una manera más ordenada que impide el contagio hacia otros bancos o que los interventores “se enamoren” de la institución y sean un problema para la propia resolución bancaria.

Bicentenario fue uno de las muchas instituciones que creyeron poder dar el paso para convertirse en bancos; sin embargo, el problema está dado en función de que se trata de un negocio de muy elevados requerimientos de capital y regulatorios, así como una competencia verdaderamente intensa.

Hay quienes tratan de hacer creer que la desaparición de Bicentenario tiene que ver con las barreras de entrada y algunas otras cosas obvias contenidas en el estudio que realizó la Comisión Federal de Competencia Económica, que mal lleva Alejandra Palacios, cuando en realidad los problemas de este banco tienen que ver con algo mucho más sencillo: se equivocaron en el modelo de negocios y no tuvieron capacidad para mantener los índices de capital adecuados.

No debe sorprender que haya bancos que fracasen ni tampoco algunos otros que se fusionen o sean adquiridos por otros. Lo que debe verse con muy buenos ojos es el procedimiento no sólo de la comisión que encabeza Jaime González Aguadé y del IPAB, que tiene como secretario ejecutivo a Lorenzo Meade, que muy rápidamente lograron detectar el problema y acotarlo sin dañar a los depositantes ni recurrir a inexplicables rescates de la autoridad. Bicentenario era un banco que poco o nada aportaba al sistema financiero en su conjunto, su vacío no dejará ninguna clase de hueco.

AJUSTES

Si bien es cierto que gran parte de la atención sobre el Congreso de la Unión ha estado concentrada sobre las leyes secundarias al sector energético, la negociación y el cabildeo entre la iniciativa privada y la Secretaría de Hacienda sobre ajustes a la política fiscal del año próximo están a la orden del día. Diversos grupos empresariales tratan de lograr algunos ajustes que tengan como principio disminuir la carga fiscal o mejorar su operación.

 

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