Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

28 Jul, 2014

Ni el paraíso ni el infierno

La discusión de la Reforma Energética en el Senado y en comisiones en la Cámara de Diputados permite ya concluir que los grupos que están a favor han exagerado los resultados que se obtendrán en el corto plazo; que los que se oponen sencillamente no han entendido de qué se trata y que es posible que en los siguientes años esta reforma necesite profundizarse.

No hay duda de que lo que se ha modificado transformará radicalmente al país en casi todos sus aspectos: modificará la cara y el comportamiento de los  ahora monopolios estatales, obligará a los trabajadores y organismos sindicales de ambas empresas a comportarse de manera diferente, abrirá puertas ahora cerradas a las empresas mexicanas de cualquier tamaño y dará a los consumidores los beneficios que produce la competencia.

Y también le dará a la economía mexicana un piso de crecimiento más elevado que el que ahora tiene en alrededor de 3% cuando no se hacen barbaridades como en los dos últimos años.

Pero todos los beneficios se verán a mediano y largo plazos, y cuando eso suceda, habrá que volver a meterle mano a los ordenamientos del sector energético.

Hoy tenemos que reconocer que la actual reforma tiene limitaciones:

• Es bastante tibia, si se compara con la forma, como muchos países manejan su sector energético.

En efecto, Cuba, por ejemplo, tiene un régimen energético más avanzado, ya que otorga concesiones; Brasil ha convertido a su paraestatal, Petrobras, en una multinacional.

En México no hemos llegado a tanto, pero hay una explicación. De donde estamos, con monopolios estatales cerrados, con prohibición constitucional expresa a la participación de los particulares, se está dando un salto gigantesco.

La verdad, sería difícil pensar en que era posible llegar más allá. Es posible que se haya llegado hasta donde se pudo, dados los mitos que se han creado durante décadas en torno a la importancia de que sólo el gobierno participe en el sector energético.

• El mayor beneficio no estará en que bajarán los precios.

Es posible que en una década los precios de la electricidad estén como ahora, en el mismo nivel y que el mayor logro haya sido dejar de usar los subsidios para mantener las tarifas en niveles competitivos.

También, que haya un mercado de electricidad  para los consumidores domésticos y otro para las empresas.

En el caso de la gasolina, el logro mayor será que sus precios se muevan de acuerdo a como se mueva el precio internacional del petróleo y que el consumidor acuda a la gasolinería que se le antoje, que le dé mejor servicio, que tenga los baños limpios y no, como ahora, a muchas gasolinerías de quinta que son el promedio de las que Pemex concesiona.

Pero si los logros no se pueden exagerar y menos a corto plazo, tampoco es cierto el desastre que viene por haber dejado entrar al sector privado en el sector energético del país, según lo predica una izquierda retrógrada y miope de México, agrupada en el PRD, PT, Movimiento Ciudadano y Morena.

No es verdad que se está vendiendo el país; tampoco que el petróleo se entrega a las más perversas empresas multinacionales; menos, que la soberanía nacional será mancillada y que se perderá la virginidad del águila del escudo nacional.

Lo único que México está haciendo es algo que desde hace muchos años hicieron todos los países, incluyendo aquellas naciones de donde se nutrieron nuestros izquierdistas: Cuba, Rusia, China, Vietnam, Corea del Sur.

Todas esas naciones y las demás, excepto Corea del Norte, ya abrieron su sector energético a la participación de los inversionistas privados.

Lo único que México no podía hacer era no hacer nada y quedarse haciéndole compañía al infierno que es Corea del Norte y que tiene un régimen energético como el que México está abandonando.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

 

 

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