Rodrigo Pérez-Alonso

Frecuencias

Rodrigo Pérez-Alonso

30 Jul, 2014

¿Parásitos o emprendedores?

Washington es una ciudad cosmopolita, centro del poder político y militar de Estados Unidos.

Hace unos días pude visitar esta ciudad, sus principales calles y conocer más de cerca algunos de sus monumentos. Ocupa un área de 177 kilómetros cuadrados y una población de apenas 650 mil habitantes únicamente en la ciudad. Si bien es una urbe con mucho poder y prestigio en Estados Unidos, hasta hace unos años estaba rezagada en muchos aspectos: criminalidad, diferencias raciales y económicas.

Sin embargo, con una capacidad de adaptación y cambio que sorprendería a muchas otras ciudades, se ha convertido desde hace algunos años en un referente de regeneración urbana. La seguridad pública ha mejorado notablemente, sus servicios públicos son eficientes y la mejoría en la calidad de vida se nota significativamente.

Todo esto viene a colación porque parte de esa regeneración tiene que ver con algo que hace unos años sería inesperado: el surgimiento de incubadoras tecnológicas y la economía colaborativa. Sobre el primer aspecto, han surgido en esta ciudad oficinas de las principales compañías tecnológicas como Facebook —principalmente para temas de asuntos con gobierno— e incubadoras de negocios que tienen que ver con la tecnología, lo que la está catapultando a los primeros lugares de crecimiento en esta materia mientras otras ciudades han perdido competitividad.

Sobre el aspecto de la economía colaborativa, llama mucho la atención el surgimiento de servicios compartidos como los taxis sin licencia a través de aplicaciones de teléfonos inteligentes como Uber, el sector gris de la economía de hospedaje en residencias particulares y otras que han roto con los esquemas tradicionales de la economía formal y autorizada.

Sobre este último punto, por primera vez hice todo un viaje planeado con recursos de esta economía colaborativa. Reservé el departamento de gente local quienes rentan de vez en cuando su residencia a través de Airbnb, utilicé autos particulares convertidos en taxis a través de una aplicación de mi teléfono y compré mis boletos de avión en una aerolínea de bajo costo. Con ello, no sólo ahorré mucho dinero, sino que contribuí a este nuevo concepto de la economía.

En las principales ciudades de Francia, España y algunas de EU esta nueva forma de utilizar recursos subutilizados ya ha causado problemas en los sectores tradicionales de servicios turísticos y de transporte. Hace algunas semanas veíamos en los principales medios las protestas de taxistas en los miles por la aplicación Uber y el daño que hace a sus servicios. Sin embargo, ésta es una realidad de la economía: cuando surgen cambios tecnológicos se crean disrupciones grandes en el mercado.

Por ello, la ciudad de Washington es ahora una ciudad de vanguardia y no sólo una ciudad de parásitos donde la economía no se basa en los ejércitos de burócratas de todas las agencias de gobierno, sino también por emprendedores que crean disrupciones masivas en el mercado. Mucho podemos aprender de esas experiencias.

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