La guerra que Israel podría perder

Aunque Israel está ganando la batalla, contra Hamas, está pasando apuros en la guerra por la opinión mundial
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Unos 1,400 palestinos han muerto en las últimas semanas, comparado con 56 soldados y cuatro civiles israelíes. Foto: AP
Unos 1,400 palestinos han muerto en las últimas semanas, comparado con 56 soldados y cuatro civiles israelíes. Foto: AP
Hamas ha gobernado en Gaza desde 2007, y no hay mucho en historial digno de admiración. El partido islamita es inclemente, de mentalidad estrecha e intolerante con la disidencia. Su carta constitutiva es antisemita. 
 
Dispara cohetes hacia territorio israelí y construye túneles bajo el mismo para matar o secuestrar a soldados israelíes. Sabe que los ataques israelíes que provoque matarán a cientos de civiles palestinos, pero los realizan de cualquier manera, a sabiendas de que esas muertes les harán ganar simpatías en todo el mundo.
 
También es más débil de lo que era, porque está perdiendo la batalla militar contra Israel.
 
En comparación, Israel es el Estado más exitoso en Medio Oriente. Es la única verdadera democracia de la región, un centro de los inventos, el emprendimiento y la creatividad. 
 
Israel tiene un poderío abrumador en los combates en Gaza. La mayoría de sus ciudadanos están unidos en apoyo a sus soldados y tienen el firme respaldo del Congreso de Estados Unidos.
 
Sin embargo, aunque Israel está ganando la batalla, está pasando apuros en la guerra por la opinión mundial. Eso importa en parte porque Israel es un país comercial cosmopolita que mira hacia su aliado estadounidense en busca de seguridad, pero también porque Israel necesita escuchar parte de lo que sus críticos están diciendo.
 
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Hace una generación, Israel se llevó la mejor parte de la discusión con la Organización para la Liberación de Palestina de Yasser Arafat, en muchas formas un grupo menos vil que Hamas. 
 
Los europeos jóvenes pasaban sus años sabáticos en los kibutz. El mundo occidental vitoreó cuando comandos israelíes rescataron a rehenes judíos de la terminal del aeropuerto de Entebbe de Uganda en 1976.
 
No obstante, conforme la ocupación del territorio palestino se ha prolongado, la simpatía ha desaparecido. En un sondeo publicado en junio, antes de la destrucción de Gaza, los ciudadanos de 23 países pusieron la balanza de quienes piensan que Israel es una buena o mala influencia en el mundo en menos 26%, calificándole por debajo de Rusia y por encima apenas de Corea del Norte, Pakistán e Irán.
 
Un creciente número de europeos llama racista a Israel, con el deje que los israelíes, más que nadie, deberían conocer bien. Incluso en Estados Unidos, donde una sólida mayoría respalda a Israel, la parte que piensa que sus acciones contra los palestinos son injustificadas  ha aumentado desde 2002 en cinco puntos porcentuales, a 39 por ciento. Entre las personas de 18 a 29 años de edad, Israel es respaldado por solo una cuarta parte.
 
Muchos israelíes, y sus simpatizantes más fervientes en el Congreso, ven la hostilidad de hoy como la culminación de un largo proceso de satanización, dobles estándares y deslegitimación. Tienen un punto a favor.
 
Imponer altos estándares a un país, como hacen los críticos de Israel, puede ser un cumplido, pero contra Israel la moralidad a menudo es usada como un garrote. 
 
La calumnia común de que Israel es un estado de apartheid ignora el hecho de que las minorías de Israel, como los drusos, árabes y bahais, están protegidas por los tribunales independientes del país, incluida la corte suprema, que tiene un juez árabe israelí. 
 
La campaña de “BDS” para imponer boicots, alentar el retiro de la inversión e introducir sanciones no solo pide el fin de la ocupación de Cisjordania y derechos iguales, sino también el derecho a regresar para todos los refugiados palestinos; en otras palabras, la erosión de ir como Estado judío. 
 
Las protestas en Francia contra los combates en Gaza han conducido a ataques contra sinagogas y negocios propiedad de judíos. No sorprende que muchos israelíes sientan que el mundo está contra ellos, y crean que las críticas hacia Israel a menudo son una máscara para la antipatía hacia los judíos.
 
Foto: AP
 
Sin embargo, sería un error ignorarlo por completo. Eso es en parte porque la opinión pública sí importa. Para una nación comercial erigida sobre la idea de la libertad, la deslegitimación es, en palabras de un grupo de análisis israelí, “una amenaza estratégica”.
 
Principalmente, sin embargo, es porque algunas de las críticas extranjeras son correctas.
 
Eso empieza con la escala de la violencia en Gaza. Unos 1,400 palestinos han muerto en las últimas semanas, comparado con 56 soldados y cuatro civiles israelíes. 
 
Aun admitiendo la brutalidad de Hamas, ninguna democracia debería sentirse feliz con una estrategia militar que resulte en la muerte de tantos niños, ya no digamos la afirmación insensible del embajador de Israel en Washington de que sus soldados merecen un Premio Nobel de la Paz. 
 
La destrucción está dirigiendo apoyo hacia Hamas y alejándolo de los palestinos moderados que son la mejor posibilidad de paz para Israel.
 
Más que eso, sin embargo, Israel necesita escuchar lo que dicen sus críticos sobre la necesidad de una solución de dos Estados, que sigue siendo la única respuesta que funcionará.
 
El tiempo no está del lado de Israel. Los palestinos quizá ya superen en número a los israelíes en los territorios que comparten. Sin dos Estados, israelíes y palestinos se quedarán con uno que contenga a ambos. 
 
El riesgo para Israel es de una ocupación permanente y no democrática que prive de derechos a los palestinos o de una democracia en la cual los judíos sean una minoría. Ninguna de esas opciones seria la patria judía con derechos iguales para todos que los pretendían los fundadores de Israel.
 
El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, ha hecho un esfuerzo hercúleo por forjar la paz entre los israelíes y los palestinos siguiendo los lineamientos de dos Estados para dos pueblos. 
 
Cuando las conversaciones se interrumpieron, hace unos meses, culpó al cabildeo israelí a favor de los asentamientos. Eso indignó a los israelíes derechistas, y ahora la izquierda se ha unido al escarnio porque propuso un cese al fuego en Gaza que los israelíes pensaron favorecía a Hamas.
 
No obstante, Kerry tiene razón. Si Israel sigue construyendo asentamientos en el territorio ocupado, estará absorbiendo territorio que debería pertenecer a un Estado palestino independiente, haciendo más difícil que se alcance la paz.
 
Lo mismo aplica para lo que parece ser la estrategia de Israel hacia Gaza y Cisjordania. Tras crear una enorme prisión al aire libre en Gaza, Israel sigue empeñado en un bloqueo que contiene a Hamas pero también garantiza que más palestinos se enfurezcan. 
 
En cuanto a Cisjordania, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu ha retrocedido: Ha dicho que Israel no puede ceder el control de la seguridad en Cisjordania por temor a un ataque islamita. Eso implica la intención de consolidar la ocupación, retirando por lo tanto toda esperanza para los moderados palestinos. Por tanto, sería probable que Cisjordania también estallara, mientras el reloj demográfico sigue avanzando.
 
Pese a toda la sangre y miseria en Gaza, Netanyahu pronto tendrá la oportunidad de demostrar que ha escuchado a los críticos. Tras ganar su batalla, debería regresar a la mesa de negociaciones, esta vez con una oferta de paz genuina.
 
Todos los verdaderos amigos de Israel deberían presionarlo para que lo hiciera.
 
#kgb 
 

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