Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

11 Ago, 2014

La Reforma Energética, la más importante de la historia

No es una exageración decir que las leyes secundarias de la Reforma Energética que hoy promulgará el presidente Peña Nieto constituyen la más grande transformación que el país haya emprendido en más de medio siglo.

Las nuevas reglas para el manejo de la energía en el país, tanto la eléctrica como la derivada del petróleo, atraerán inversiones nacionales y extranjeras, modificarán el comportamiento del aparato productivo mexicano en general, acostumbrado a batallar con monopolios estatales de la energía; cambiarán los hábitos de los consumidores, abrirán nuevos campos para la educación, como las ingenierías petroleras  y, en suma, introducirán elementos de competitividad y productividad a un sector que en todo el mundo, excepto en México hasta ahora, es uno de los más dinámicos.

Lázaro Cárdenas logró que la nacionalización del petróleo se convirtiera en unas de las pencas del nopal, intocable por nadie; eso contaminó también a la energía eléctrica y nació así una cuasi religión que predica que la energía exclusivamente en manos del gobierno es símbolo de la soberanía, signo de independencia nacional, defensa contra las perversas manos de los capitalistas nacionales y extranjeras.

Estas creencias impidieron que el sector no pudiera ser siquiera tocado por un presidente reformador, como Carlos Salinas de Gortari, que produjo la otra gran oleada de cambios incluyendo la otra gran transformación que ha sido el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

Ernesto Zedillo mandó a la Cámara de Diputados una ley de avanzada en materia eléctrica que fue desechada por la miopía del PAN; Vicente Fox no se dio cuenta de nada y a Felipe Calderón le rechazaron o diluyeron sus intentos de reforma. Es decir, desde la nacionalización del petróleo, fue impensable hacer las cosas de manera diferente.

Hoy, México ha dado un gran paso al abrir el sector energético a la inversión de los particulares.

Se trata sin duda de una reforma histórica pensando de dónde estábamos en ese rubro y lo difícil que resulta ir contra una creencia popular que cree en serio que Pemex ha sido de los mexicanos y que sin la CFE en las manos exclusivas del gobierno la luz se apagará en todos los hogares.

Las aportaciones de Pemex  y la CFE sin duda alguna han sido trascendentes. La primera, porque ha sostenido las finanzas públicas aportando 40% de las necesidades de gasto; la segunda, porque ha sido capaz de llevar la energía eléctrica a casi 100% de los hogares.

Pero las cosas no podían seguir así: los ingresos por venta de crudo se han desplomado en los últimos años porque Pemex no tiene la capacidad por sí misma de explorar y explotar la riqueza petrolera y existía el peligro real de que el país se quedara sin petróleo y sin dinero para importarlo.

La Comisión Federal de Electricidad ha llegado al límite. Hay empresas que no se instalan o no crecen porque CFE no tiene ya capacidad de generación. Y también hay que señalar que es un productor muy caro.

En los siguientes meses, el efecto positivo de la reforma será más en el cambio de nuevas expectativas positivas sobre el futuro del país, pero se necesitarán años, acaso una década, para que se perciban los beneficios del cambio en todos los rubros de la vida del país.

Es posible, si se dan, que el efecto menor sea que los precios bajen. El principal beneficio será el impulso al crecimiento económico porque sólo por esa vía, de una economía más dinámica, se superarán los problemas de pobreza, marginación y caída en los niveles de vida.

México ha dado un paso fundamental para ser un país más moderno, con mayor dinamismo y con mejores condiciones de vida para la población en general.

Eso es lo que hará la Reforma Energética que hoy se promulga.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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