Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

12 Ago, 2014

Cuidado con la euforia excesiva; atonta, y nubla la objetividad y reduce la capacidad analítica

Escribo esta colaboración antes de la ceremonia donde el Presidente de la República celebrará haber concluido el proceso legislativo cuyos productos sentaron las bases jurídicas para contar, a mediano plazo cuando muy pronto (si aplicáremos lo aprobado sin vacilación alguna y con la voluntad política a que obliga un atraso en materia de energía de tres o cuatro decenios), con un nuevo modelo que permita un uso eficiente de la energía.

Sin duda, la euforia dominó aquel acto; además, las distintas intervenciones la habrían reflejado. Por otra parte, debe decirse —sin regateo alguno—, que el contenido del paquete legislativo aprobado no es para menos. Su impacto justifica, dadas las caducas estructuras económicas y el atraso que padecemos desde hace decenios, el optimismo; sin embargo, habría que evitar la euforia excesiva y el triunfalismo ramplón que atonta, e imposibilita el análisis objetivo.

Esta vez dejo de lado (pues les llegará su hora), comentar acerca de esa masa amorfa que se hace llamar las izquierdas; para su ridículo, la modernización enviará a sus integrantes al basurero ideológico de la historia.

Lo que no puedo dejar pasar, a reserva de comentarlo en colaboraciones posteriores, es que no se hable de dos grupos que desde adentro, se oponen a la culminación exitosa de lo que comenzó con la aprobación de la reforma constitucional y las leyes reglamentarias en materia energética. Durante todos estos meses, soterrada, pero muy activamente, estuvieron oponiéndose.

Son hoy, para decirlo pronto, los principales obstáculos en el proceso que debería llevarnos —si todo lo hiciéremos bien—, a concretar una aspiración de decenios: modificar el soporte jurídico de Pemex y CFE desde la Constitución misma. La permanencia de ambas —tal cual están hoy—, condenaría al fracaso cualquier intento transformador. No nos engañemos, el progreso, la modernización y la elevación de la productividad en la economía pasan, inevitablemente, por la transformación profunda de Pemex y CFE.

Lo alcanzado a la fecha parece, sólo parece, que aquellos dos grupos   fueron derrotados; sin embargo, en la nueva etapa que comienza, su participación para descarrilar lo legislado o impedir sea puesto en práctica, será abierta. De ahí la necesidad de estar alertas para detectar y denunciar cada intento que hagan para evitar la concreción de los cambios a que obliga lo legislado.

Lo que defienden, es una visión atrasada del desarrollo; la comparten con ellos, no pocos de los integrantes de nuestra clase política. Los hermana el uso patrimonialista de los recursos del erario, y la corrupción en Pemex y CFE.

En México, no lo olvidemos, si se trata de trabas estructurales para crecer y modernizar la economía, el papel central lo juegan aquellas dos empresas; adoradas cuales vacas sagradas y saqueadas ofensivamente son aún hoy, una de las columnas en las que descansa el atraso, la ineficiencia y la corrupción que impiden el avance.

Llevar el proceso transformador en Pemex y CFE a buen fin requerirá del gobernante, no sólo visión de Estado sino una firme y férrea voluntad política; asimismo, un claro sentido de la historia y la urgencia.

De los dos grupos, si le parece, hablaremos el jueves.

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