Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

18 Ago, 2014

Reformas extraordinarias, pero la economía no funciona

La aprobación de la Reforma Energética volvió a ubicar a México como uno de los países muy atractivos para la inversión; sin embargo, la baja actividad de la economía tiene preocupados a propios y extraños.

En efecto, el año pasado, 1.1% de crecimiento significó un verdadero desplome luego de los tres años anteriores, que constituyeron un garbanzo de a libra en materia de crecimiento económico para México.

Los primeros tres meses de este año confirmaron que algo grave estaba pasando, ya que el crecimiento fue de sólo 0.28 por ciento.

Y todos los indicadores del trimestre abril-junio revelan que las cosas no han mejorado mucho. Por eso, frente al discurso gubernamental de que ahora sí ya viene la recuperación, los pronósticos sobre el crecimiento han seguido bajando.

Incluso el Banco de México, con la tradicional prudencia del instituto central, dijo que el crecimiento este año será de entre 2% y 2.8 por ciento. En realidad, Banxico cree más en dos por ciento que en 2.8 por ciento.

Las cifras avalan el pesimismo de Banco de México y de algunos analistas privados:

En junio, la producción industrial descendió 0.18% respecto a mayo y creció 2% respecto a junio del año pasado.

En mayo, el indicador Coincidente del comportamiento económico subió 0.04% respecto a abril, y el indicador Adelantado aumentó 0.13% respecto a mayo, un poco mejor que lo que veía comportándose.

En julio, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) bajó dos puntos y medio respecto a junio y se ubicó 7.6 puntos abajo de julio del año pasado.

Al mismo tiempo que la realidad destruye el optimismo gubernamental respecto al crecimiento, se desmoronan los argumentos que usó la Secretaría de Hacienda los últimos meses para explicar por qué la economía está desinflada y por qué las cosas mejorarían.

Por principio de cuentas, ya se vio que el culpable del bajo crecimiento económico de México no es Estados Unidos. La economía estadunidense está creciendo a un ritmo anual de 4%, aunque para este año acumulará sólo 2.5% de avance, como quiera que sea, mejor que el comportamiento que tendrá la economía mexicana.

Las reformas estructurales ya se aprobaron y pasó lo que siempre dijimos que sucedería: mejoraron las expectativas sobre el futuro de México, pero los efectos no se verán de inmediato, sino a corto y mediano plazos.

La explicación del bajo crecimiento económico de México la ven muchos analistas, muchas organizaciones, pero no la quiere ver el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

La economía de México se desplomó el año pasado porque Videgaray y su equipo no supieron ejercer el gasto público. Incurrieron en subejercicios monstruosos o empezaron a gastar cuando el año casi terminaba.

Y, para 2014, apunte a la Reforma Hacendaria la culpa principal de que la economía mexicana no funcione. Dicha reforma vino a trabar la marcha de una economía acostumbrada al lubricante de la informalidad.

Ahora, Videgaray y su gente dicen que están gastando bien y a tiempo.

Y eso probablemente sea verdad en las estadísticas de la Secretaría de Hacienda, que dicen que el dinero ya salió.

El problema es que la burocracia está más actuante que nunca y se ha convertido en una verdadera traba del crecimiento.

Muchas obras no se ejecutan a tiempo porque la burocracia menor sigue pidiendo requisitos a los constructores privados y el gasto en realidad no se ha ejercido.

En otros casos, las obras no se inician porque se siguen haciendo trámites para ello, y en muchos más, hay obras paradas porque no se ponen de acuerdo para ver qué dependencia supervisa el avance de obra.

En resumen, el gasto sale de Hacienda pero está atorado en los engranajes de una burocracia que, como siempre, es eficaz para poner obstáculos.

Con todo ello y pese a sus extraordinarias reformas, Enrique Peña Nieto completará su segundo año decepcionante en materia económica.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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