David Páramo

Análisis superior

David Páramo

19 Ago, 2014

Reforma Laboral (II)

Ayer documentamos que la discusión sólo sobre el posible incremento del salario mínimo fijado por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos es, en el menos malo de los casos, un error de visión, pues lo relevante es el incremento de los salarios reales para la mayoría de los trabajadores.

Sólo en materia de salario mínimo gran parte de la mejoría ya está sobre la mesa y tiene el consenso de trabajadores, patrones y gobierno: quitarle la característica de unidad de cuenta para multas, tarifas y salarios.

Quizá sólo falta ver quién presenta en el Congreso de la Unión esta iniciativa que, de entrada, el secretario del Trabajo ha mostrado que el gobierno no lo hará, puesto que Alfonso Navarrete Prida declaró que el gobierno presentará una serie de propuestas legislativas cuando se cumpla este principio.

El tema de fondo tiene que ver con las percepciones reales de la mayoría de los trabajadores y la formalización del empleo. No sirve aumentar únicamente al salario mínimo, ya que podría generar mayores problemas de los que se pretenden resolver. Peor aún si se hace al modo populista e irresponsable que propone el PAN y un sector del PRD que ha reeditado la propuesta del jefe de gobierno de la capital.

Durante los últimos años se han presentado dos fenómenos preocupantes en materia laboral. Los trabajadores que pierden su empleo están encontrando puestos similares en la economía por un menor salario al que tenían.

En esta definición se tienen que incluir aquellos que se recontratan ya sea a través de outsourcing o bajo el régimen de honorarios que les conculca todo el paquete de seguridad social (IMSS, fondo de retiro, Infonavit) lo que es una disminución en las percepciones reales.

Otro fenómeno es que está creciendo el número de personas que trabajan en la economía ilegal o informal. Seis de cada diez miembros de la Población Económicamente Activa (PEA) se encuentran en esta condición.

Productividad

El Banco de México y el comunicado conjunto realizado por la Secretaría del Trabajo, CTM, UNT, Consejo Coordinador Empresarial (CCE) han establecido que se tienen que analizar los salarios reales que, para incrementarlos, es indispensable que crezca la productividad del país.

Aumentar los salarios por decreto es la receta más sencilla para regresar a los gravísimos problemas derivados de la inflación y el desajuste económico que empobrece a muy amplios sectores de la población.

Tristemente grupos como Morena confunden hablar de productividad con explotación a los trabajadores. En esa visión limitada y rencorosa de la realidad creen que los patrones explotan sistemáticamente a los trabajadores y que primero está su riqueza personal por encima de cualquier otra consideración.

De ahí derivan prácticamente a querer que a los propietarios y directivos de las empresas se les baje el sueldo por decreto, porque según ellos así habría más dinero para los trabajadores o alguna otra barbaridad similar.

No existe duda sobre la baja competitividad de la economía mexicana y de los trabajadores, la cual si bien mejorará gracias a las reformas estructurales requiere una revolución total.

Reforma

La Reforma Laboral que se hizo a final del gobierno de Felipe Calderón fue, como era la tradición, lo mejor que se podía en las condiciones y no lo que necesitaba el país. Había una suerte de conformismo legislativo en supuestamente cumplir el requisito (tener el membrete de que se hizo una “Reforma Laboral”) sin considerar si tendría o no buen impacto para la sociedad.

Lo que aprobaron los legisladores no movieron en un ápice la realidad nacional. Se mantuvieron las malas prácticas no sólo en contra de la productividad sino también de los trabajadores.

El bajo nivel del salario mínimo sólo tiene que ver con una pequeña parte de los trabajadores del país, puesto que se refiere a los que tienen una jornada completa en la economía formal.

De entrada, habría que determinar cuántos de los que se encuentran así registrados realmente ganan el salario mínimo. Una de las malas prácticas de algunas empresas es registrar a los trabajadores como si tuvieran ese salario y “ahorrarse” cuotas del IMSS y del Infonavit.

Se tiene que hacer una reforma laboral en la cual se dé flexibilidad en las formas de contratación para disminuir el escandaloso número de personas que están en la economía ilegal o sin prestaciones.

Crear esquemas para que los patrones tengan incentivos para contratar en esquemas con prestaciones a sus trabajadores. De hecho, la Reforma Fiscal encareció los paquetes de seguridad social y generó incentivos para que ahora se les pague por honorarios a los trabajadores.

Se requiere, necesariamente, que las empresas tengan acceso a prácticas más productivas que les generen rentabilidad. No se trata, como creen los simplones de la izquierda, que los grandes empresarios se hagan más ricos para repartir migajas a los trabajadores.

En México la mayoría del empleo se genera en micro y pequeñas empresas para las cuales aumentos por decreto del salario mínimo sería devastador.

Perspectivas

Si, como parece, la discusión del salario mínimo fijado por la CNSM se politiza con un carácter electorero el país habrá perdido una gran oportunidad de hacer bien las cosas. PAN, PRD, Morena y algunos irresponsables quieren usar el tema no para mejorar las condiciones de los trabajadores sino para intentar ganar votos en las elecciones de medio término.

Si, como lo ha impulsado la administración de Miguel Ángel Mancera, y el debate es tomado más o menos con seriedad, podría darse un paso importante, pero insuficiente al quitar la característica de unidad de cuenta al salario mínimo. Con esta medida existirían condiciones para que en el mediano plazo hubiera una importante recuperación para el conjunto que se encuentra en este grupo.

La posibilidad deseable, pero desgraciadamente poco probable, es que el gobierno de Enrique Peña Nieto convoque a los partidos políticos, líderes sindicales y patronales a que se realice una verdadera Reforma Laboral.

Uno de los grandes frenos para la mejoría de los niveles de vida de los trabajadores, es precisamente, una legislación que no fue cambiada a finales del sexenio pasado. El país requiere una transformación laboral que le permita aprovechar los cambios estructurales.

Habrá que ver si los partidos políticos están a la altura de la población o se trata de un ridículo más.

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