La 'magia' de sentirse seguro en el trabajo

Las amenazas a nuestro valor nos obligan a ponernos en modo defensivo, lo cual es un juego de suma cero
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 El interés es el combustible más potente de la seguridad, es decir, interesarse realmente por los demás, pero también por nosotros mismos. Foto: Getty
El interés es el combustible más potente de la seguridad, es decir, interesarse realmente por los demás, pero también por nosotros mismos. Foto: Getty
Estábamos cinco personas en la reunión, hablando de un aspecto muy importante del contenido que ofrecemos a los clientes. Era una discusión vívida, provocativa, intensa y productiva y todos participábamos con entusiasmo. 
 
No siempre estábamos de acuerdo pero parecía haber el supuesto de que todos estábamos creando valor. Yo estaba ansioso por escuchar la perspectiva de cada uno y detectaba que los demás sentían lo mismo. Después de terminar, nos intercambiamos un montón de mensajes de correo electrónico comentando lo excelente que había sido la reunión.
 
¿Qué hizo que fuera tan buena? ¿Qué hubo en este grupo tan testarudo que le permitió asumir temas problemáticos de manera tan colaboradora y efectiva?
 
Creo que la respuesta es algo increíblemente sencillo: la seguridad. La seguridad se define como estar a salvo de daños y peligros. No quiero decir seguridad física, obviamente, aunque ésta es necesaria como fundamento y, aunque parezca increíble, ésta sigue faltando en algunos centros de trabajo. Pero no, la seguridad a la que me refiero es la emocional. Se deriva básicamente de la experiencia de sentirse valorado, es decir, aceptado y apreciado, reconocido y respetado.
 
Piense por un momento en una ocasión reciente en que se haya sentido inseguro en el trabajo: impulsado hacia emociones negativas por algo que dijera o hiciera algún conocido. Ahora piense por qué se sintió de esa manera. ¿Hubo alguna relación con el hecho de sentirse devaluado y poco apreciado? Tengo la firma sospecha de que la respuesta es sí.
 
Para sobrevivir, el recién nacido depende de ser amado y cuidado. La mayoría se hace más resistente y autosuficiente al crecer. Empero, la necesidad profunda de ser valorado y apreciado persiste a lo largo de toda la vida, no solo en nuestras relaciones personales sino también en el trabajo.
 
El problema es que, al igual que nuestros ancestros animales, los seres humanos estamos programados genéticamente con potentes impulsos de auto-conservación y sobrevivencia. La atmósfera competida y presionada de la mayoría de las empresas modernas solo refuerza nuestra tendencia a proteger nuestro territorio, cuidarnos las espaldas y estar alertas a las amenazas que percibamos a nuestro bienestar, no solo en el empleo sino también en la vida personal.
 
En un análisis de 208 estudios relacionados con el estrés, por ejemplo, tres investigadores de la Universidad de California en Irvine, Sally S. Dickerson, Peggy J. Mycek y Frank Zaldivar, encontraron que el mayor aumento en el nivel de cortisona – la hormona responsable de la reacción de combatir o huir – ocurre debido a “las amenazas a la persona social o a la aceptación social, estima y  condición de la persona”.
 
Esto difícilmente podría ser sorprendente. Cuando sentimos una amenaza, la reacción instintiva del cuerpo es entrar en modo de “pelear o huir”, un estado psicológico en el que la corteza prefrontal – la parte del cerebro que toma las decisiones – literalmente empieza a apagarse y la amígdala – la parte del cerebro que controla las emociones – se hace cargo para poder reaccionar más rápida y automáticamente ante el peligro percibido. Al mismo tiempo, disminuye la capacidad de pensar de manera lógica y reflexiva.
 
En efecto, las amenazas a nuestro valor nos obligan a ponernos en modo defensivo, lo cual es un juego de suma cero. La energía que gastemos defendiendo nuestro valor – para mantenernos a salvo – es energía que no está disponible para crear valor.
 
Así pues, ¿qué es lo que nos amenaza exactamente en el trabajo? La respuesta más obvia es un gerente (o compañero) abusivo, colérico, humillante o intimidante.
 
Sentirse tratado de manera injusta también es una amenaza. También lo es ser micro-administrado, pues nos despoja de la libertad de demostrar y crear valor. El lado contrario es ser pasado por alto por el jefe, lo que puede hacernos sentir sin apoyos, invisibles y sin rumbo.
 
En el proyecto Energía hemos trabajado durante muchos años para crear un ambiente que haga que la gente se sienta segura. No ha sido fácil. Hemos aprendido que no solo es muy importante tratar de estar conscientes del valor de los demás, aunque estemos en conflicto, sino también reconocerlo lo más pronto posible cuando no lo hemos hecho. Siempre es difícil asumir la responsabilidad por los errores y la mala conducta, pero hacerlo invariablemente hace que todos se sientan seguros.
 
El interés es el combustible más potente de la seguridad, es decir, interesarse realmente por los demás, pero también por nosotros mismos. Si manejamos a otras personas, eso requiere dejar en claro que valoramos y apreciamos a la gente que trabaja para nosotros, aun cuando no esté a la altura de nuestras expectativas. También es igualmente importante cuidar de nosotros mismos, lo cual es por completo diferente de ser egoístas.
 
Una de las formas más comunes de perder nuestro sentido del valor – y entonces acabar desquitándonos con los demás – es exigirnos demasiado por mucho tiempo. 
 
Cuando nos agotamos físicamente nuestro valor realmente está en riesgo y todo parece una amenaza. En cambio, la experiencia de seguridad literalmente libera nuestra energía y nuestra atención. Mientras mejor nos cuidemos a nosotros mismos, mejor podremos desempeñarnos, mejor podremos cuidar de los demás y será mayor la calidad del trabajo que hagamos juntos.
 
#kgb 
 

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