Buscando venganza

Napoleón Gómez Urrutia amenaza con regresar a México y ponerse al frente físicamente del sindicato minero, luego de que según parece ya logró superar todas las acusaciones en su contra, las cuales llevaron más de ocho años.

Seamos muy claros. Desde el punto de vista jurídico parece que logró superar las acusaciones y, por las ridículas reglas laborales, puede seguir al frente de un sindicato en el que jamás ha trabajado.

Sin embargo, si se analiza la situación de los trabajadores mineros hay una gran pobreza y falta de protección. Historias como las de Pasta de Conchos serían suficientes como para cambiar de líder, o la falta de acción tras el ecocidio causado por Minera México y la nula reacción de los trabajadores.

Presume el líder sindical que han logrado elevadas revisiones salariales, pero las situación de los trabajadores no ha cambiado mucho desde principios del siglo pasado.

Como estrategia de regreso se buscó un enemigo público. Trata de hacer creer que todos sus problemas se derivaron por la presencia de Javier Lozano como secretario del Trabajo durante el sexenio pasado y ahora como senador.

La realidad es que la acusación de robo que llevó a Gómez Urrutia a esconderse en Canadá, donde ya tiene la nacionalidad, comenzaron en el sexenio de Vicente Fox y las acusaciones fueron peleadas, quizá muy mal en la última etapa, por parte de la Procuraduría General de la República de esta administración.

Así que creer que todo se debe a un funcionario público y acusarlo con ridículas falsedades sólo puede ser visto como una estrategia para hacerse la víctima al estilo de Germán Larrea en el caso de Minera México.

Apertura

La apertura de cielos está llegando con mucho menos drama de lo que parecería. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes, encabezada por Gerardo Ruiz Esparza, está cambiando normas que funcionaban muy bien hace algún tiempo como el sólo permitir que dos empresas de Estados Unidos pudieran volar hacia un destino en México; en reciprocidad aquel país permitía lo mismo, que se había convertido en una barrera de entrada a favor de Aeroméxico y la fallida Mexicana de Aviación.

Esta práctica estaba tan generalizada que hay quienes creen que uno de los activos que aún le quedan a CMA es el derecho a volar a ciudades de Estados Unidos, cuando en realidad la norma que ahora se está cambiando sólo se refiere al número de empresas.

La SCT ha señalado que modifica la norma y que todas las empresas extranjeras que quieran llegar a un destino turístico de México podrán hacerlo con vuelos regulares, lo que permitiría a las empresas mexicanas hacer lo mismo con lo que podrían explotar nuevos destinos.

Hoy no existe ningún sentido en seguir protegiendo a Aeroméxico y generando barreras para empresas como Volaris, Interjet o VivaAerobus por medio de políticas que podrían ser calificadas incluso como anticompetitivas.

Este primer paso ya está dado. En un plazo razonablemente corto habrá que esperar más acciones similares de apertura de cielo hasta llegar al cabotaje. Si las líneas aéreas mexicanas, particularmente la que preside Eduardo Tricio no se reconvierten de una manera importante, pues entonces sufrirán muchísimo e incluso estarán en riesgo de desaparecer ante competidores mejor dotados para ajustarse a las nuevas necesidades del mercado mexicano.

Inteligencia

El gobierno de Miguel Ángel Mancera se ha destacado por una excelente utilización de los espacios y las oficinas públicas mediante la utilización de herramientas como SID-CDMX, la cual le permite tener control sobre el patrimonio inmobiliario mediante una correcta administración de datos de todo tipo.

El saber con qué se cuenta en cuanto al gran patrimonio inmobiliario del Gobierno de la Ciudad de México les permite tomar mucho mejores decisiones con base en la implementación de la tecnología.

Silencio

Hoy y mañana el Instituto Federal de las Telecomunicaciones entregarán las bases a los grupos interesados por participar en la licitación de lo que podrían ser una o dos cadenas de televisión abierta.

Hay quienes han cuestionado la decisión del pleno encabezado por Gabriel Contreras de no dar a conocer los nombres de los interesados y guardarlos hasta el final de la licitación.

Los amigos de la sospecha y las histéricas, que sólo están contentas, si hay drama, hablan de una serie de conspiraciones y quién sabe cuántas locuras más a las que ya deberíamos estar acostumbrados; sin embargo, la explicación parece ser mucho más sensata.

El IFT considera que si ellos ventilan los nombres de los interesados podrían influir de alguna manera en el precio o la forma en la que se desarrolla la subasta.

Hay otra explicación, no oficial, que tiene mucho más que ver con la ley del péndulo. En la Comisión Federal de Telecomunicaciones había un protagonismo irresponsable y estúpido por parte de sus presidentes, particularmente Mony Sacha de Swaan, quienes parecían actricillas de segunda categoría tratando de lograr menciones en la prensa del corazón.

El nuevo instituto ha tenido la virtud de mantenerse como un árbitro real. No está en el tema del protagonismo y los reflectores sino en dar continuidad a los asuntos.

Por otra parte, la estrategia tiene que ver con la posibilidad de que realmente haya pocos postores. Como hemos señalado en esta columna desde el sexenio pasado, invertir en televisión abierta podría implicar un costo excesivamente alto al arranque lo que limita el número de postores.

De entrada, se tiene que pagar por la concesión de televisión digital y luego pensar en los contenidos.

En la medida en que avance la Reforma de Telecomunicaciones el precio de la televisión de paga y otros medios de llevar contenidos a la población irán creciendo, puesto que no sólo se abrirán más oportunidades al establecer normas de preponderancia que permitirán la entrada de nuevos competidores que disminuirán los precios.

En el mundo sorprende que haya tanto interés por una forma de llevar contenidos que podría parecer una especie en extinción.

Habrá que estar muy pendientes del curso de esta subasta, puesto que podría implicar una gran sorpresa para la población y más aún para los que se hacen llamar expertos en telecomunicaciones.