Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

8 Sep, 2014

Europa decide actuar para reactivar su economía

El Banco Central Europeo, BCE, liderado por su presidente italiano, Mario Draghi, sorprendió a los mercados financieros del mundo la semana pasada, al anunciar un viraje inesperado de la política monetaria para la zona euro, al declarar la aplicación de una serie de políticas orientadas a rescatar varias de sus economías que se han estancado en la recesión y ahora corren los peligros inminentes de una deflación.

Dicha decisión, pese a la oposición del poderoso Banco Central de Alemania, evidencia la urgencia de los esfuerzos para impedir que la extremadamente baja inflación descarrile la recuperación de la zona euro.

Es sabido del peligroso efecto de la deflación en un país, por sus resultados que dificultan salir de la recesión y recuperar el crecimiento.

Las medidas que finalmente fueron tomadas, una vez que los países europeos decidieron actuar, son un recorte en las tasas de interés y un nuevo plan de estímulos a las economías de la región.

El Banco Central Alemán se había opuesto, pero al final, fue una decisión a destiempo, aplicada muchos meses después de las determinaciones tomadas tiempo atrás por los Bancos Centrales del Reino Unido, de Japón y de Estados Unidos.

Generaron respuestas preocupantes en los mercados financieros europeos, como una importante caída de más de uno por ciento en la cotización del euro frente al dólar, y la elevación de los precios de las acciones y bonos en sus mercados. Como consecuencia, el euro cayó en su nivel más bajo de los últimos 14 meses, tras el anuncio del recorte de tasas del BCE.

Tanto se tardó el Banco Central Europeo en actuar, que tomó sus decisiones a destiempo de lo que estaba ocurriendo con economías que sufren de similares problemas, como las fuerzas recesivas que surgieron a partir de la gran recesión que inició en 2007 y ha venido reapareciendo en los países todavía en estos tiempos, no obstante esfuerzos fallidos para salir de la recesión.

Mario Draghi detalló una larga lista de acontecimientos preocupantes que llevaron a la entidad que dirige a tomar cartas y actuar, como el estancamiento en el crecimiento de sus economías, y la débil inflación. En cuanto a ésta, dijo: “En agosto observamos un deterioro del panorama inflacionario a mediano plazo, con un movimiento a la baja en todos los indicadores de inflación. Y la mayor parte, si no es que la totalidad, mostró que la recuperación de la recesión de nuestros países estaba perdiendo impulso.”

A la vez ocurrió que el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, indicó ante un grupo de legisladores de su país, que su economía, la mayor economía de la zona euro, podría no cumplir la meta de crecimiento para el año en curso, fijada en 1.8%, cuando hace dos meses el mismo parlamentario había previsto que la excederían.

Aunque el BCE no tiene una meta respecto al valor del euro, su tipo de cambio se ha vuelto un canal de transmisión importante para que dicho Banco Central influya sobre la actividad económica y la inflación. Por lo tanto, un debilitamiento del euro impulsa las exportaciones y agrega inflación mediante el alza de precios de los bienes importados como el petróleo.

Por su parte, también, los coletazos de la decisión del BCE ya se sienten en otras partes de Europa. Por ejemplo, el Banco Central de Dinamarca, un país que no forma parte de la zona euro, redujo una de sus principales tasas de interés y la dejó negativa, tras el anuncio del BCE. Igualmente, la caída del euro aumenta el riesgo de que el Banco Central de Suiza se vea obligado a defender el valor máximo que le permite alcanzar al franco suizo en relación al euro, sostienen los analistas.

Draghi pareció respaldar el reciente descenso del euro al resaltar que podría reducir “diferencias significativas y crecientes en los ciclos de política monetaria de las principales economías.”

Así, el BCE redujo su tasa de referencia en 0.1 punto porcentual a 0.05%. Además, recortó una tasa sobre los depósitos bancarios a territorio aún más negativo de 0.1% a 0.2%; de manera que pasó a ser, en junio pasado, el mayor Banco Central en experimentar con tasas de interés negativas sobre los depósitos, una medida orientada a estimular a los Bancos a prestar a otras instituciones en lugar de guardar su dinero en el Banco Central.

Una serie de desalentadores datos económicos llevó al Banco Central a redoblar sus esfuerzos. El Producto Interno Bruto (PIB) de la zona euro se estancó en el segundo trimestre del año; las economías de Alemania e Italia se contrajeron, mientras que la de Francia registró un crecimiento nulo. Las encuestas entre empresas en julio y agosto apuntan a un magro comienzo del tercer trimestre.

La tasa de desempleo en la zona euro ascendió a 11.5% en julio, y la inflación apenas alcanzó 0.3% entre agosto de 2013 y 2014, el menor nivel de los últimos cinco años, cifra muy distante de la meta del BCE de poco menos de dos por ciento.

En síntesis, la zona euro acusa un rezago importante frente a otras economías desarrolladas, como la de EU, y el Reino Unido, cuyos Bancos Centrales han combatido los efectos de la crisis financiera global con más energía en un empeño por estimular sus economías e impedir que caigan en deflación.

(*) Presidente de la Federación de Colegios de Economistas de la República Mexicana, A.C.

@acanovelez

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