Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

9 Sep, 2014

¿En qué quedó el paquete? La realidad a enfrentar lo dice claramente: en un paquetito

Esta vez, a diferencia de otros años, las expectativas que año con año genera el Paquete Económico entre los interesados en el desempeño de la economía, fueron mínimas. Tal parece que las cifras que hemos ido conociendo durante el año —de las principales variables económicas y las perspectivas de las mismas—, no darían para mucho ni permitirían entusiasmarse con lo que aquél podría contener.

El contenido del documento que constituye la columna vertebral del Paquete Económico (Criterios Generales de Política Económica), no sólo confirmó aquellos primeros pronósticos sino que produjo una buena dosis de desencanto entre no pocos.

Por encima de la avalancha de porcentajes reales la cual, en modo alguno alcanza a levantar el ánimo que ha caído ya a niveles preocupantes entre consumidores y agentes económicos privados, sobresale un juicio que debería ser tomado en cuenta por los legisladores.

Aquél señala lo que quizás sea imposible de ocultar en las próximas semanas —durante las discusiones del Paquete Económico­—; se afirma que los pronósticos y cifras que contiene lo enviado por el Ejecutivo no se corresponden, en modo alguno, con las propuestas majestuosas —dada la magnitud de la obra pública anunciada y promovida por el Ejecutivo—, y menos con el conjunto de beneficios sociales anunciados también.

En las condiciones actuales de la economía mexicana, una propuesta de tal magnitud —por los montos de recursos del erario que implica— más que en cualquier otra coyuntura durante los últimos 40 años, debería estar debidamente sustentada en una fuente de ingresos cuya probabilidad de registrarse, fuere casi total.

Sin embargo, si nos atuviéremos al desempeño de la economía durante este año, en buena parte resultado de las medidas en materia fiscal propuestas al Congreso por el Ejecutivo para su aprobación, es muy poco lo que debe esperarse en cuanto se refiere al pronóstico del crecimiento del PIB (un magro 3.7%), y menos aún de los montos de la recaudación para el año 2015.

Las condiciones que privan hoy en la economía mundial —como consecuencia de una serie de conflictos regionales—, nos hablan de dificultades para recuperar la senda del crecimiento en casi todo el planeta.  

Los ajustes a la baja que el Fondo Monetario Internacional dará a conocer en sus reuniones de este octubre en Washington, no son para dejar volar el optimismo y prometer paraísos sociales. Por el contrario, lo conducente sería lo opuesto; ajustes a beneficios sin sustento financiero seguro, reducción de las perspectivas de crecimiento del Producto, estancamiento cuando no reducción de los flujos de inversión —tanto externa como doméstica— y, detalle no menor, incertidumbre debido a la posibilidad del agravamiento de aquellos conflictos.

¿A qué se debe entonces tanta propuesta espectacular en materia de inversiones en infraestructura de todo tipo, y el paquete ampliado de beneficios sociales sin el obligado sustento en un crecimiento económico, elevado y sostenido de la economía mexicana?

¿Acaso lo que lo explica —mas no justifica— lo propuesto en el Paquete Económico, es lograr el carro completo en la elección intermedia? ¿Y si no se alcanzaren las victorias proyectadas? ¿Qué haríamos? ¿Endeudarnos más?

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