Fausto Barajas

Fausto Barajas

9 Sep, 2014

Los retos asociados a la construcción del nuevo aeropuerto

El 3 de septiembre durante el 2º Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, se anunció la construcción de un nuevo aeropuerto internacional en la Ciudad de México, para el que se estima una inversión de 120 mil millones de pesos. La primera etapa considera la construcción de tres pistas en una superficie de cuatro mil 430 hectáreas, que entrará en operaciones en 2018; el proyecto final contará con seis pistas y dos edificios terminales, con una capacidad de transportación de 120 millones de pasajeros al año, que representa cuatro veces más respecto a las operaciones actuales.

La experiencia internacional en grandes proyectos de infraestructura, como este aeropuerto, han mostrado sobrecostos y atrasos en la construcción, por ejemplo: el Eurotúnel construido entre Francia y el Reino Unido, cuya inversión se estimó en cuatro mil 500 millones de euros y finalmente la obra costó 15 mil millones, y se inauguró con 12 meses de retraso. Otro caso fue la construcción del aeropuerto internacional de Denver, con una estimación inicial de tres mil 200 millones de dólares que finalizó con un costo de cinco mil 200 millones y con un retraso de 16 meses.

En ambas experiencias, además de las complejidades técnicas propias de las obras, uno de los principales retos que enfrentaron estos proyectos fue la compleja coordinación entre las entidades involucradas.

Es por esto que el gobierno federal y los responsables de la planeación y ejecución del proyecto tienen un gran reto por delante, cumplir con rigurosa exigencia el seguimiento de cada una de las partes de la obra y coordinarlas de forma eficiente para hacer que la construcción se cumpla en tiempo y forma.

Se requerirá de coordinación entre dependencias federales, coordinación con los gobiernos del Distrito Federal y del Estado de México, y con diversos actores sociales y económicos como: ejidatarios, aerolíneas, sindicatos, grupos ambientales, entre otros.

El equipo coordinador deberá integrar especialistas en diversas áreas, ya que se presentarán múltiples desafíos de coordinación, retos técnicos como las obras de rescate hidráulico, la estabilización de suelos y retos sociales por la problemática que genera su ubicación en la zona del Lago de Texcoco.

El gobierno federal ha mencionado que el nuevo aeropuerto será el mayor proyecto de infraestructura de los últimos años en nuestro país y su desarrollo como una obra transexenal.

Para esta solución aeroportuaria se han visto involucrados prácticamente cuatro sexenios: el del presidente Vicente Fox con la virtual cancelación del proyecto por la problemática social derivada de la adquisición de tierras, el del presidente Felipe Calderón con el trabajo cuidadoso para la compra de los predios y la terminación de los estudios de viabilidad de la construcción, el del presidente Enrique Peña Nieto a cargo del inicio de la ejecución del proyecto y el sexenio de la administración 2018–2024 al que le tocará concluir la magna obra.

Las tareas para hacer del aeropuerto una realidad son muchas, son complejas y generan  preguntas adicionales a la certeza del cumplimiento de fechas y presupuestos: ¿cómo se articulará con los proyectos urbanos e interurbanos de transporte? ¿Qué sucederá con el aeropuerto actual? ¿Qué pasará con los aeropuertos de Cuernavaca, Toluca, Puebla y Querétaro concebidos para desconcentrar las operaciones?

Debido a que el nuevo aeropuerto es una obra tan importante, la figura de un observatorio ciudadano que se encargue de “observar” y dar seguimiento en conjunto con el gobierno a esta y otras obras relevantes de infraestructura, podría ser un elemento que ayude a dar una mayor transparencia al desarrollo del proyecto y blindarlo de suspicacias en sus procesos licitatorios y de ejecución.

Anuncios de inversión en infraestructura como éstos resultan positivos para el desarrollo de un país, en este caso además se espera que la construcción del nuevo aeropuerto resuelva de manera eficiente el problema de saturación de demanda aeroportuaria en el centro del país y resuelva a largo plazo la regulación hidráulica en la zona metropolitana del Valle de México; siendo así, será un detonador de nuevas oportunidades para México.

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