Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

20 Sep, 2014

Nuestra inocencia

Últimamente tengo la sensación de que una corriente subterránea va tomando forma y definiendo una nueva realidad global y aunque ese conjunto de cambios todavía se encuentra en una bruma, quizás este sentir es porque el mundo está en un punto de inflexión, donde el camino a recorrer puede definirse en cualquier dirección, casi de manera aleatoria.

La inflexión geopolítica

Evidentemente esta sensación es compartida, por ejemplo, la columnista de The Washington Post, Anne Applebaum, escribió que últimamente han estado en su mente las fotografías de una boda de junio de 1939 que se celebró en la casa en la que ahora vive en Varsovia. La columnista nos cuenta que los personajes de las fotografías lucen inocentemente felices en la ignorancia de que unos meses después la Segunda Guerra Mundial irrumpiría y, en muchos casos, destruiría sus vidas. Applebaum se pregunta si los europeos no estarán en una inocencia feliz ante lo que ocurre entre Ucrania y Rusia. Más allá de la circunstancia geopolítica de Europa, que ahora también está marcada por las fuerzas centrífugas del nacionalismo regional, me pregunto si no seremos todos protagonistas inocentes de imágenes similares a las que describe la columnista.

Henry Kissinger, ese puntual practicante de la realpolitik que como secretario de Estado patrocinó golpes militares en América Latina, pero también colocó las baldosas diplomáticas sobre las que caminó China para convertirse en el fenómeno económico más relevante en la historia reciente de la humanidad, escribió recientemente en The Wall Street Journal que el orden mundial se desconfigura ante la contradicción entre la economía global, que ignora las fronteras, en contraste con el Estado-nación que las afirma, cuya dinámica debilita el sentido de propósito para mantener dicho orden mundial.

La inflexión económica

La crisis económica cuyo punto de inflexión fue el colapso del banco de inversión Lehman Brothers hace seis años y cinco días, ha significado el origen de una nueva realidad que ha fortalecido los regionalismos y nacionalismos como reacción al fracaso de los supuestos económicos. En estos seis años en donde la polarización económica ha llegado al mundo desarrollado, los modelos económicos siguen cayendo.

Hace unos días el exsubsecretario de Hacienda y hoy ejecutivo de Blackrock, Gerardo Rodríguez Regordosa, tuiteó un artículo de The Economist titulado “The headwinds return” en el que se reconoce que el modelo que proyectaba que los países emergentes con mercados abiertos y modelos liberales convergerían con los países desarrollados en prosperidad ha dejado de funcionar, y ello exacerba las presiones políticas en contra de las reformas. En el contexto de esta falla del modelo,  tiene sentido que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pueda sostener en su campaña por la reelección que el banco central de su país no puede ser autónomo o el escepticismo con el que han sido recibidas las reformas más importantes de las últimas décadas en México.

La inflexión tecnológica

El carácter transversal de las tecnologías de la información está transformando profundamente a la economía global, llevando a una mayor productividad una menor utilización del capital humano y franjas muy marcadas entre los que se mueven en la economía del conocimiento y los que no. El conjunto de estas inflexiones apunta hacia una nueva realidad social, política y económica y esperemos que, a diferencia de lo que ocurrió hace cien años, la humanidad pueda realizar la transición de una forma menos traumática que la del siglo pasado.

 

 

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