Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

24 Sep, 2014

La maldición de los recursos

Hace unos días un respetado académico escribió un artículo de opinión criticando las políticas monetarias del gobierno. El gobierno, sintiendo la presión de sus palabras, reaccionó en forma fulminante.

Con el monopolio del control de los medios de comunicación y un férreo control de, incluso, el papel que se usa para imprimir periódicos, el Presidente ordenó imputar cargos penales en contra de aquél académico que osó ofender a la patria y a las instituciones emanadas del pueblo noble en un artículo periodístico de opinión.

Pareciera que describo algo que hubiese sucedido en los momentos más álgidos de la Guerra Fría en los años setenta en Latinoamérica, con gobiernos de derecha dominados por caudillos y falta de libertades para sus ciudadanos. Sin embargo, la realidad es más cercana geográfica y temporalmente. Venezuela vive ahora una de las peores etapas en su historia, con un gobierno intolerante a la crítica, controles a los medios de comunicación, corrupción endémica, una economía manejada al gusto del caudillo y censura total de las opiniones divergentes.

El artículo que transgredió la delgada piel del presidente Maduro y su gobierno fue escrito hace unos días por el profesor Ricardo Hausmann y el investigador Miguel Ángel Santos de la Universidad de Harvard, en el que describen el precario estado de la economía venezolana y el pago de bonos de deuda de ese país (http://bit.ly/1BgujEc). El efecto inmediato fue la caída del precio de los bonos de deuda de ese país y la reacción virulenta del presidente Maduro.

Estamos así, ante una muestra más de la radicalización del gobierno venezolano hacia una izquierda retrógrada, de culto a la personalidad y de absoluta incapacidad del manejo de la economía. Ante la falta de argumentos por el desastre del gobierno se buscan ambiguas amenazas externas. Sin embargo, lo real son los números que arrojan años de erosión de las instituciones, la corrupción y la ineptitud: 60% de inflación, caída de 5% del PIB en el primer semestre del año, dependencia de 97% de las exportaciones de petróleo, controles de divisas, desabasto de bienes de consumo básico, infraestructura en estado deplorable y otras joyas del chavismo. Todo esto, no obstante, precios récord del barril del petróleo en los mercados internacionales y las amplias reservas del mismo en Venezuela.

El fenómeno no es nuevo en Latinoamérica ni en regiones con amplios recursos naturales: el país descubre, explota y se enriquece de sus recursos naturales. Las industrias que no están relacionadas con estos commodities son empujadas hacia fuera y se crea un círculo vicioso de dependencia absoluta de un recurso natural.

La maldición de tener recursos naturales se hace realidad. Surgen instituciones débiles y caudillos que acaparan la vida política del país. Las divisiones sociales se profundizan. Surgen Chávez y Maduro. Nacen las dictaduras.

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