Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

25 Sep, 2014

IGAE; no fue lo que esperaba, pero casi

El Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) con datos al mes de julio pasado, publicado ayer por el INEGI resultó en un crecimiento anual de 2.5%, que es menor al 2.7% de junio. El dato desestacionalizado muestra un crecimiento de 0.41%, en julio respecto de junio. En la Consejería de ayer escribí que esperaba que se vieran números mejores a los que la expectativa del mercado mostraba (2.7%) y no fue así.

Las razones en las que me basé para tal mención tenían qué ver con las estimaciones que en el sector privado se tienen para el crecimiento del PIB en el tercer trimestre y los datos observados en julio del sector industrial, en lo que respecta a la construcción y a la actividad manufacturera.

Al revisar el IGAE de julio, resulta evidente que subestimé el impacto del sector servicios —las actividades “terciarias”, como las llama el reporte—, que representa el mayor porcentaje de contribución al PIB (el IGAE es un indicador que recoge a una buena parte del comportamiento de los elementos del PIB, de manera mensual), ya que las actividades “primarias” (agropecuarias) y las “secundarias” (industria) registraron crecimientos anuales de 7.1% y 2.1%, respectivamente, en tanto que las actividades “terciarias” crecieron en 2.5 por ciento.

La cosa es que los datos de las actividades “primarias” y “secundarias” crecieron en julio, pero el de las “terciarias”, decreció. En la versión desestacionalizada de los datos, lo anterior es aún más evidente; las dos primeras pasan de “negativo” a “positivo”, en tanto que las “terciarias”, en el rango positivo, decrecen.

Calificar de “buena” o “mala” esta información siempre es complicado cuando se toma el dato puntual, de tal modo que suelo tratar de ver las trayectorias más amplias y basar en ello mis apreciaciones, después de darles vueltas y someterlas a diversos tamices estadísticos. Así que después de hacer eso, reitero mi postura de ayer: los datos que están apareciendo pueden ser el inicio de una trayectoria de crecimiento más estable que lo que hemos visto recientemente, más allá de su dimensión. También prefiero decirlo, que no.

Pero al final, lo que me parece mejor, es saber qué hacer con esta información y con todas las elaboraciones que uno pueda hacer con ella y pienso que lo primero es no usarla para lo que no sirve: quejarme o usarlas para fines contemplativos. O por lo menos, dedicarle una parte pequeña del esfuerzo a apoyar tales temas. Y en mi caso los utilizo para lo que usted sabe: decir lo que pienso a través de diversos medios y operar en el mercado. Nada más.

Para fines prácticos, en México el mercado bursátil ha reflejado lo que nos ha pasado en la economía: un 2013 horroroso y un 2014 que apenas empieza a ser positivo, es decir en el año, hasta ayer el crecimiento del IPC es de 5.6%, aunque de mediados de marzo a la fecha el recorrido haya representado 19%, lo que está muy bien.

En Consejerías de hace varios meses, cuando el alza comenzaba, mencioné que en buena parte se debía al castigo que los precios habían recibido a causa del terrible comportamiento de la economía (de lo que todos hemos hablado y por lo que todos hemos sufrido), a la reacción de los mercados emergentes —de los que formamos parte, para bien o para mal—, a la mejoría de la economía estadunidense, a la liquidez global y a la anticipación que siempre tienen los mercados a mejores momentos, después de una etapa de sólo malas noticias.

Creo que eso explica el casi 20% de alza entre marzo y ahora. La pregunta es si las buenas noticias aparecen de manera más evidente y son lo suficientemente importantes y materiales, para sostener el alza del mercado por un rato más, considerando lo agresivo que puede ser el ambiente externo. La baja de 4% que hemos tenido en este septiembre —aunque está dentro de lo esperado— habla de ello.

Sin conocer la respuesta —obviamente, me atrevo a decir que sí—; hasta ahora la técnica no me ha dejado mal (y no sólo me refiero a lo que ha ocurrido este año) y no veo por qué desconfiar de ello. Como usted sabe, amigo lector, he tomado la práctica de pensar en los próximos tres meses y no mucho más, pues es una forma de hacerme responsable de lo que digo y no responsabilizar al famoso “largo plazo”, en el que muchos se amparan. Espero que la realidad me ayude a seguir confiando. Y si no me ayuda, pues tendré que mejorar en su interpretación. Suerte.

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