Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

2 Oct, 2014

¿Y las reformas estructurales, apá? Par’esto no sirven m’hijo; hoy hace falta política, mucha política

Las imágenes de decenas de miles de estudiantes del Politécnico marchando por las calles rumbo a la Secretaría de Gobernación, llevó a algunos a compararlas con lo vivido en 1968.

Hay que ser cuidadosos con esta comparación la cual, además de ser incorrecta, podría confundir; las condiciones del México de hoy, si bien en algunos casos dan la impresión de que nada ha cambiado en estos casi 50 años transcurridos desde aquel movimiento, cuando uno va más allá de la superficie, la realidad es otra.

Mentiría si dijere, que ver marchar a miles de los mejores estudiantes que tiene el país —como son los del Politécnico—, no me lleva a pensar en aquellos días; sin embargo, los tiempos actuales no son, en modo alguno, los míos. Estos tiempos son los de ellos. Así como nosotros hace 46 años decidimos y acertamos, y también cometimos errores, ellos deberán tomar sus propias decisiones; en algunas acertarán y en otras, como sucede en todo movimiento, se van a equivocar.

En mi caso, ya setentón, los veré ser ellos a plenitud; el futuro es de ellos, pero tienen que construirlo. Nosotros, aun cuando nos neguemos a aceptarlo, no concretamos lo que nos propusimos; tengo la esperanza de que los que hoy marchan, sean mejores que nosotros.

Por lo demás, si alguno de los que hace 46 años marchamos, decidimos y acertamos, pero también nos equivocamos se ofendiere, corrijo y digo que fui yo el que cometí errores y no pude, o no supe construir un mejor México. Vayamos ahora a la economía.

La fragilidad del país, no deja de sorprenderme; mientras en un foro donde se dio cita lo más granado de la economía y las finanzas se regodeaba con un panorama idílico futuro, en las calles se mostraba el México real y de hoy, el que ve más allá de las reformas estructurales; el que con su sola presencia quiere —aquí y ahora—, hechos, no promesas; ahí estaba el país que no se deja impresionar por los paraísos que dicen, serán una realidad en cinco, diez o más años. 

Ante lo que hoy vemos en México, queda claro —para el que esté dispuesto a escuchar las voces no siempre amables, pero cercanas a la realidad cotidiana de los que no acuden a aquellos foros donde privan los escenarios rosas—, que lo que falta hoy, es hacer política; en verdad, mucha política.

¿Recuerda usted aquellas palabras de Carlos Salinas cuando, después de una elección cuestionada por decir lo menos, dijo: Hay que hacer política, más política, más moderna política? Hoy parece que estamos en esos tiempos.

¿Qué le dicen hoy —a quienes enfrentan una realidad lacerante—, los paraísos que le pintan los que no saben hablar de otra cosa que las reformas estructurales? ¿Acaso para decenas de millones de mexicanos que han perdido todo —excepto la vida—, los conforta saber que en el mundo no se cansan de aplaudir lo aprobado por el Congreso?

En la gobernación, es cierto, importa el mañana y el allá pero, para poder llegar a ese tiempo y ese lugar hay que enfrentar y resolver primero el aquí y el ahora. Mucho bien les haría a los que no tienen otro tema que el de las reformas estructurales que nos llevarán al paraíso, entender que los tiempos exigen, como diría el clásico: mucha política, más política, más moderna política.

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