Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

16 Oct, 2014

¿En verdad, 2015 será el mejor año para México? ¿De dónde sacan esa baratija?

Algo grave pasa con nuestra clase política; ante el desmoronamiento de lo poco que quedaba de ciertas instituciones, que impone la mesura y la prudencia, no han faltado por ahí los que llevando agua a su molino, declaran lo que por ningún motivo debería ser declarado en momentos como los que hoy enfrentamos.

¿De dónde saca éste o aquel secretario, que los acontecimientos de las últimas tres semanas en Guerrero no han afectado la imagen de México? ¿En qué basa afirmación tan peregrina, por no utilizar un adjetivo que pudiere herir oídos castos? Luego, otro por allá insiste en que ya están llegando miles de millones de dólares como producto de las reformas y, no contento y menos satisfecho con esas cantidades, afirma sin rubor alguno que el año 2015 será el mejor en materia de inversión extranjera. ¿En serio?

Al mismo tiempo que esos funcionarios —junto con otros que les hacen coro— pronostican lo que lejos de generar optimismo causa molestia, cuando no encabronamiento dada la situación de extrema gravedad que enfrentamos, las noticias acerca de la caída del precio del barril de petróleo caen como baldes de agua fría; dado lo que se veía venir desde hace meses, ya la Secretaría de Hacienda y el Congreso deberían haber rehecho el Presupuesto de Egresos de la Federación y la Ley de Ingresos para el año 2015.

Este martes, por ejemplo, la mezcla mexicana de petróleo registró un precio de 77.09 dólares americanos y nuestros diputados, más preocupados por su suerte política que por las finanzas públicas, plantean reducir el 82.00 propuesto en el Paquete Económico a 81.00 pesos y dicen —con el cinismo que les es propio—, que con dos o tres ajustitos el faltante será más que compensado; es más, felices afirman que sobrarían poco más de 30 mil millones de pesos.

¿En qué país viven? En el de sus intereses y privilegios; en el de sus complicidades para colocarse en un nuevo puesto para, como diríamos en el beisbol, seguirla bateando.

Las cosas en el país, no me cansaré de repetirlo, van mal y se pondrán peor; no hay, de parte de nuestros políticos, una clara comprensión de la gravedad de los problemas que enfrenta la economía mundial y, menos aún, disposición para enfrentarlos y actuar en consecuencia.

La vieja práctica de patear el bote hacia adelante y el afirmar que el que venga atrás que arree son, aceptémoslo o no, las grandes líneas estratégicas que norman nuestra gobernación; sin embargo, si bien fueron efectivas hace 50 o 60 años, hoy para nada sirven excepto para complicar lo ya de por sí complicado.

La repetición machacona de violaciones sistemáticas a la legalidad, y la comisión flagrante de delitos que goza de una impunidad que nos ha sumido en este mar de estiércol que son nuestras instituciones, exige del jefe de Estado una respuesta inmediata y firme la cual, al menos, le regrese un poco de confianza en el futuro de México a decenas de millones de mexicanos. Los tiempos que corren, no están para triunfalismos —sustentados o no—, menos aún para ponerle zancadillas al que vemos como adversario para 2018.

Otros tiempos corren hoy; lo que está en juego, ni más ni menos, es la viabilidad del país. Hay que entender —sin dilación alguna—, la gravedad de la situación.

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