Víctor Beltri

Víctor Beltri

23 Oct, 2014

El ajedrez de Ayotzinapa

La reminiscencia a lo ocurrido hace 20 años salta de inmediato: el país se encontraba relativamente tranquilo, en calma, con grandes perspectivas de crecimiento. Las reformas efectuadas en meses pasados tenían como propósito dotarnos de las herramientas para ser más competitivos internacionalmente, la situación económica era más que prometedora, el liderazgo político se reconocía internacionalmente.

Hasta que llegó el momento de disrupción. Los zapatistas entonces, los estudiantes ahora. Ambas causas, en su momento, exigiendo cuestiones de mera justicia: el reconocimiento a los pueblos indígenas, en el primer caso, y la respuesta a la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, en el segundo.

La situación, hace 20 años, se salió de madre en un plazo relativamente corto y tuvo como consecuencia una de las mayores crisis económicas que hemos vivido, de la cual todavía no terminamos de recuperarnos. Hoy, con los acontecimientos que estamos viviendo, es de preverse que las repercusiones vayan mucho más allá de la mera destitución y posible proceso del actual gobernador. ¿Qué hacer para evitar consecuencias más amargas?

Una de las características esenciales de los procesos innovadores es el énfasis en la correcta definición del problema. Esto, como lo hemos apuntado en entregas anteriores, es uno de los pasos necesarios, indispensables, para poder abordar los problemas con eficacia. De otra forma, se corre el riesgo de destinar recursos a los lugares equivocados, uno de los errores más comunes en cualquier organización.

La definición del problema es esencial para poder resolverlo de manera efectiva. Y esto es lo más importante, más allá de los réditos y consecuencias políticas, o de cualquier otra índole, que estén involucrados en el asunto. En muchas ocasiones el contar con el enfoque adecuado para abordar los problemas tiene como resultado una resolución inmediata, económica, sin más repercusiones. En otras, como en la crisis de 1994, la falta de una metodología adecuada puede dar al traste a proyectos importantísimos y a largo plazo: ¿cuánto tiempo perdimos como nación por no saber tomar las decisiones correctas, a tiempo? ¿En dónde estaríamos, dentro del concierto de las naciones, si se hubiera dado la importancia precisa al conflicto zapatista?

En realidad, hablar de futuro sin planeación da lugar a meras especulaciones. Pero cuando el futuro se analiza y se planea, las probabilidades de alcanzar las metas planteadas se incrementan sustancialmente. Es preciso abordar los problemas con una metodología, y ceñirse a ella con ahínco. No se trata simplemente de analizar a los actores involucrados, sus motivaciones y pasiones, sino de realizar el análisis en tiempo y escala, para saber la evolución de los sistemas en el tiempo y la repercusión de sus posibles acciones en el futuro, identificando de tal forma los recursos necesarios y las capacidades a desarrollar en cada nivel para poder llegar a soluciones exitosas. La capacidad de análisis complejo es lo que distingue, ante el mismo tablero, al jugador de damas del que practica el ajedrez: juegos diametralmente distintos que tienen como arena el mismo tablero con 64 casillas. ¿Qué tipo de juego practican los responsables de encontrar a los 43 desaparecidos? ¿El juego transaccional de una ficha por otra, o el de la estrategia y visión a largo plazo?

A final de cuentas, innovar no quiere decir simplemente el crear algo nuevo, o involucrar cada vez más tecnología a los procesos, aunque esto indudablemente ayuda. Innovar consiste en resolver problemas de forma creativa, con resultados y beneficios concretos, utilizando los recursos a nuestro alcance. Y eso, señores, es precisamente lo que hace falta para resolver las crisis, las muchas crisis, que hoy ponen en riesgo nuestro futuro.

Lo invito a continuar la conversación a través de Twitter o de mi correo electrónico, donde responderé con gusto a sus preguntas. Innovemos juntos.

                vbeltri@duxdiligens.com

                @vbeltri

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