¿Qué ocurre con la economía de Brasil?

Los economistas han estado reduciendo sus estimaciones de la tasa de crecimiento potencial de Brasil
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La economía de Brasil se ha contraído ya en tres de los últimos cuatro trimestres. Foto: Getty
La economía de Brasil se ha contraído ya en tres de los últimos cuatro trimestres. Foto: Getty
“No estamos en recesión”, insistió Guido Mantega, el ministro de Finanzas de Brasil, el 29 de agosto. Según la definición más común – dos trimestres consecutivos de caída en la producción -, está equivocado. Las cifras oficiales dadas a conocer al inicio de ese día demostraron que el PIB cayó en 0.6 por ciento entre el primer y segundo trimestres (una contracción anualizada del 2.4 por ciento). La producción también cayó, en 0.2 por ciento, en los primeros tres meses del año.
 
 
La economía de Brasil se ha contraído ya en tres de los últimos cuatro trimestres. La mayoría de los analistas piensa que no crecerá nada este año; hace un año esperaban un crecimiento del 3 por ciento. En 2015, es probable que la economía se expanda en solo 1 por ciento. Ni siquiera Mantega puede negar que Brasil está pasando por un mal momento.
Si no fuera por las exportaciones, que subieron 2.8 por ciento en el segundo trimestre, la contracción habría sido más severa.
 
El gobierno culpa a una recuperación mundial débil por la crisis financiera de 2008-09 y un exceso de días feriados durante la Copa Mundial de fútbol que duró un mes, la cual concluyó en Brasil el 13 de julio. 
 
Estos fueron decretados por las autoridades federales, estatales y municipales para aliviar la presión sobre el transporte público ejercida por las hordas de fanáticos que llegaron a las ciudades sede. Itaú, un gran banco brasileño, estima que menos días de trabajo representa la mitad de la más reciente caída en el PIB (Los críticos señalan que la Copa debía ser una bendición económica, no una maldición). 
 
La producción industrial repuntó en julio, con sus menos feriados; pero no lo suficiente para compensar la declinación de 1.4 por ciento de junio. Los inventarios siguen estando incómodamente altos: Las existencias de los fabricantes de autos, por ejemplo, son 50 por ciento más altas que lo común.
 
En cuanto al clima internacional, Brasil se ha rezagado respecto a los otros tres países del BRIC, así como de México, la segunda economía más grande de Latinoamérica. De hecho, de las 44 economías seguidas en nuestras páginas de indicadores en línea que han reportado hasta ahora el PIB del segundo trimestre, solo Japón y Ucrania han tenido peores resultados. 
 
 
Si acaso, el resto del mundo ha impulsado el desempeño de Brasil: Si no fuera por las exportaciones, que subieron 2.8 por ciento en el segundo trimestre, la contracción habría sido más severa.
 
Al menos algunos de los problemas, entonces, son de origen interno. Si se habla con un empresario brasileño, saca a relucir una conocida letanía de quejas no abordadas: una infraestructura lamentable, embrollos de papeleo; reglas laborales rígidas, un sistema fiscal complicado. Si se suma la incertidumbre ante una elección presidencial altamente disputada, no sorprende que la confianza se haya desplomado a niveles no vistos desde lo más profundo de la crisis financiera.
 
Lo más preocupante es que la inversión ha estado cayendo por cuatro trimestres consecutivos. Como Brasil ya invierte solo 18 por ciento del PIB, entre las tasas más bajas en el mundo en desarrollo, esto es un mal augurio para la producción futura. 
 
En realidad, los economistas han estado reduciendo sus estimaciones de la tasa de crecimiento potencial de Brasil, la velocidad a la cual la economía puede expandirse mientras se mantiene la inflación bajo control. Muchos creen ahora que es de 2 por ciento o menos, la mitad de lo que era hace unos años.
 
Los consumidores, cuyo gasto alimentado por el crédito siguió creciendo en los últimos años, se están volviendo más cautelosos. Ni ellos ni los bancos que les prestan quieren asumir riesgos extra. Las ventas minoristas han decaído. El sector de servicios de mano de obra intensiva, que conforma dos terceras partes de la economía, ha empezado a contraerse.
  
Las empresas han tratado hasta ahora de evitar los despidos, los cuales son costosos y difíciles de revertir debido a una escasez de trabajadores calificados. Un mercado laboral tenso – resultado de una población que envejece y adolescentes que se quedan más tiempo en la escuela – ha ayudado a que el ingreso medio siga el ritmo de una inflación obstinadamente alta. 
 
El desempleo sigue cerca de un bajo nivel récord de 4.9 por ciento, apoyando la afirmación de Mantega de que las cosas no están demasiado mal, por ahora.
 
#kgb 

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