Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

24 Oct, 2014

Lo único constante es el cambio (música de pánico)

Una breve historia personal. Cuando tenía  diez años mis papás decidieron vender el trinche del antecomedor. Un mueble común y corriente. El día que los nuevos dueños vinieron a recogerlo me metí adentro de los entrepaños, llorando para que no se lo llevaran. ¿Dónde iban a guardar los platos y los vasos? El nuevo trinche no iba a ser igual. Me tuvieron que sacar a rastras, literalmente.  Hoy, más de 30 años después, el incidente me sigue causando angustia.

El cambio, aun en las cosas más insignificantes, me da pánico. Algo que he tratado de manera constante en mis diversas etapas de sicoanálisis.

Un poco irónico que haya decidido seguir el camino del emprendimiento que tiene por grito de guerra: Lo único constante es el cambio.

Quizá la mayor parte de mis problemas y errores en el campo del emprendimiento tienen que ver con este miedo que tengo. El miedo de cambiar de empleados, aún cuando no son los adecuados, el miedo de cambiar de socios, aun cuando es inminente hacerlo, el miedo de probar nuevas soluciones o de hacer cambios radicales en los procesos.

El tener miedo al cambio es fatal en un entorno de nuevos negocios (o quizá de todos los negocios) en donde todo, por definición, requiere cambios constantes y tomar las decisiones pertinentes para poderlos realizar. El miedo hace que postergues esas decisiones y que, al hacerlos, muchas veces lo hagas de manera tentativa y poco acertiva. Errores crasos que podría culpar a mi subconsciente pero que, en la práctica, sin importar de qué o quién es la culpa, los tengo que aprender a resolver.

No estoy sola, irónicamente uno de los miedos más comunes de los emprendedores es el miedo al cambio. El miedo al cambio es el anatema de la creatividad y el emprendimiento y, sin embargo, muchos emprendedores  (particularmente mujeres) lo mencionan como uno de sus miedos más comunes.

¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentar este miedo al cambio?

1.- Separa el miedo. Todo miedo tiene dos componentes: uno racional y uno irracional. El miedo al cambio no es la excepción. Dentro de los factores racionales de este miedo está, principalmente, la posibilidad de no enfrentar adecuadamente los cambios y cometer errores de gestión. Cuando uno es emprendedor, y de uno mismo dependen tantas cosas, la posibilidad de cometer errores ante los cambios es real y, efectivamente, puede ser costosa. Éste es un miedo real y válido. Otros miedos pueden tener que ver con miedo a nuevos ambientes de trabajo, a nuevas personas, a nuevos procesos, a nuevas expectativas,  que nada tienen que ver con la capacidad de poderlos realizar, sino con ideas preconcebidas que nos angustian.

El siguiente componente del miedo es el irracional, las fantasías (o mejor dicho pesadillas) “exageradas” que uno teme. De estas hay un millón y cada uno tiene su “ridiculez predilecta”.

2.- Analiza los miedos racionales y dales una solución práctica. Si tienes miedo a fracasar ante el cambio pregúntate y analiza (ya sea por tu cuenta o con la ayuda de un facilitador) qué es lo que temes. Si tienes miedo a nuevos procesos analiza el porqué. Qué es lo que te da miedo de las otras y nuevas personas. Una vez que analizas estos miedos racionales les puedes dar una solución racional y ordenada.

3.-Canaliza la irracionalidad, no la niegues. Puede ser que (como en el caso de un exitoso amigo) el miedo sea por cosas tan ridículas como que la nueva oficina no esté tan cerca del baño. No descartes esas “ridiculeces” (que no lo son). Mejor hazlas conscientes y abrázalas. Incluso, cuando sea posible, ríete un poco de ti mismo.

4.-Ve poco a poco. Si sabes que el cambio te da miedo manéjalo con itinerario. Cuando sea posible (no siempre lo es) divide los grandes cambios en pequeños pasos y realízalos de manera paulatina, pero constante.

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