Lo insostenible de la industria petrolera

Desde que el petróleo comenzó a deslizarse en junio, la industria ha estado revisando apresuradamente sus cifras
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La industria está recortando algunos de los megaproyectos, particularmente aquellos en la región ártica, proyectos en aguas profundas y otros que presentan desafíos técnicos.
La industria está recortando algunos de los megaproyectos, particularmente aquellos en la región ártica, proyectos en aguas profundas y otros que presentan desafíos técnicos. Foto: Getty
Este ha sido un verano estresante para las compañías petroleras. Desde junio, el precio de un barril de petróleo crudo Brent – la referencia mundial – se ha desplomado de 115 dólares a 92 dólares, una declinación del 20 por ciento y el más bajo durante más de dos años. Ese descenso se debe en parte a la debilidad económica. 
 
El crecimiento está desacelerándose, particularmente en China y la zona del euro, reduciéndose con ello el consumo de petróleo. La Agencia Internacional de Energía (AIE), la Agencia de Información Energética de Estados Unidos y la OPEP han reducido recientemente sus predicciones para la demanda petrolera mundial.
 
Pero también hay un creciente exceso de oferta. La producción de petróleo de esquisto de Estados Unidos se ha elevado en alrededor de cuatro millones de barriles diarios desde 2008, reduciendo las importaciones estadounidenses de la OPEP en casi la mitad. El propio club de exportadores de petróleo está desorganizado. 
 
El 1º de octubre, Arabia Saudita, el productor dominante del grupo, redujo unilateral e inesperadamente sus precios oficiales para apuntalar su participación en el mercado mundial. El reino ya los había recortado a principios del verano norteño, como habían hecho Kuwait e Irak. La mayoría de los miembros mediorientales de la OPEP están ahora inmersos en una guerra de precios en Asia.
 
Todo esto son noticias funestas para las compañías involucradas en la parte de la exploración y producción (o “upstream”) de la industria, muchas de cuyas estrategias se han basado en precios del petróleo mucho más altos. 
 
Después de hundirse por debajo de los 35 dólares durante la recesión de 2008-09, el precio del Brent se había recuperado a 128 dólares por barril para la primavera de 2012.
 
Las firmas petroleras respondieron vertiendo efectivo en todo tipo de proyectos, desde el esquisto estadounidense hasta campos en aguas profundas en los trópicos. Analistas en EY, una firma consultora, estiman que las compañías energéticas del mundo están financiando actualmente 163 “megaproyectos” – de los que cuestan más de 1,000 millones de dólares cada uno – con un valor combinado de 1.1 billones de dólares. 
 
La mayoría, concluyó EY, están excediendo el presupuesto y retrasados en tiempo. La mayoría de los grandes proyectos han sido planeados en torno a la suposición de que el petróleo permanecería por encima de los 100 dólares; una idea que en los últimos años se ha vuelto un artículo de fe en la industria.
 
Los precios declinantes no son el único dolor de cabeza de la industria. Excluidos de muchos de los campos de bajo costo por el “nacionalismo de los recursos” en los países que poseen las reservas, las empresas petroleras han sido empujadas hacia perspectivas técnicamente más difíciles. De manera que el gasto de capital ha aumentado; aun cuando la producción se ha desacelerado para muchas grandes compañías petroleras cotizadas públicamente. 
 
Douglas-Westwood, otra firma consultora, calcula que la productividad del gasto de capital upstream ha caído en un factor de cinco desde 2000, y que continúa declinando en casi 5 por ciento al año.
 
La demanda de equipo y servicios para campos petroleros ha superado la oferta, lo cual también ha incrementado los costos de desarrollo. Aun antes de la más reciente declinación en los precios petroleros, los costos generales habían estado superando a los ingresos en 2-3 por ciento al año. 
 
El resultado es que casi la mitad de los proyectos que la industria tiene en desarrollo necesitarán precios del petróleo superiores a 120 dólares por barril para lograr un flujo de efectivo positivo.
 
Aunque las utilidades publicadas de muchas de las empresas petroleras más grandes del mundo han permanecido relativamente boyantes este año, no reflejan la reciente caída en el precio del crudo. Ni reflejan el actual pánico de la industria. 
 
Carlyle International Energy Partners, una firma de inversión, estima que las empresas petroleras más grandes están tratando actualmente de vender activos con valor de 300,000 millones de dólares. Shell y BP están tratando de vender entre ellas activos con valor de 60,000 millones de dólares.
 
La industria está recortando algunos de los megaproyectos, particularmente aquellos en la región ártica, proyectos en aguas profundas y otros que presentan desafíos técnicos. Shell dijo recientemente que de nuevo retrasaría su proyecto de exploración en Alaska, debido a una combinación de obstáculos regulatorios y desafíos tecnológicos. 
 
El proyecto Rosebank de 10,000 millones de dólares en el Mar del Norte de Gran Bretaña, una empresa conjunta entre Chevron de Estados Unidos y OMV de Austria, está en suspenso y permanecerá así a menos que los precios se recuperen. Y BP dice que está “revisando” sus planes de Mad Dog Fase 2, un proyecto de exploración en aguas profundas en el Golfo de México.
 
El enorme proyecto Johan Castberg de Statoil en el mar de Barents está en el limbo mientras la empresa noruega y sus socios tratan de controlar los costos que aumentaron en espiral; se espera que Statoil recorte hasta 1,500 empleos este año. Y luego está el gigantesco proyecto Kashagan de Kazajstán, que gracias a enormes excesos de costos, prolongados retrasos y débiles precios del petróleo quizá no sea viable por años.
 
No son solo los megaproyectos los que se han visto afectados. Muchas grandes compañías petroleras están recortando su gasto en general. Aun antes de la más reciente caída en los precios del petróleo, Shell dijo que su gasto de capital sería un 20 por ciento menor este año en relación con el pasado; Hess gastará un 5 por ciento menos; y Exxon Mobil y Chevron están haciendo recortes de entre 5 y 6 por ciento. 
 
Desde que el petróleo comenzó a deslizarse en junio, la industria ha estado revisando apresuradamente sus cifras; notablemente BP, que anteriormente había dicho que su gasto permanecería sin cambio este año y el siguiente. Ahora se espera que recorte gastos en 2015.
 
La mentalidad de rebaño de la industria petrolera es bien conocida: varias de las compañías que anunciaron gastos más bajos lo han matizado con el alegre pronunciamiento de que estaban haciéndolo así para “enfocarse en el esquisto” (tanto gas como petróleo). Eso quizá no funcione. 
 
David Vaucher, un analista de IHS, una firma de investigación, dice que para lograr una tasa interna de rendimiento sobre la inversión realista de 10 por ciento, un nuevo proyecto de petróleo de esquisto típico en Estados Unidos requiere un precio del petróleo de 57 dólares por barril. Pero eso es un promedio: algunos requieren 110 dólares. Si el precio del petróleo sigue cayendo, ni siquiera el milagro del esquisto de Estados Unidos permanecerá inmune.
 
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