Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

31 Oct, 2014

La fuerza del hábito

Dice el dicho que el hábito no hace al monje… dado que muy pocos de nosotros va a optar por una vida dedicada a Dios, la pregunta relevante es ¿el hábito hace al emprendedor? O más enfáticamente ¿el hábito hace que un emprendedor sea exitoso?

Después de los primeros meses de emoción y de adrenalina la vida de cualquier empresa, sobre todo cuando se empieza a consolidar y a crecer, se convierte en un ritual conocido. Si bien con muchos altibajos, sí con ciertas rutinas preestablecidas. No, no me refiero a que todos los días existe el mismo horario y que entra una monotonía, pero forzosamente, conforme las empresas se van convirtiendo en empresas, ciertos hábitos en el funcionamiento de la empresa empiezan a ser forzosos. Llámense procesos, tareas recurrentes o lineamientos operativos. Desde la cobranza, el pago, los horarios y exigencias hacia los empelados, todo empieza a requerir cierta formalidad y ciertos hábitos.

Y, forzosamente, quien gobierna esta empresa necesita empezar también a adquirir hábitos que concuerden con el funcionamiento de la empresa. Sólo en las películas de Hollywood y en los primeros días de Silicon Valley se daba el caso de emprendedores completamente desalineados en sus hábitos de trabajo y personales que crecieran exitosamente sus negocios. Muchos emprendedores tienen férreos hábitos de trabajo en su “área de experiencia”, pero carecen de ellos en cuestiones operativas y administrativas.

La buena noticia es que los hábitos, se ha descubierto, son más cuestión de estructura que de esfuerzo. O como bien diría otro dicho: En cuestión de formar hábitos, más vale maña que fuerza.

Ya sea en cuestiones administrativas, de horarios, de manejo de personal o de una de las mil tareas que hay en una empresa ¿cómo crear un hábito?

1.- Empieza con una meta pequeña, pero sé consistente. Si necesitas empezar a formar el hábito de tener juntas con tu personal, algo que a muchos emprendedores les cuesta un trabajo enorme, empieza por agendar juntas semanales sólo con ciertas personas clave, no con la oficina completa. Cumple con ellas cada semana y conforme el hábito de las juntas se vaya “incorporando a tu vida”, incluye a más gente. No empieces por ponerte metas que, sabes de antemano, te van a avasallar. Si necesitas adquirir el hábito de hablar a cobrar (o de pedirle a una persona en tu oficina que lo haga) no planees todas tus llamadas para un día, enfócate en la cobranza de las cuentas clave, pero dales un seguimiento constante. Más vale paso que dure que trote que canse.

2.-Usa la tecnología. Si los hábitos no son lo tuyo, prográmalos en tu agenda electrónica o calendario y pide que te envíen recordatorios constantes. Si es necesario bloquea el tiempo de estas tareas para no agendar, en ese espacio, actividades alternativas que te impidan cumplirlas.

3.-Ten a la mano las armas adecuadas. Muchas veces no adquirimos hábitos porque no tenemos en nuestras manos las herramientas para llevarlos a cabo o éstas son tan complicadas y obsoletas que nos dan un pretexto más para no llevarlos a cabo. Por ejemplo: pagar cuentas se puede volver un martirio si no tienes una plataforma de pagos electrónicos adecuada (o que sepas usar). Tener una plataforma fácil de usar vuelve mucho menos doloroso el tener que sentarte una vez a la semana a pagar.

4.-Al mal paso darle prisa. O lo que es lo mismo, agenda las actividades que te choca hacer a primera hora de la mañana. Así es más fácil crear un hábito, sin pretextos, incluso de las tareas más tortuosas.

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