David Páramo

Análisis superior

David Páramo

12 Nov, 2014

#Ya me cansé

Es difícil, casi imposible, escribir sobre la decisión de APEC de integrarse como una zona de libre comercio; de los reclamos del gobierno chino pidiendo justicia y equidad para sus empresas en la licitación del tren de alta velocidad México-Querétaro; la emisión de bonos del gobierno mexicano bajo nuevas reglas de acción colectiva; la necesidad de la SCT y de la Canaero de cicatrizar las heridas que dejó la ronda de negociaciones bilaterales con Estados Unidos; las acciones de la CNBV para evitar que casos como el de Ficrea sean parte de una práctica común entre las sociedades financieras populares o cualquier otro tema de negocios.

Carlos Septién García escribió que el periodismo era “ser los ojos de quienes no pueden ver. Los oídos de los que no pueden escuchar y, lo más importante, la voz de quienes no pueden hablar”.

Hoy es momento de levantar la voz por los Pepes y Toños que hoy son víctimas de actos vandálicos de quienes creen en la sinrazón de la venganza; fundamentalistas que creen que la bandera moral que se pusieron les da permiso de robar, saquear y dañar a la población.

Esos que utilizan a imbéciles útiles, guiados por perversos, que linchan en las redes sociales a todos los que no opinan como ellos. Estos grupos que se abrogan el derecho de mentir, insultar e incluso ir en contra de le verosimilitud para justificar su supuesto hartazgo por el secuestro y eventual asesinato que, de acuerdo con las investigaciones, habría tenido como autor intelectual a José Luis Abarca.

El dolor de los padres de estos 43 jóvenes y las condiciones en las que se dio desde el génesis de los hechos es total y absolutamente comprensible. Su incredulidad y dolor son lógicos y es fácil tener empatía por una pérdida que no tiene nombre... Lo sé.

Sin embargo, quienes utilizan ese hartazgo para querer hacer la revolución tuitera o los que embozados roban, asaltan y vejan a la población son una suerte de criminales tan mala como los que habrían matado a un gasolinero en las protestas de la CETEG en 2013, quien murió como héroe tratando de evitar un daño mayor o a David, un joven jugador de Avispones que tenía como sueño llegar a primera división.

Afectados

Hay quienes justifican su cobardía e incapacidad diciendo que la Puerta Central de Palacio Nacional sólo es una puerta y que ya fue reparada. Que se debe hablar con quienes asaltan tiendas, roban a transportistas y piden cooperaciones voluntariamente a fuerza.

Que un día pueden incendiar el Metrobús, afectando a más de 20 mil pasajeros diarios; otro día pueden tomar el aeropuerto de Acapulco o dañar las sedes del PAN, el PRI y el PRD en Michoacán.

Ciudadanos que ven dañados sus vehículos sólo por estacionarse donde iban a pasar estos delincuentes vestidos de indignados.

Obviamente esta violencia y sinrazón no afecta el grado de inversión que acaba de ratificar Moody’s y sólo es visto como un factor de riesgo para el potencial crecimiento de la economía mexicana como han señalado diversos organismos públicos y privados. Esta violencia afecta a Policarpo, quien no recibe ni 10% de las propinas que recibía en un restaurante en la carretera en Chilpancingo. El dueño del negocio está acelerando los pasos para traer sus negocios a la Ciudad de México teniendo que dejar sin trabajo a sus paisanos.

De Beto y sus meseros que han cerrado ya durante un mes su establecimiento en el zócalo de la capital de Guerrero.

A la anciana doña Trini, quien perdió todo su patrimonio en el saqueo de su miscelánea en Chilpancingo y todavía tuvo que aguantar insultos y amenazas de que es rica.

A Delia que ve desplomados sus ingresos si los dueños de la casas en Acapulco no van y, por lo tanto, no le pagan por sus servicios.

A Noylo, quien sabe perfectamente que los ingresos de su restaurante en Barra Vieja se van a desplomar. A Jorge, quien da servicio de taxi en el aeropuerto de Acapulco y prácticamente da por descontado que otra vez cerrarán la terminal aérea durante el puente o que el número de turistas será sustancialmente menor.

La voz del pueblo, de los que menos tienen, está siendo callada por los gritos de quienes utilizan un hecho real, un dolor con el que es fácil ser empático, no únicamente para sacar sus frustraciones y rencores sino para abiertamente violar la ley.

Llamados

Si realmente la indignación de todos los que están atrás de los actos violentos fueran justas, habría un trabajo para llevar a los responsables ante la justicia; apoyar las acciones de búsqueda que se han dejado sólo al gobierno federal. Habría una movilización de la sociedad para organizar grupos de búsqueda.

Los mexicanos deberíamos estar horrorizados.

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