Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

18 Nov, 2014

¿Y si estuviéremos equivocados, y ellos en lo correcto? ¿Qué medidas tomaríamos?

Una lectura cuidadosa de las notas y reportajes publicados durante los últimos meses en las páginas y ediciones electrónicas de cuatro periódicos y una revista inglesa —The New York Times, The Wall Street Journal, Financial Times, El País y The Economist—, todos de gran presencia internacional que gozan, además, de una buena dosis de prestigio e influencia en los ambientes financieros y de gobierno en no pocos países, nos debería llevar a aceptar, sin la menor duda, que lo enfrentado hoy es de una gravedad extrema. 

Esto último exige, con carácter de urgente, tomar decisiones que conlleven medidas profundas para restablecer, a la brevedad, la confianza en el gobierno y los políticos la cual, parece haberse perdido. Es más, si nos atuviéremos a lo que en aquellos medios se dice, sería un axioma afirmar que hoy, en México, nadie tiene la mínima confianza en el gobierno y los gobernantes.

¿Qué pasaría si lo anterior fuere correcto, y en verdad reflejare lo que la población piensa de uno y de otros, y de los políticos en general? ¿Qué deberíamos hacer entonces, no únicamente para refutar lo que aquellos medios escriben de nosotros sino también, para recuperar los espacios perdidos a manos de los delincuentes? Éstos los han ocupado sin límite alguno, las más de las veces en la total impunidad contando casi siempre con la complacencia de las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

Sin embargo, usted, ciudadano de a pie, empleado en una empresa privada o en el sector público, ¿a quién le cree? ¿Cuál versión de lo enfrentado le parece objetiva? ¿Cuál es la que mejor refleja el reto que tenemos frente a nosotros, y la gravedad de los problemas que nos aquejan?

¿Por qué le hago esas preguntas? ¿Acaso piensa usted que mi intención es molestarlo u obligarlo a que vea lo que aquellos medios reseñan, y comparta su visión de las cosas? Por otra parte, ¿serán mis preguntas una forma velada de obligarlo a formarse una opinión acerca de lo que a los ojos de los medios aquellos debería ser enfrentado y resuelto, imperativa y urgentemente, so pena de llevar al país a una situación política fuera de control?

Ahora veamos las cosas que aquí pasan de otra manera; ¿qué hacer, si esos medios estuvieren equivocados? ¿Cómo habría que actuar si sus notas y reportajes fueren una burda manipulación, y las cosas en México no fueren como ahí las pintan?

Si bien en esto de los medios no todo es negro —menos todo blanco—, ¿qué decir y hacer si las cosas fueren de un gris intenso, que casi parece negro? ¿Acaso la respuesta debería ser, dado que estaríamos en una zona intermedia —de grises—, seguir con la explicación que a la fecha han dado los tres órdenes de gobierno?

¿Le parecería entonces aceptable y adecuado, que las autoridades hubieran actuado con cautela y tolerancia, prudencia e inteligencia? ¿Es así, según usted, como debería actuar la autoridad? ¿No importa entonces la destrucción de propiedad pública y privada y delitos diversos, mientras ellas actúen así?

Al final del día, esté usted de acuerdo con lo que plantean los medios aquéllos o con la posición oficial, —o tenga la suya—, es una obligación ciudadana ineludible formarnos una opinión y además, expresarla.

¿Lo haremos? Lo dudo.

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