La niña que de un puesto de limonada brincó al Silicon Valley

Atrás quedó la limonada, ahora los Harr crearon una app que permite crear campañas de financiamiento para organizaciones no lucrativas en solo un minuto
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La niña que de un puesto de limonada brincó al Silicon Valley. Foto tomada de Twitter
La niña que de un puesto de limonada brincó al Silicon Valley. Foto tomada de Twitter

  Por: Steven Davidoff Solomon 

Llegué a la conferencia Techmanity del Silicon Valley demasiado tarde para oír al actor Jared Leto hablar del espíritu de empresa y demasiado temprano para el concierto de Weezer esa noche. Pero estuvo bien, después de todo. Yo había ido a ver a una niña de diez años que, en su vestido de princesa, iba a hablar de la recaudación de millones de dólares en capital de riesgo.

Después de todo, éste es el Silicon Valley, donde el programa paródico de Mike Judge, “Sillicon Valley”, parece tan real como la vida misma. No sorprende, pues, que la niña, Vivienne Harr, hubiera atraído a inversionistas entre los que estaban Biz Stone y Jack Dorsey, los fundadores de Twitter. Posteriormente, Stone acompañaría a Vivienne en el escenario. Yo fui a Techmanity para ver lo que ella había estado haciendo desde que escribí sobre su odisea, hace casi un año.

Vivienne saltó a la fama por haber sido la niña que hizo sonar la campana en la bolsa de Nueva York en noviembre pasado, cuando Twitter empezó a cotizar. A su lado estaba el actor Patrick Stewart y Cheryl Fiandaca, ex vocera del Departamento de Policía de Boston. Vivienne fue seleccionada por Twitter para esa honrosa tarea gracias a su puesto de limonada.

Aclaremos que no se trataba de un puesto de limonada cualquiera. Vivienne inició su puesto para acabar con la esclavitud infantil, comprometiéndose a vender limonada por un año o hasta recaudar cien mil dólares. Ya que ésta es una historia del Silicon Valley, en dos semanas ella ya se había convertido en la sensación de Internet. En eso le ayudó el hecho de que viviera con su familia en el área de la bahía de San Francisco y que su padre, Eric Harr, fuera en ese tiempo profesional de relaciones públicas en medios sociales. Él hizo un excelente trabajo.

Muchas personas se habrían detenido al recaudar algunos cientos de dólares para acabar con la esclavitud infantil. Pero Harr, junto con Vivienne, fundó Make a Stand, una compañía de limonada orgánica de comercio justo. Su idea era que la compañía podía ser parte de una nueva camada de empresas con fines de lucro que, como REI, están organizadas específicamente con la meta de dedicar parte de sus ganancias a una misión pública.

La misión de Make a Stand sería acabar con la esclavitud infantil. Donaría 5 por ciento de sus ingresos a numerosas organizaciones filantrópicas dedicadas a acabar con ese horror. Vivienne y su padre recaudaron como un millón de dólares para financiar el negocio y Harr dejó su empleo.

Así estaban hace un año, cuando Vivienne hizo sonar la campana.

 Un año después, todo ha cambiado.

Los Harr dejaron atrás la limonada y están cabalgando en la ola de las aplicaciones móviles pues, como ya se dijo, esto es el Silicon Valley. Su aplicación también se llama Make a Stand y permite crear una campaña de financiamiento multitudinario para una organización no lucrativa en tan solo un minuto. Se selecciona la organización, se publica una imagen y se envía a todos los contactos en Twitter, Facebook y otros medios sociales. Make a Stand sirve de intermediario y recibe 4.9 por ciento del donativo a cuenta de honorarios de transacción, pero también examina a las organizaciones a través de su relación con guidestar.org, la organización que califica e informa acerca de las asociaciones no lucrativas.

La meta de la aplicación es globalizarse aprovechando las conexiones sociales de todos los usuarios.

¿Y qué hay de la limonada? Como dijo Stone en Techmanity, “hay un límite de lo que se puede hacer con botellas de vidrio de limonada”. Se refería a hacer el bien, claro, pero esa frase también podría aplicarse a ganar dinero. Después de todo, las aplicaciones están generando decenas de millones, si no es que miles de millones de dólares de dólares. Y vender un producto manufacturado real es difícil.

Harr ya no maneja el negocio de la limonada, que ahora está en manos de un equipo profesional. De acuerdo a Harr, ese negocio sigue en expansión y se están negociando acuerdos con varios distribuidores nacionales.

Ahora el corazón de los Harr parece estar puesto en la aplicación, a la que consideran una mejor forma de impulsar su misión, haciendo el bien y ganando dinero al mismo tiempo.

Ya que los Harr están conectados con la red del Silicon Valley, la nueva aplicación Make a Stand ha recabado millones de dólares de numerosas luminarias como Stone, Dorsey y Chade-Meng Tan, cuyo título oficial en Google es el de “buen tipo alegre” (él fue el empleado número 107). Se formó una nueva compañía, separada del negocio de la limonada, que recabó 1.5 millones de dólares; 20 por ciento de su propiedad se les entregó a los inversionistas del negocio de limonada para recompensarlos por impulsar la idea.

Esta historia no hubiera podido ocurrir fuera del Silicon Valley y ciertamente no sin la energía de un padre con conocimientos de los medios sociales y que casualmente vivía cerca. Pero la historia de Make a Stand también demuestra que el mundo de hoy, las conexiones sociales están reemplazando a los antiguos vínculos comunitarios. Desde un puesto de limonada en el condado Marin, cualquiera puede tuitear para conseguir millones de dólares en financiamiento y, quizá, ocupar un papel que cambie el mundo de la filantropía. Es un recordatorio del poder de los medios sociales y la gente está aprendiendo rápidamente a aprovechar las conexiones que establece, creando una enorme riqueza aunque sean niñas de diez años. 

*bb

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