Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

29 Nov, 2014

Los hermanos incómodos

Muchas personas, entre las que me cuento, alabamos a las familias unidas, que conviven y se apoyan mutuamente y cuyos principios y valores son compartidos por todos sus miembros.

Es una bendición estar con familias numerosas, de tres generaciones, que se reúnen frecuentemente, hacen planes de vida en conjunto, preservando la independencia de cada núcleo familiar y enfrentan solidariamente retos y problemas. Por desgracia hay cada vez menos oportunidades de estar juntos.

No todo es color de rosa. Los seres humanos somos imperfectos, vivimos contradicciones y épocas difíciles, pero logramos salir más o menos airosos.

Uno de los problemas que se presentan en las asesorías a negocios  familiares es el de la rivalidad o envidias que existen entre hermanos —socios y que, si no se resuelven adecuadamente pueden explotar a corto o  largo plazo—.

Una madre me definió a sus hijos: “Son como los dedos de una mano, ninguno es parecido al otro y es imposible tratarlos igual, aunque los quiero a todos”. Esa diferencia en personalidades, actitud ante ciertas situaciones, intereses y forma de vida se agudiza cuando cada hermano (a) forma su familia y todo se complica aún más. Lo común es que el (la) cónyuge busque, además de la educación y bienestar de los hijos, influir en su marido o esposa para llevarlo a lo que le sea más afín a sus intereses, lo cual es lógico. Pero, en los negocios entre hermanos hay asuntos vitales para que se tenga un proyecto común.

Lo difícil es compaginar caracteres, estilos de vida, intereses y otros factores. Del análisis de la dinámica entre hermanos —socios sobresalen los problemas con el “hermano incómodo” (ésta es una definición muy provechosa para nosotros los asesores) y las consecuencias que tienen en la dirección y operación del negocio. Son aquellos que causan problemas y conflictos con sus familiares y otros empleados. Como ejemplo son los que no cumplen con sus obligaciones de trabajo, con  horarios establecidos y exigen que se les otorguen ventajas inaceptables por ser miembros de la familia. En las juntas de consejo son los que cuestionan todo, no vienen preparados para opinar sobre bases reales o lógicas  y, en fin, están para “su santo” y su actitud polariza a los demás hermanos  creando una inestabilidad peligrosa.

He presenciado muchos casos donde un negocio floreciente, fundado por el patriarca y heredado a sus hijos sucesores cae en una crisis al tener estos, planes divergentes e incluso se dan actos de sabotaje o demandas legales. Hay que tomar medidas preventivas para evitar que todo se vaya a pique. Cuando no existe una comunicación sana, abierta y el deseo conjunto de continuidad del grupo familiar, este va a fracasar.

Si se detecta a un hermano (a) incómodo (a) hay que evaluar su motivación y objetivos, ver si tiene justificación su rebeldía o simplemente hay un comportamiento enfermizo. El riesgo de no actuar y pensar que ya se calmará y regresara al grupo de hermanos es demasiado grande. Las medidas pueden ser desde poner reglas claras y que deben ser acatadas por todos los hermanos, vía protocolo o tener políticas de entrada o salida de los miembros de la familia y otras personas. Finalmente el saber cuándo tomar decisiones radicales, incluso la separación pacífica de esa persona antes que cause un daño irreparable es una necesidad indispensable para la supervivencia del negocio y la unidad de la familia.

Este lunes 1 de diciembre tenemos el seminario Empresas entre Hermanos, en el DF. Todavía  puede comunicarse con nosotros a irma.direccion@hotmail.com, alan.grabinsky@gmail.com o al teléfono 55 5294 8407 para que le indiquemos como inscribirse y asistir.

 

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