Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

2 Dic, 2014

Sí, hablemos de los efectos sin olvidar, que para eliminarlos, hay que corregir las causas

Los aniversarios y su celebración, hay que aceptarlo, nos atraen; nos encanta la tensión previa a éste o aquel aniversario, cuando los preparativos o los balances se convierten en el centro de todo. Lo otro, lo importante y trascendente pasa a segundo plano cuando no es ignorado por completo.

Hoy estamos ante una situación así; al menos esa impresión tengo de lo que veo y escucho. El desempeño del gobierno actual durante el bienio transcurrido, es el tema casi único al que no pocos le prestan toda la atención. Nos encanta preguntar qué falló, qué no se hizo; nos solazamos en lo que se hizo mal, y en lo que se dejó de hacer. Si bien lo que falló y lo que no se hizo deben ser mencionados claramente y sin temor, hacerlo es el punto de partida para seguir a lo trascendente, a las causas.

Vayamos pues a ellas y pongamos los efectos, obligadamente, donde deben estar, en el plano secundario; lo otro —las causas que por temor, ignorancia o simple conveniencia ni tangencialmente las tocamos—, en la medida que no nos ocupemos de ello, estamos ayudando a perpetuar una situación que daña al país, a su economía y al crecimiento.

Si usted acepta mi posición —expresada en los tres párrafos anteriores—, acompáñeme entonces a tratar de determinar las causas de los efectos que tanto seducen a los que a la fecha han evaluado el desempeño del presente gobierno durante su primer bienio. ¿Le parecería entonces, que empezáremos por preguntar por qué esto y lo otro, en vez del desgastado y las más de las veces inútil qué? Si aceptare, vayamos entonces a tratar de responder dicha pregunta.

¿Por qué estamos así en lo económico? ¿Por qué persiste un estancamiento ya peligroso, y el crecimiento a tasas altas no pasa de ser una aspiración para, posiblemente, ser concretada a mediano o largo plazo? ¿Por qué tenemos un gobierno federal que se jacta de captar recursos en un monto cada vez mayor, mientras que la economía no sólo no crece, sino que del peligroso estancamiento parece dirigirse a una caída mayor? 

¿A qué se debe que hayamos tenido que realizar seis recortes —durante estos dos años— a los pronósticos del crecimiento del PIB? ¿Qué fue lo que pasó e impidió que hubiéramos podido o sabido elaborar, un pronóstico cercano al desempeño real de nuestra economía?

La explicación radica, fundamentalmente, en causas internas, no en el comportamiento de la economía de éste o de aquel país; las causas están aquí —en el país y sus problemas, y en la profundidad y gravedad de los mismos—; se ubican, para decirlo claramente, en el atraso estructural el cual, no obstante sus efectos dañinos, hemos eludido enfrentarlo a lo largo de decenios.

Es el campo y la energía; es la educación y la pésima formación de capital humano; es eludir hoy para que estallen mañana, problemas como las pensiones y su impacto en las finanzas públicas; es la bancarrota del sistema público de salud, y para no ir más allá, es el financiamiento perverso del gasto y la pretensión absurda de que siempre habrá recursos para financiar necesidades imposibles de eludir. ¿Cuándo haremos lo que se debe hacer, no lo que deja votos?

¿Le parece que continuemos el jueves con lo de las causas? Gracias por su paciencia; aquí lo espero. 

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