Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

9 Dic, 2014

¿Ya empezó a gastar lo que no tiene? Luego no se queje de la situación económica

Escribo esta colaboración antes de que Pemex dé a conocer el precio que alcanzó ayer lunes, el barril de la Mezcla Mexicana de Petróleo (MMP). Sin embargo, al seguir el comportamiento durante el día del precio del barril de los crudos marcadores, Brent y West Texas Intermediate, las cosas no pintan bien para la MMP.

De acuerdo con lo que reporta The Wall Street Journal en su servicio de información correspondiente, la caída en ambos casos era del orden del 3.60%; es decir, una reducción de alrededor de 2.70 dólares americanos por barril. Ahora bien, si ese porcentaje lo aplicáremos de manera directa al precio alcanzado el viernes por la MMP —58.98 dólar americanos—, la probabilidad de que ayer lunes hubiese cerrado cerca de los 56.50, sería muy alta.

¿Se quedará ahí el precio del barril de la MMP? ¿Subirá, y de hacerlo, cuál sería el nivel que alcanzaría durante el año 2015? Por el contrario, si los pronósticos elaborados a la fecha se cumplieren, a qué niveles caería el barril de aquélla? ¿Acaso es viable afirmar hoy, que el barril de la MMP se venderá, en promedio durante el año 2015, en 55.00 dólares? ¿Y para el año 2016, qué precio alcanzaría, 50.00?

El panorama que el párrafo anterior pinta para los años 2015 y 2016 luce negro o muy negro. ¿Qué haremos entonces, de concretarse ambas eventualidades —55.00 y 50.00 dólares— durante los próximos dos años? ¿Seguir con la conducta mostrada a la fecha, resultado de coberturas parciales para un porcentaje del petróleo exportado?

¿Acaso confiaremos en un milagro, o en un golpe de suerte —Un desastre natural, un conflicto en el Oriente Medio o un golpe de Estado en Venezuela por ejemplo— que reduciría, así fuere unas cuantas semanas, la oferta de petróleo para que los precios subieren?

Al margen de ello, habría un hecho imposible de negar, por más que lo intentáremos: Nuestros problemas y limitaciones estructurales que nos impedirían aprovechar, por ejemplo, la recuperación que por más temporal e incierta que fuere, fortalece la tendencia positiva de la economía de Estados Unidos en materia de creación de empleos, reducción de los precios de los energéticos, ahorro de los consumidores y la elevación de los niveles de productividad.

Mientras tanto, ¿qué estamos haciendo aquí? Además de continuar con las discusiones bizantinas que a nada parecen conducir, reiterar nuestra negación sempiterna (“Que durará siempre; que, habiendo tenido principio, no tendrá fin”) a reconocer, simple y sencillamente, que la ley y su respeto —además de hacerla respetar utilizando los instrumentos que la misma ley pone en manos de las autoridades—, es el elemento faltante que nos ha impedido, durante decenios, modernizarnos, poner al día nuestro caduco y acedo andamiaje jurídico y, en una palabra, en pesar a construir el México a que obliga una realidad ofensiva, atrasada e injusta. 

Mientras eso sucede con nuestra clase política, ducha en enriquecerse al amparo del puesto y la colusión con delincuentes de toda índole que gozan de total impunidad, nosotros buscamos en el consumo irracional y el endeudamiento imprudente, un escape similar al que proporcionan las drogas duras.

¿A propósito, ya empezó usted a gastar lo que no tiene?

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