Víctor Beltri

Víctor Beltri

18 Dic, 2014

Momento de planear

Para mucha gente, éste es tiempo de posadas, de fiestas, de alegría. Para otros, además, es un periodo de reflexión. De pensar en los errores y los aciertos del último año, de hacer planes y preparar las cosas para el que viene.

Dirigir una empresa no es algo sencillo. Mucho menos en los tiempos que corren, cuando a la complejidad habitual hay que añadir no sólo la problemática local, sino también la internacional. Es difícil hacer previsiones en un ambiente de incertidumbre, pero las consecuencias de no hacerlo pueden ser graves.

Los directores de empresa no pueden darse el lujo de no hacer planeación, de no conocer sus números y trabajar cuidadosamente con los indicadores de desempeño. Es ahí, en la medición precisa, en donde pueden hacerse los ajustes: de otra forma, ¿cómo mejorar lo que no se conoce?

Así, a estas alturas del año, los indicadores no deberían presentar sorpresa alguna en una organización manejada con profesionalismo. Y es evidente, puesto que la información se maneja de forma cotidiana y permite tomar decisiones correctas. Para un buen director de empresa no deberían existir sorpresas, sino consecuencias de las acciones tomadas. En estos momentos, el comportamiento de las ventas y los factores que fueron determinantes para conseguirlas son el reflejo de una estrategia definida y conocida con antelación. Lo mismo con el resultado final, pero también con el ambiente de trabajo o la rotación de personal. Todo lo fuimos conociendo conforme pasaron los meses.

Ahora es el momento de reflexionar, como apuntábamos en un principio. De definir nuevas metas, pero tomando en cuenta lo aprendido en este periodo. La conveniencia de seguir en ciertos sectores, la necesidad de desarrollar proveedores más confiables, las actividades que serán estratégicas para detonar el crecimiento esperado. Es el momento de hacer los ajustes precisos y de definir, con cuidado, la estrategia de innovación para alcanzar los objetivos planteados.

Y es que, a final de cuentas, innovar no es sino recortar la brecha entre una situación actual y una situación futura deseada. Así, un ejercicio de innovación debería involucrar, necesariamente, al menos tres pasos. En primer lugar, la definición del presente, esto es, el conocimiento exacto de la situación actual de la organización. En segundo lugar, la definición del futuro deseado y, en tercero, las iniciativas que llevarán a la organización a conseguirlo. Así de simple y, a la vez, así de complejo.

Simple, porque son sólo tres pasos a seguir. Complejo, porque implica un conocimiento absoluto del negocio y el mercado, así como un ejercicio de humildad y realismo al plantear las metas a lograr en cada rubro. Eso, además de que debe contarse con la disciplina y la visión para llevarlas a cabo de forma eficiente, en el tiempo adecuado, asignando los recursos necesarios sin comprometer la operación normal del negocio.

La innovación es un compromiso, en cuanto debe involucrar a la organización entera en la consecución de un cambio necesario. Si estos cambios necesarios no se realizan, la viabilidad misma de la empresa puede estar en riesgo. Y si una gestión deficiente, superficial, frívola, no sabe ni siquiera que los cambios deben hacerse, el resultado tampoco debería ser una sorpresa.

Estamos en los últimos días del año y vale la pena hacernos algunas preguntas. ¿Estamos realmente sorprendidos del resultado final? ¿Tomamos las decisiones correctas? ¿Conservamos –y potenciamos– nuestros recursos clave? ¿Podemos identificar las decisiones que nos llevaron al resultado actual? ¿Tenemos una organización más sólida, más agresiva, con más posibilidades de triunfar en un entorno que, muy probablemente, será cada vez más complicado?

Le deseo felices fiestas, y seguiremos hablando de innovación en estas páginas el 8 de enero. Mientras tanto, le invito a continuar la conversación a través de Twitter o de mi correo electrónico, donde responderé con gusto a sus preguntas. Innovemos juntos.

 

vbeltri@duxdiligens.com

@vbeltri

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