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NUEVA YORK.- Adam Pritzker recorrió un espacioso piso en el SoHo, deteniéndose a admirar un falso colmillo de narval. Un candelero de cristal soplado de la República Checa colgaba por encima y tapetes marroquíes antiguos cubrían el costoso piso de duela.
El departamento, un joyero minimalista de lujo, no es el domicilio de Pritzker, y los muebles no son suyos. Más bien son los elementos que Pritzker, vástago de 30 años de la familia hotelera Hyatt, espera que algún día sean bienes de consumo y un conglomerado de la industria de la hospitalidad dirigida a los más acaudalados miembros del jet set de todo el mundo.
Ese departamento del SoHo en realidad es una tienda y todo lo que hay en él está en venta. Llamada The Line, es una de las primeras empresas de Assembled Brands, la compañía controladora de Pritzker.
Con 200 millones de dólares en administración y operaciones incipientes en el menudeo y la moda, Assembled Brands es el vehículo de las extensas ambiciones de Pritzker. Su nueva línea de ropa para mujeres, Protagonist, se vende en Barneys. A continuación vendrá una incursión en la mercadotecnia y el menudeo en hoteles selectos, otra tienda en Los Ángeles y la creación de más marcas de modas.
Llegados el momento, Pritzker aspira a crear un imperio que abarque hoteles, distritos de compras y pasarelas, muy al estilo de LVMH Moët Henessy Louis Vuitton.
“Lo que nos entusiasma en particular es crear experiencias inconsútiles en línea y fuera de línea para grupos afines, que tengan altos ingresos y una serie de valores muy específicos”, explicó. “Pensamos que nadie está haciendo esto.”
De tener éxito, Pritzker continuará el legado empresarial de una familia que se jacta de tener once multimillonarios vivos. Jay, el abuelo de Pritzker, que murió en 1999, fue el arquitecto del imperio familiar. John, su padre, es hotelero multimillonario. Una de sus parientes es Penny Pritzker, la actual secretaria de Comercio de Estados Unidos.
Empero, para crear marcas tan duraderas como Hyatt, el cimiento de la fortuna familiar, Pritzker tendrá que traducir sus ideas en compañías sustentables y lucrativas.
En persona, Pritzker es la encarnación del celo juvenil, con una barba desaseada y el pelo sin peinar, junto con un traje a rayas hecho a la medida y una exquisita corbata morada. Ese aspecto de lujo descuidado representa una metamorfosis de sus tiempos de estudiante en Columbia. En ese entonces, generalmente se encontraba con la nariz metida en libros como “The Death and Life of Great American Cities”, de la urbanista Jane Jacobs.
Pero aun en la universidad Pritzker ya estaba tramando. Estudió con Jeffrey Sachs, el economista de Columbia, y después de graduarse fue a trabajar con él en el Instituto de la Tierra.
“Desde el momento en que lo conocí me quedó muy claro que él estaba considerando un futuro empresarial”, aseguró Sachs. “Él le agregó dos partes a eso: está muy interesado en la mejor clase de tecnología. Y siempre ha mostrado mucho corazón y valores éticos en lo que hace.”
No tardó en querer probar suerte en los negocios y solicitó un empleo en Ideo, una firma de diseño. Pero “la ambición de Adam era más grande que la oportunidad que habría tenido en Ideo”, afirma Mimi Chun, ex empleada de Ideo que entrevistó a Pritzker.
En cambio, él ayudó a fundar General Assembly, una empresa incipiente de bienes raíces y educación. Chun renunció a Ideo y se fue con él. General Aseembly fue todo un éxito y atrajo 50 millones de dólares en financiamiento de capital de riesgo.
“Él tenía la inquebrantable creencia de que lo que estábamos haciendo era muy importante”, afirma Jake Schwartz, uno de los fundadores de General Assembly y director ejecutivo. “Lo que hace que Adam sea Adam es que no hay cobertura. No hay plan B. Y él hizo que todos los demás lo creyeran.”
Después, en 2012, Pritzker empezó a actuar por su cuenta, dejando el trabajo cotidiano en General Assembly para fundar Assembled Brands.
Empezando con poco más que una buena idea, Pritzker reunió a un grupo de ejecutivos con mucha experiencia en el menudeo y la moda. Poco después lanzaron Protagonist, una línea de ropa femenina hecha en Nueva York. Después vino The Line, que ofrece artículos para el hogar de alto precio y básicamente monocromáticos. Pritzker también ha destinado su dinero para invertir en una compañía pública, Speed Commerce, que entrega pedidos de compras en línea.
No se sabe con certeza de dónde vinieron los 200 millones de dólares de Pritzker. Eso incluye su participación en General Assembly. Otras oficinas de la familia aportaron dinero pero él se negó a identificar a sus socios limitados. Los familiares de Pritzker, deseosos de ver triunfar a uno de los suyos, aportaron sumas significativas.
Aunque Pritzker trata de no sacarle partido a su nombre, evidentemente éste le ha abierto puertas, dándoles los contactos y la confianza para codearse con la élite financiera del mundo entero.
Él vio que su padre dejó el negocio familiar e hizo su propia fortuna en los títulos privados y la hotelería. Y también vio a su familia disputar en años recientes por el desmadejamiento del imperio.
“Pertenecer a esta familia es tanto una bendición como una maldición”, afirma Pritzker. “Cuando entro en una habitación, a veces el nombre entra antes que yo.”
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