Enrique Castillo-Pesado

Ficción financiera

Enrique Castillo-Pesado

27 Dic, 2014

México invirtió más de 35,000 millones de dólares en Europa; España es el tercer socio inversionista del país con 47,000 millones de dólares

Una pequeña remembranza o eco de mi reciente viaje a España: “Gracias al empeño de sus líderes y al talento de mujeres y hombres de España y México, hoy nuestra relación bilateral vive su mejor momento”, comentó Enrique Peña Nieto, durante la visita de Estado que realizó a Madrid en los meses recientes. El jefe del Estado mexicano reconoció al entonces monarca Juan Carlos I por su labor en la reanudación de las relaciones diplomáticas con México y la apertura de España al mundo durante los casi 40 años de su reinado. También hizo una mención especial a la labor del rey de España  (Juan Carlos de Borbón). Por ende, el ahora rey Felipe VI acaba de estar presente en la Cumbre Iberoamericana de Veracruz, en el establecimiento de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, que ha favorecido el acercamiento entre ambos países. “Desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 1977, gracias al inicio de un régimen democrático en España, las relaciones bilaterales entre ambos países han ido en ascenso en todos los ámbitos: el diálogo político, el intercambio comercial, la inversión recíproca, el turismo y la coincidencia en la agenda para construir un mundo mejor”, apuntó la embajadora Roberta Lajous Vargas, durante nuestra charla en la Embajada de México en Madrid, ante la mirada del colega Ramiro Pineda.

Economías 13 y 14 en orden mundial

A casi dos siglos de la Independencia de México, han terminado los desencuentros que durante los siglos XIX y XX hicieron difíciles las relaciones diplomáticas con España, incluso con largos periodos de ausencia y otros de distanciamiento. No obstante, sus pueblos han compartido 500 años de historia como un referente en la formación de su respectiva identidad nacional. Hoy España y México constituyen las economías 13 y 14 en orden mundial, y comparten mucho más que el tamaño de su producto nacional. Ambos países han llevado a cabo importantes reformas económicas en los últimos años. En el caso mexicano de mayor envergadura, por abarcar cambios constitucionales a través del Pacto por México, como explicó Peña Nieto durante su estancia en España, inspirado en gran medida en los Pactos de La Moncloa.

Sé que se firmaron veinte acuerdos específicos que van de la facilitación de la movilidad internacional entre ambos países a la preservación del patrimonio cultural subacuático y la cooperación en materia de turismo, seguridad social e infraestructura del transporte. Se incluyó también un paquete de acuerdos en el ámbito empresarial para promover el crédito y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas. 

Oportunidades solidarias

En materia de inversión extranjera directa, España se consolidó como el tercer socio inversionista en México, con una cifra cercana a los 47,000 millones de dólares, después de Estados Unidos y Países Bajos, según datos publicados por mi amigo, el empresario y hombre visionario Valentín Diez Morodo, en el Boletín Económico ICE, en su artículo titulado “Los intercambios bilaterales México-España”. Hay capital español en más de 4,800 sociedades mexicanas (se dice fácil), muchas en sectores estratégicos como el financiero, energías alternativas, tecnologías de la comunicación, aeropuertos, hoteles e infraestructura en general. En varios casos han transferido tecnologías de punta a través de pequeñas y medianas empresas, en las que España tiene una reconocida experiencia de internacionalización que México ya está aprovechando. Además del capital financiero, las empresas españolas han aportado capital humano, que se ha integrado a las labores productivas en México por la facilidad de adaptación que representa compartir el idioma y por las similitudes culturales.

Crece la inversión mexicana

México dejó de ser importador neto de inversión extranjera. Los empresarios mexicanos han buscado la internacionalización de sus empresas en una etapa de acelerada globalización para hacerlas más competitivas. Iniciaron este proceso en Latinoamérica y ahora hay capitales mexicanos en España. En los últimos 20 años, los mexicanos han invertido 35,000 millones de dólares en Europa, de los cuales poco más de la mitad se ubican en España. En 2014, a la presencia de los grandes consorcios industriales mexicanos, se sumaron nuevas inversiones con la compra total o parcial de empresas de transporte y alimentación. Por primera vez en los últimos tiempos, se observa una participación de inversiones mexicanas en los sectores españoles de finanzas y comunicaciones.

Los retos de ambas naciones

Si bien los registros oficiales indican que han ingresado 8,000 españoles a México desde 2008, todo parece indicar que el número total ha sido superior, porque suma con facilidad a una emigración anterior y porque se integra, por razones culturales, con gran rapidez. Si se toma en cuenta a los ciudadanos de doble nacionalidad, según algunos cálculos hay una comunidad cercana a 150 mil personas. Los españoles que han emigrado a México en los últimos años tienen un perfil diferente al del pasado; su escolaridad es de nivel superior, ya que la mitad cuenta con una licenciatura universitaria y  27% tiene algún idioma de posgrado, según el artículo “Cinco siglos de ideas y venidas”, publicado por Carlos Marichal en El País. Por si usted no lo sabe, en España se ubican 30,000 mexicanos, pero en México —desde la Conquista, el Virreinato, la Independencia, la Guerra Civil y ahora las finanzas nacionales— el número de españoles siempre aumentó considerablemente.

La aportación de capital humano de España a México ha sido una fuente de modernización económica. Los 20,000 españoles que emigraron por la Guerra Civil en la década de 1930 ejercieron una influencia cultural profunda y dieron una aportación al desarrollo económico de México. Con una migración que puede alcanzar cifras similares en los próximos años, la contribución de las nuevas generaciones de españoles puede ser significativa para el crecimiento en la productividad en México. El comercio entre México y España es cinco veces mayor que apenas hace 14 años: pasó de 2.265 millones a 11.511 millones de dólares. Por lo pronto, España es observador entusiasta en la Alianza del Pacífico. El presidente Mariano Rajoy ha participado en todas las cumbres. El idioma oficial de la Alianza del Pacífico es el español, idioma que compartimos cerca de 500 millones de personas y cuyo uso se encuentra en expansión en el mundo. De aquí el reto adicional para todos estos países, y otros más, de aprovechar el crecimiento de la industria cultural en español. Conforme crece el número de hispanohablantes en el mundo, el comercio entre ellos se fortalecerá paralelamente a una identidad común apoyada en un modelo de apertura, liberalización comercial y democracia política.

Un destino común

La XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que se tuvo lugar en Veracruz el 8 y 9 de diciembre de 2014, constituyó una ocasión para renovar los proyectos y valores que animan a este significativo grupo de países de ambos lados del Atlántico. Y claro, la primera en la que participó el rey Felipe VI, quien ha establecido una relación especial con los mandatarios de la región desde que asistió a la toma de posesión de cada uno y ha fortalecido sus vínculos con ellos; en particular, con el presidente Peña Nieto, con quien se encontró durante su reciente visita a Madrid, cuando ya se conocía la fecha de abdicación de Juan Carlos I. Fue también la primera cumbre de la nueva secretaría general Iberoamericana, Rebeca Grynspan, en una etapa de renovación institucional que prevé alternar cada año las cumbres iberoamericanas con las de la Unión Europea y Latinoamérica. Por segunda ocasión la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno se celebró en México, después de la inaugural de Guadalajara en 1991. Me acuerdo cuando Carlos Fuentes apuntó —en el discurso que ofreció al recibir el Premio Cervantes en 1987—: “La lengua imperial de Antonio de Nebrija se ha convertido en algo mejor: la lengua universal de Jorge Luis Borges y Pablo Neruda, de Julio Cortázar y Octavio Paz”. Y hasta la próxima, ¡abur!

 

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