Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

2 Ene, 2015

Para el 2015

Año nuevo, vida nueva… o por lo menos año nuevo, errores nuevos.

Cuando inicia el   año todos nos apuramos para hacer uno y mil propósitos para el que empieza. De salud, de peso, de dinero, de autoayuda, de mejora emocional, de cambio de estado civil, de manejo de relaciones.

Y aun cuando muchos de estos propósitos jamás se convierten en realidad, es un hecho de que no por ello son menos importantes (cierto, lo mejor sería que se cristalizaran por lo menos en cierta medida). Hacer propósitos nos sitúa en nuestra realidad, nos permite ver qué estamos haciendo mal, en qué áreas nos sentimos mediocres o incómodos. Cuál es la zona de confort de la que queremos salir.

Lo mismo ocurre, o debiera ocurrir, en nuestras empresas. El año que inicia debe ser un buen momento de hacer una reflexión (tema que tocamos en la columna de la semana pasada que puedes encontrar en: http://www.dineroenimagen.com/lideres/99) y plantear los objetivos del año que empieza. Cierto, todos los momentos del año son válidos para cambiar o afianzar el rumbo, pero el inicio de año tiene un significado simbólico y una inercia de acción que son importantes y puede ayudar para incentivar los cambios.

Aceptar qué has errado no es fácil, cambiar lo es menos, pero para los negocios este constante proceso de reevaluación/ajuste es fundamental para sobrevivir y crecer.

¿Cómo pasar de los planes de cambio a las realidades de acción? Así como hay estrategias de ventas, administración y de todas las áreas de los negocios, también hay estrategias para gestionar los cambios.

Ninguna de ellas asegura que no vamos a cometer errores en el 2015, pero por lo menos nos ayudarán a que sean errores nuevos.

1.-De dónde vengo y hacia dónde voy: todos los propósitos deben venir de una reflexión y un análisis objetivo (y quizá doloroso) de los errores personales y de equipo que estás cometiendo. Muchos errores pueden ser circunstanciales, pero otros pueden tener que ver con cosas que tú estás haciendo mal. Momento de aceptarlo.

2.-Pocos y buenos… Más vale pocos propósitos que realmente se cumplan a una lista interminable que acabe olvidada el 15 de enero. Elige los más importantes, no los más urgentes. Recuerda que esta no es una lista de proyectos de enero, es una lista para realizar a lo largo de 12 meses.

3.-Papelito habla. Todas las promesas tienen que estar hechas por escrito. Con descripción de lo prometido y límite de tiempo para cumplirlas. De preferencia la lista debe quedar en un lugar en donde constantemente la puedas ver.

4.-No es el qué sino el cómo. Cada propósito debe tener adjunto una lista de 3-4 pasos concretos que van a permitir cumplirlo.

5.-Olvida la técnica de o todo o nada. Si a la mitad del camino ves que los propósitos que planteaste a principio de año son irreales o inalcanzables, no los abandones por completo, simplemente ajústalos a expectativas más reales y posibles.

6.-Comparte tus penas. Está comprobado que en el momento que verbalizas tus promesas a gente cercana, eres mucho más capaz de cumplirlas. Primero, porque creas una expectativa en la gente que te rodea que vas a buscar cumplir o que, por lo menos, va a ser más difícil abandonar, y segundo, porque verbalizar tus promesas te crea un compromiso interno. Habla con tu equipo de trabajo, tus clientes y/o con tus proveedores y platícales los planes que tienes para este año y los pasos que tomarán para alcanzarlos. Necesitas a todos jalando para el mismo lado.

7.-¡Help! Busca ayuda. Los propósitos de fin de año generalmente buscan resolver problemas en los que estamos atorados y que necesitamos asesoría para salir adelante. No es de tontos pedir auxilio a profesionales. Muy al contrario, como bien decía Einstein “tonto es aquel que espera diferentes resultados haciendo las cosas de la misma manera”.

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