Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

9 Ene, 2015

Mirreynato vs. Emprendocracia

De entre las historias de terror que me mantienen despierta en la noche están Edgar Allan Poe, The Shining, Cabo de Miedo y el libro El Mirreynato, del gran politólogo Ricardo Raphael.

Un estudio sobre los hábitos, causas y consecuencias de esta “tribu urbana” de mirreyes. Jóvenes, hijos de un sistema de dinero fácil y reglas nulas, que han sido engendrados por los beneficiados de la corrupción que prevalece en el país y que, día a día, nos regalan joyas que van desde lo risible hasta lo trágico. “I see dead people” es peccata minuta de terror si se compara con lo que se ve y se oye desde estos círculos.

Indiscutiblemente, uno de los mejores libros sobre la realidad mexicana que he leído últimamente, El Mirreynato es también uno de los más terroríficos, porque nos enseña el otro lado de la moneda de la perdición del país: la riqueza mal habida y derrochada. Y es un hecho: la pobreza como plaga nacional no existiría, o existiría en mucho menor medida, sin este bacanal.

Porque, a fin de cuentas, este dispendio de riqueza, que va acompañado de un cinismo y merecimiento apabullante, no se da sólo por el exceso de dinero sino, también, por la facilidad con la que ese dinero se gana. Facilidad ligada a la corrupción de los que trabajan en el gobierno o de los que son beneficiados directamente por fallas que existen en los mercados y que nadie tiene el incentivo para corregir.

Sin tener estudios estadísticos que lo avalen, y valiéndome sólo de mi experiencia y del sentido común (y entendiendo que hay excepciones que justifican la regla), a la gente que le cuesta trabajo ganar el dinero (sea poco, mucho o muchísimo) le es mucho más difícil gastarlo de manera tan mirreynal.

Oscar Wilde decía que “un cínico es aquel que conoce el precio de todo, pero el valor de nada”, esto describe perfectamente bien a los mirreyes y a su entourage.

Me gustaría pensar que los enemigos naturales de los mirreyes son los emprendedores y que uno de los antídotos para esta plaga es justamente generar entre los jóvenes una cultura de emprendimiento, en vez de una de merecimiento.

Independientemente de si son hijos de políticos y de hombres ricos (es más, precisamente cuando son hijos de ellos), el fomentar en los jóvenes la idea de que “te tienes que ganar lo que vas a tener” y “tienes que generar valor para ti y para tu país” hace de ellos personas mucho más conscientes y respetuosas no sólo        hacia lo que ellos poseen, sino también de la realidad del país en el que viven.

Mucho se habla de generar oportunidades de emprendimiento entre las clases bajas, como clave para salir de la pobreza. También el fomentar una cultura de emprendedores, de trabajo con el sudor de la frente, entre las clases más privilegiadas es un arma indispensable para controlar los vicios que afectan a los jóvenes y al país.

El mirreynato debe ser derrocado por la emprendocracia. El arreglar a esta juventud descompuesta no tiene que ver con la cantidad de dinero del que disponen, sino con el trabajo que les costó ganarlo.

Warren Buffett, el hombre más rico del mundo, tiene perfectamente bien marcado este concepto. Hace unos diez años decidió donar casi toda su fortuna a obras benéficas, salvo diez millones de dólares para cada uno de sus tres hijos.

De ninguna manera menosprecio la cantidad de diez millones de dólares, pero si tu papá tiene 70 mil millones, diez suenan como una bicoca.

Poco tiempo después de haber tomado esta decisión, una reportera le preguntó a Buffett el por qué de su decisión, a lo que él contestó (la que creo es la mejor frase jamás dicha en cuestión de educación financiera): “Estoy convencido de que hay que darle a tus hijos el suficiente dinero para que piensen que pueden hacerlo todo, pero no tanto como para que sientan que no tienen que hacer nada”.

(El Mirreynato: La otra desigualdad, de Ricardo Raphael está disponible en librerías y en medios digitales).

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